LAS BENDICIONES DE LOS QUE TEMEN A DIOS.
1 <Cántico gradual.>
Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos.
2 Cuando comieres el trabajo de tus
manos, Bienaventurado serás, y te irá bien.
3 Tu mujer será como vid que lleva
fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu
mesa.
4 He aquí que así será bendecido
el hombre Que teme a Jehová.
5 Bendígate Jehová desde Sion, Y
veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,
6 Y veas a los hijos de tus hijos.
Paz sea sobre Israel.
Sólo
los que son verdaderamente santos son realmente felices. En vano pretendemos
ser de los que temen a Dios, si no tomamos conciencia de mantenernos
constantemente en sus caminos. Bendito es todo el que teme a Dios, sea alto o
bajo, rico o pobre en el mundo. Si le temes y andas en sus caminos, te irá bien
mientras vivas, mejor aún cuando mueras y será lo mejor en la eternidad. Por la
bendición de Dios el santo tiene una forma honesta de vivir. Aquí hay una
promesa doble: tendrán algo que hacer, porque la vida de ocio es miserable e
incómoda, y tendrán salud, fuerza y poder mental para hacerlo. No serán
obligados a vivir del trabajo de otras personas.
Es
misericordia y deber trabajar y comer nuestro pan en paz. Ellos y los suyos
disfrutarán lo que obtengan. Los que temen al Señor y andan en sus caminos son
las únicas personas felices, no importa su situación en la vida. Tendrán
abundante consuelo en sus relaciones familiares. Tendrán todas las cosas buenas
que Dios ha prometido, y por las que oran. Un hombre bueno puede tener poco
consuelo al ver a los hijos de sus hijos, a menos que vea la paz en Israel.
Todo creyente verdadero se goza en la prosperidad de la Iglesia.
De
aquí en adelante veremos grandes cosas, con la paz y reposo eternos que quedan
para el Israel de Dios.
Hay aquí un progreso en la edad,
porque vamos de los hijos a los nietos: y también un progreso en felicidad,
porque los hijos que en el Salmo anterior eran saetas, aquí son renuevos de
olivo, y en vez de hablar de «los enemigos en la puerta», cerramos con «Paz
sobre Israel!» Así pues, paso a paso, estamos ascendiendo.
Bienaventurado todo aquel que
teme a Jehová. El corazón de un hombre se verá en el camino por el que anda, y
la bendición vendrá cuando el corazón y el camino estén, los dos, con Dios.
Nótese que el primer Salmo enlaza la bendición con el andar en sentido
negativo:
«Bienaventurado el hombre que no
anduvo», etc.; pero aquí lo hallamos en conexión con la forma positiva Para
gozar de la bendición divina hemos de estar en actividad, y andar; hemos de ser
metódicos, v andar en cierta forma; y hemos de ser piadosos, y andar en el
camino del Señor.
El camino del Dios es un camino
bienaventurado; los caminos de Dios fueron abiertos por el Bendito; fueron
pisados por Aquel en quien somos bendecidos; son frecuentados por los
bienaventurados, están provistos de medios de bendición; están pavimentados con
bendiciones presentes, y llevan a la eterna bienaventuranza; ¿quién podría no
desear andar por ellos?