INTRODUCCIÓN
El pasaje individual de la Biblia que trata más directamente de esta
cuestión es 1ª Timoteo 2: 11-14:
La Mujer Debe Aprender Con Serenidad, Con Toda Sumisión. No Permito Que
La Mujer Enseñe Al Hombre Y Ejerza Autoridad Sobre Él; Debe Mantenerse
Ecuánime. Porque Primero Fue Formado Adán, Y Eva Después. Además, No Fue Adán
El Engañado, Sino La Mujer; Y Ella, Una Vez Engañada, Incurrió En Pecado.
Aquí Pablo está hablando de la iglesia cuando está reunida (ver vv.
8-9). En tal ambiente Pablo dice: «No permito que la mujer enseñe al hombre y
ejerza autoridad sobre él» (v. 12).
Éstas son las funciones que las realizan los ancianos de la iglesia, y
especialmente los que conocemos como pastor en las situaciones de la iglesia
contemporánea: Son específicamente estas funciones particulares de los ancianos
que Pablo prohíbe que las mujeres ejerzan en la iglesia.
Varias objeciones se han presentado contra esta posición:
(A) Se ha
dicho que este pasaje se aplica sólo a una situación específica que Pablo está
considerando, posiblemente una en donde las mujeres estaban enseñando doctrina
herética dentro de la iglesia de Éfeso.
Pero esta objeción no es persuasiva, puesto que no hay ninguna
declaración clara en 1ª Timoteo que diga que las mujeres en realidad estaban
enseñando doctrinas falsas.
(1ª Ti 5:13 habla de mujeres que son chismosas, pero no menciona
doctrina falsa).
Todavía más, Pablo no les dice simplemente a las mujeres que están
enseñando doctrina falsa que guarden silencio, sino que dice: «No permito que
la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él».
Finalmente, la razón que Pablo da para esta prohibición no es la
propuesta en esta objeción, sino una muy diferente: la situación de Adán y Eva
antes de la caída, y antes de que haya ningún pecado en el mundo (ver v. 13), y
la manera en que una inversión en los papeles de hombre y mujer ocurrieron en
el momento de la caída (ver v. 14). Estas razones no están limitadas a una
situación en la iglesia de Éfeso, sino que tienen aplicación en general a los
hombres y mujeres.
(B) Otra
objeción dice que Pablo da esta prohibición porque las mujeres no tenían mayor
educación en el primer siglo, y por consiguiente no estaban calificadas para
papeles de enseñanzas o de gobierno en la iglesia. Pero Pablo no menciona la
falta de educación como razón para decir que la mujer no puede «enseñar o tener
autoridad sobre los hombres». Sino más bien señala en retrospectiva a la
creación (vv. 13-14). Es precario basar un argumento en una razón que Pablo no
da en lugar de la razón que sí da.
Además, esta objeción entiende mal los hechos reales de la iglesia
antigua y del mundo antiguo. La educación formal en las Escrituras no fue
requisito para el liderazgo de la iglesia y la iglesia del Nuevo Testamento,
porque varios de los apóstoles no tuvieron educación bíblica formal (ver Hch 4:
13).
Por otro lado, la destreza de alfabetización básica y por consiguiente
la capacidad de leer y estudiar las Escrituras estaban disponibles por igual a
hombres y mujeres (notar Hch 18: 26; Ro 16: 1; 1ª Ti 2: 11; Tit 2: 3-4).
Hubo muchas mujeres bien educadas en el mundo antiguo, y particularmente
en un centro cultural tal como Éfeso.
Finalmente, los que presentan tal argumento a veces son incoherentes en
que en otros lugares señalan a mujeres que tuvieron cargos de liderazgo en la
iglesia antigua, tales como Priscila. Este punto es especialmente relevante en
1ª Timoteo 2, porque Pablo está escribiendo a Éfeso (1ª Ti 1: 3), que fue donde residían Priscila y Aquila (ver Hch 18: 18-19, 21).
Fue en esta misma iglesia de Éfeso que Priscila supo las Escrituras lo
suficiente como para ayudar a instruir a Apolos en el año 51 d.C. (Hch 18:26).
Luego ella probablemente había aprendido de Pablo mismo por otros tres
años mientras él se quedó en Éfeso enseñando «todo el propósito de Dios» (Hch 20: 27; 31; también 1ª Co 16: 19).
Sin duda muchas otras mujeres de Éfeso habían seguido su ejemplo y
también habían aprendido de Pablo. Aunque más tarde ellos fueron a Roma,
hallamos Aquila y Priscila de nuevo en Éfeso al fin de la vida de Pablo (2ª Ti 4: 19), alrededor del año 67 d.C.
Por consiguiente, es probable que estuvieron en Éfeso en el año 65 d.C.,
alrededor del tiempo cuando Pablo escribió 1ª Timoteo (alrededor de catorce
años después de que Priscila había ayudado a instruir a Apolos).
Sin embargo, Pablo no permite ni siquiera a Priscila bien educada o a
cualquier otra mujer bien educada de Éfeso que enseñe a los hombres en la
asamblea pública de la iglesia. La razón no fue falta de educación, sino el
orden de la creación que Dios estableció entre hombres y mujeres.
CÓMO DEBEN COMPORTARSE HOMBRES Y MUJERES EN SU VIDA RELIGIOSA Y EN LA
CORRIENTE.
8 Quiero, pues, que los hombres
oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.
9 Asimismo que las mujeres se
atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni
oro, ni perlas, ni vestidos costosos,
10 sino con buenas obras, como
corresponde a mujeres que profesan piedad.
11 La mujer aprenda en silencio,
con toda sujeción.
12 Porque no permito a la mujer
enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
13 Porque Adán fue formado primero,
después Eva;
14 y Adán no fue engañado, sino que
la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.
15 Pero se salvará engendrando
hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.
En los tiempos del evangelio la oración no debe limitarse a una
casa de oración en particular, pero los hombres deben orar en todas partes.
Debemos orar en nuestros cuartos, orar en nuestras familias, orar cuando
comemos, orar cuando viajamos, y orar en las asambleas solemnes, sean públicas
o privadas. Debemos orar con amor; sin ira ni contienda, sin enojo con nadie.
Debemos orar con fe, sin dudar y sin debatir.
Las mujeres que profesan la religión cristiana deben ser modestas
para vestirse, sin demostrar un estilo inadecuadamente elegante u ostentoso o
de alto costo. Las buenas obras son el mejor adorno, porque según el criterio
de Dios, son de elevado precio. La modestia y la limpieza deben tomarse más en
cuenta que la elegancia y la moda en cuanto a la ropa. Sería bueno que las que
profesan una piedad seria estén totalmente libres de vanidad para vestirse.
Deben gastar más tiempo y dinero en socorrer al pobre y al angustiado que en
adornarse ellas mismas y sus hijos.
Hacer esto en una forma inadecuada para su rango en la vida, y su
profesión de piedad, es pecaminoso. Estas no son fruslerías, sino mandatos
divinos. Los mejores adornos para quienes profesan la piedad son las buenas
obras. Según San Pablo no se permite que las mujeres enseñen públicamente en la
iglesia, porque enseñar es un oficio de autoridad. Pero las buenas mujeres
pueden y deben enseñar los principios de la religión verdadera a sus hijos en
casa.
Además, las mujeres no deben pensar que están excusadas de
aprender lo necesario para la salvación, aunque no deben usurpar la autoridad.
Como la mujer fue última en la creación, que es una razón para su sumisión,
también fue primera en la transgresión.
Pero aquí hay una palabra de consuelo; que las que permanezcan en
modestia serán salvas al tener hijos, o con tener hijos, por el Mesías que
nació de una mujer. La tristeza especial a que está sometido el sexo femenino,
debe hacer que los hombres ejerzan su autoridad con mucha gentileza, ternura y
afecto.