MUJERES DE LA BIBLIA

CONTENIDO:

ABIGAIL (1ª SAMUEL 25: 18-44)

(MI PADRE ES GOZO).
Hermosa y prudente esposa de Nabal, el de Carmel, la cual intervino con su sabio razonamiento y regalos cuando David iba a vengarse de Nabal por su torpe mezquindad. David acató el consejo de Abigail y a los diez días Nabal murió sin que David derramara sangre. Abigail pasó a ser esposa de David, y fue madre de Quileab o Daniel (1 S 25: 1-45; 2ª S 3.3; 1 Cr 3.1).

ABIGAIL LLEVA UN REGALO A DAVID.

18 Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo en asnos.
19 Y dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal.
20 Y montando un asno, descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro.
21 Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
22 Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.
23 Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra;
24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.
25 No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú enviaste.
26 Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor.
27 Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor.
28 Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.
29 Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.
30 Y acontecerá que cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre Israel,
31 entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.
Abigail expió con un regalo la negativa de Nabal al pedido de David. La conducta de ella fue muy sumisa. La sumisión pacifica grandes ofensas. Ella se pone en el lugar de un penitente, y de alguien que ruega. No podía excusar la conducta de su marido. Ella no depende de sus razonamientos, sino de la gracia de Dios para ablandar a David y espera que la gracia obre poderosamente.
Le dice que estaba por debajo de él vengarse de un enemigo tan débil y despreciable como Nabal, que así como no le haría ningún bien, tampoco podía hacerle mal alguno. Ella predice el final glorioso de los problemas presentes de David.
Dios preservará tu vida; por tanto, no te conviene quitarle la vida a nadie, injusta e innecesariamente, en especial del pueblo de tu Dios y Salvador. Abigail guarda este argumento para el final por ser poderoso ante un hombre tan bueno; que mientras menos ceda a su pasión, más contribuirá a la paz y tranquilidad de su propia conciencia. Muchos han hecho en el ardor de su ira lo que desearán mil veces deshacer.
La dulzura de la venganza pronto se vuelve amargura. Cuando somos tentados a pecar, debemos considerar cómo lo veremos cuando lo pensemos después.

ÉL SE TRANQUILIZA Y NABAL MUERE.

32 Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases.
33 Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano.
34 Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón.
35 Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.
36 Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente.
37 Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra.
38 Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.
39 Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer.
David da gracias a Dios por enviarle está feliz interferencia en un camino de pecado. Quien sea que nos salga al encuentro con un consejo, orientación, consuelo, advertencia o reproche oportuno, debemos ver que Dios lo envía.
Debemos estar muy agradecidos por esas felices providencias que son medios para impedirnos pecar. La mayoría piensa bastante si tomarán el reproche con paciencia, pero pocos lo toman con gratitud y elogian a quienes lo dan y lo aceptan como un favor. Mientras más cerca estemos de cometer pecado, mayor es la misericordia de una llamada oportuna de atención.
Los pecadores suelen estar muy seguros cuando más peligran. Estaba muy ebrio. Señal de que era Nabal, un necio, que no podía disfrutar de algo sin abusar de ello; que no podía ser afable con sus amigos sin convertirse en bestia. No hay señal más segura de que un hombre tiene poca sabiduría ni forma más segura de destruir lo poco que tenga, que beber en exceso.
A la mañana siguiente, ¡cómo ha cambiado! Su corazón que anoche estaba alegre con el vino, a la mañana siguiente estaba pesado como piedra; tan engañosos son los placeres carnales, que pronto pasa la risa del necio; el final de ese alborozo es angustia. Los ebrios se entristecen cuando reflexionan en su propia necedad. Unos diez días después el Señor atacó a Nabal para que muriera. David bendijo a Dios por haberle impedido matar a Nabal.
La tristeza del mundo, el orgullo avergonzado y la conciencia aterrada pone fin al gozo del lujurioso y apartan al codicioso de su riqueza; pero, cualquiera sea el arma, el Señor golpea a los hombres con la muertes cuando le place.

DAVID TOMA POR ESPOSA A ABIGAIL.

39 Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer.
40 Y los siervos de David vinieron a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer.
41 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.
42 Y levantándose luego Abigail con cinco doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer.
43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres.
44 Porque Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim.
Abigail creía que David sería rey de Israel y apreciaba mucho su carácter piadoso y excelente. Consideró honorable su propuesta de matrimonio y ventajosa para ella, a pesar de sus dificultades actuales. Con gran humildad e indudablemente de acuerdo con las costumbres de la época, ella consintió, dispuesta a compartir sus tribulaciones.
De esta manera, quienes se unen a Cristo deben estar dispuestos a sufrir con Él creyendo que después reinarán con Él.

ANA

Esposa de Elcana y madre del juez y profeta Samuel. Pidió a Jehová un hijo. Jehová se lo concedió, y cuando el niño tenía muy pocos años, lo dedicó al servicio del Señor, en Silo (1 S 1.1–2.21). El cántico de Ana (1 S 2.1–10) se compara con el Magníficat de María (Lc 1.46–55). En este cántico aparece por primera vez en el Antiguo Testamento el nombre Mesías (el Ungido).
ANA. (heb., hannah, gracia, favor). Una de las dos esposas de Elcana, un levita que vivía en Ramá (1 Samuel 1:19). Aunque Ana era su esposa favorita (1 Samuel 1:5), era estéril. Pero Ana también era una mujer piadosa, y oró por un hijo y prometió dedicarlo perpetuamente a Dios como nazareo (1 Samuel 1:11).
Elí vio los labios de Ana moviéndose en oración silenciosa y la reprendió pensando que estaba ebria. Ana respondió humildemente y Elí se disculpó con ella. La familia regresó a casa. Ana concibió y llegó a ser la madre de Samuel, el gran profeta de Israel y el último de los jueces. La alabanza de Ana (1 Samuel 2:1-10) muestra que era una mujer muy espiritual (Salmo 113:7-9; Lucas 1:46-55).

ELCANA Y SU FAMILIA. (1ª SAMUEL 1 Y 2: 1-10)

1 Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.
2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.
3 Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.
4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.
5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.
6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.
7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.
8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
Elcana seguía atendiendo el altar de Dios a pesar de las desdichadas diferencias de su familia. Si la vida devocional de una familia no prevalece para poner fin a sus divisiones, no se debe permitir que las divisiones acaben con la vida devocional.
Disminuir nuestro amor justo por un pariente por una enfermedad inevitable, y que es motivo de aflicción, es hacer que la providencia de Dios riña con su precepto y es añadir, con maldad, aflicción al afligido. Prueba de una mala disposición es deleitarse en provocar dolor a quien tiene un espíritu entristecido e inquietar a quien tienen la tendencia a afanarse e incomodarse. Debemos llevar los unos las cargas de los otros, no aumentarlas. Ana no podía soportar la provocación.
Quienes son de espíritu afanoso y dados a tomar muy en serio las provocaciones, son enemigos de sí mismos y se despojan de muchos consuelos, tanto de la vida como de la piedad. Hemos de notar el consuelo y no lamentar las cruces. Debemos mirar lo que está por nosotros, como también a lo que está contra nosotros.

LA ORACIÓN DE ANA.

9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,
10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.
13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.
14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.
15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.
16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.
17 Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.
Ana mezclaba las lágrimas con sus oraciones; consideraba la misericordia de nuestro Dios que conoce al alma atribulada. Dios nos da permiso, en oración, no sólo para pedir cosas buenas en general, sino para mencionar aquello que en especial más necesitamos y deseamos.
Hablaba quedamente, nadie la podía oír. Con eso testificaba de su fe en Dios que conoce el corazón y sus deseos. Elí era el sumo sacerdote y juez de Israel. No nos corresponde ser rudos y precipitados para censurar al prójimo, y pensar que la gente es culpable de cosas malas mientras el asunto sea dudoso y esté sin demostrar. Ana no contestó la acusación ni enrostró a Elí la mala conducta de sus propios hijos.
En cualquier momento en que nos estén censurando injustamente, debemos poner doble guardia a la puerta de nuestros labios para no devolver reproche por reproche. Ana lo pensó bastante para tener todo claro, y así debemos hacerlo. Elí estuvo dispuesto a reconocer su error. Ana se fue satisfecha. En oración ella había encargado su caso a Dios y Elí había orado por ella. La oración es la calma del corazón para un alma bondadosa.
La oración suavizará el rostro; debe hacerlo así. Nadie seguirá sintiéndose desgraciado por mucho tiempo si usa bien el privilegio de ir al trono de misericordia de un Dios reconciliado en Cristo Jesús.

ANA LO PRESENTA A SAMUEL AL SEÑOR.

19 Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.
20 Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.
21 Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto.
22 Pero Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre.
23 Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que cumpla Jehová su palabra. Y se quedó la mujer, y crió a su hijo hasta que lo destetó.
24 Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.
25 Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.
26 Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová.
27 Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.
28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.
Elcana y su familia tenían un viaje por delante y una familia con niños que llevar consigo, pero no se moverían hasta que hubieran adorado juntos a Dios. La oración y las vituallas no estorban el viaje.
Cuando los hombres tienen tanta prisa, para empezar sus viajes o emprender un negocio, que no tienen tiempo para adorar a Dios, probablemente procedan sin su presencia y sin su bendición. Ana, aunque sentía un cálido afecto por los atrios de la casa de Dios, rogaba quedarse en casa. Dios quiere misericordia y no sacrificio.
Quienes se ven privados de las ordenanzas públicas porque crían y cuidan niños pequeños, pueden consolarse con este caso y creer, que si cumplen ese deber con el espíritu justo, Dios los aceptará bondadosamente.
 Ana presentó su hijo al Señor con reconocimiento y gratitud por su bondad para contestar la oración. Lo que demos a Dios es lo que primero pedimos y recibimos de Él. Todas nuestras dádivas para Él primero fueron dádivas suyas para nosotros.
El niño Samuel demostró precozmente una piedad verdadera. Se debiera enseñar a los niñitos a adorar a Dios cuando son muy pequeños. Sus padres debieran enseñarlos en eso, llevarlos a eso y ponerlos a que lo hagan lo mejor que puedan; Dios los aceptará bondadosamente y les enseñará a hacerlo mejor.

EL CÁNTICO DE GRATITUD DE ANA. CAPÍTULO 2: 1-10

1 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación.
2 No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.
3 No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.
4 Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder.
5 Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece.
6 Jehová mata, y él da vida; Él hace descender al Sheol, y hace subir.
7 Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece.
8 Él levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo.
9 El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.
10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.
El corazón de Ana se regocijaba, no en Samuel, sino en el Señor. Ella mira más allá de la dádiva y alaba al Dador. Se regocija en la salvación del Señor y en la expectativa de su venida, la de Aquel que es toda la salvación de Su pueblo.
Los fuertes pronto son debilitados y los débiles pronto son fortalecidos, cuando a Dios le place ¿Somos pobres? Dios nos hizo pobres, lo cual es una buena razón para que estemos contentos, y aceptemos nuestra condición. ¿Somos ricos? Dios nos hizo ricos, lo cual es una buena razón para que estemos agradecidos, le sirvamos jubilosamente y hagamos el bien con la abundancia que Él nos da.
Él no respeta la sabiduría del hombre ni sus supuestas excelencias sino que elige a quienes el mundo considera necios, y les enseña a sentir su culpa y a valorar su salvación preciosa y gratuita. Esta profecía mira al reino de Cristo, ese reino de gracia del cual Ana habla, luego de haber hablado largamente del reino de la providencia. Y aquí es la primera vez que nos encontramos con el título Mesías o su Ungido.
Los súbditos del reino de Cristo estarán a salvo y sus enemigos serán destruidos, pues el Ungido, el Señor Cristo, es capaz de salvar y destruir.

DÉBORA

(Una abeja). Profetisa que aparece en la serie de jueces que gobernaron en Israel antes de la monarquía (a. 1125 a.C.). Era esposa de Lapidot (Jue 4.4). A su sede en el centro del país llegaban a consultar sobre casos demasiado difíciles para los jueces locales, y disputas entre las tribus. Así Débora fomentó entre las tribus dispersas un sentido de unidad y lealtad a Jehová que les hacía falta para la lucha contra los cananeos.
Aunque no era líder militar, Débora organizó el ataque contra SÍSARA, capitán del ejército del opresor cananeo Jabín, valiéndose de BARAC para dirigir las fuerzas israelitas. A instancias de este, Débora los acompañó a la batalla, la cual terminó en victoria para Israel (Jue 4). El cántico de victoria de Débora y Barac (Jue 5), en que se ha conservado el lenguaje del Antiguo Testamento, constituye una de las principales fuentes de información para el estudioso de la poesía hebrea, y de la historia de este período cuando las tribus vivían aisladas en las montañas y apenas comenzaban a disputar a los cananeos el dominio de los valles y los caminos.
La cuarta de los jueces de Israel, una profetisa, esposa de Lapidot (Jueces 4-5). Sin embargo, como la mayoría de los jueces hebreos, Débora actuaba principalmente como libertadora y líder ejecutivo de Israel por nombramiento divino.
Después de la muerte de Ehud, el pueblo volvió a caer en la apostasía, lo cual resultó en su sujeción a los cananeos. Entonces surgió Débora, madre en Israel (Jueces 5:7). Llamó a Barac de Neftalí y profetizó que una ofensiva desde Tabor atraería al ejército de Sísara y Jabín a la aniquilación en el llano, incluyendo la muerte de Sísara por mano de una mujer (Jueces 4:8, 9).
Débora y Barac lograron la primera acción unida de Israel (Jueces 5:14- 17) desde la conquista, 175 años antes.
Dios luchó en contra de Sísara (Jueces 5:20) con una tormenta providencial (Jueces 5:4) que convirtió el llano en un pantano, inmovilizando los carros de Sísara. Fueron cortados en pedazos por la arremetida de la infantería de Israel y luego barridos por un torrente repentino (Jueces 5:21). Sísara huyó solo y fue muerto por la mujer Jael en Quedes (Jueces 4:11, 17-22). Jabín fue destruido (Jueces 4:24) y la tierra descansó por 40 años (Jueces 5:31), que corresponden al reinado de Ramsés III, el último gran faraón de la vigésima dinastía egipcia. Después de la batalla Débora y Barac cantaron el cántico de victoria de Débora (Jueces 5:2-31; 7).

DÉBORA SE PONE DE ACUERDO CON BARAC PARA LIBERARLOS. (JUECES 5: 4—6: 23)

4 Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot;
5 y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.
6 Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón;
7 y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?
8 Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré.
9 Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.
Débora era profetisa, instruida en el conocimiento divino por la inspiración del Espíritu de Dios. Juzgaba a Israel como boca de Dios para ellos; corregía los abusos y resolvía las quejas. Por orden de Dios, ella mandó a Barac que organizara un ejército y atacara las fuerzas de Jabín. Barac insistió mucho en que ella estuviera presente. Débora prometió ir con él. No lo iba a enviar donde ella misma no iría.
Quienes en el nombre de Dios llaman a su deber a los demás, deben estar dispuestos para asistirlos. Barac aprecia más la satisfacción de su mente, y el buen éxito de su empresa que el simple honor.

DERROTA DE SÍSARA.

10 Y juntó Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su mando; y Débora subió con él.
11 Y Heber ceneo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.
12 Vinieron, pues, a Sísara las nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor.
13 Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo de Cisón.
14 Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque éste es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él.
15 Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie.
16 Mas Barac siguió los carros y el ejército hasta Haroset-goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno.
La confianza de Sísara estaba en sus carros. Pero si tenemos base para esperar que Dios vaya delante de nosotros, podemos ir con valor y júbilo. No desmayéis por las dificultades que encontréis al resistir a Satanás, servir a Dios o sufrir por Él; porque, ¿no fue el Señor delante de vosotros? Seguidle entonces en todo.
Barac descendió aunque sobre el llano los carros de hierro tendrían ventaja sobre él: él dejó la montaña dependiendo del poder divino; porque solo en el Señor está la salvación de su pueblo, Jeremías 3: 23. Él no fue defraudado en su confianza.
Cuando Dios va delante de nosotros en los conflictos espirituales, debemos entrar en acción y, cuando por su gracia, nos da algún triunfo sobre los enemigos de nuestras almas, debemos mejorarlo estando alertas y resueltos.

JAEL MATA A SÍSARA.

17 Y Sísara huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Heber ceneo.
18 Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta.
19 Y él le dijo: Te ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir.
20 Y él le dijo: Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no.
21 Pero Jael mujer de Heber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió.
22 Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.
23 Así abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.
24 Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.
Los carros de Sísara eran su orgullo y su confianza. De esta manera, se frustran los que descansan en la criatura; como la caña cascada no sólo se quiebra, sino los atraviesa con muchos dolores. El ídolo se vuelve rápidamente una carga, Isaías 46: 1; Dios puede hacer que aquello por lo cual enloquecíamos, nos enloquezca de verdad.
Probablemente Jael haya realmente intentado ser amable con Sísara; pero por un impulso divino después fue llevado a considerarlo como el enemigo jurado del Señor y de su pueblo, y decidió destruirlo. Debemos romper todas nuestras relaciones con los enemigos de Dios si tenemos al Señor como nuestro Dios y su pueblo como nuestro pueblo.
El que había pensado destruir a Israel con sus muchos carros de hierro, es destruido con un clavo de hierro. De esa manera, lo débil del mundo confunde al poderoso. Los israelitas hubieran evitado mucha maldad si hubieran destruido más pronto a los cananeos, como Dios les mandó y los capacitó: pero más vale ser sabios tarde que nunca, y adquirir sabiduría por la experiencia.

ALABANZA Y GLORIA ATRIBUIDAS A DIOS (5: 1-23).

1 Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo:
2 Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel, Por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, Load a Jehová.
3 Oíd, reyes; escuchad, oh príncipes; Yo cantaré a Jehová, Cantaré salmos a Jehová, el Dios de Israel.
4 Cuando saliste de Seir, oh Jehová, Cuando te marchaste de los campos de Edom, La tierra tembló, y los cielos destilaron, Y las nubes gotearon aguas.
5 Los montes temblaron delante de Jehová, Aquel Sinaí, delante de Jehová Dios de Israel.
No debe haber pérdida de tiempo para agradecer al Señor sus misericordias; porque nuestras alabanzas son más aceptables, agradables y provechosas cuando fluyen de un corazón satisfecho. Por esto, se debe estimularse más el amor y el agradecimiento, y fijarse más profundamente, en el corazón del creyente; los acontecimientos serán más conocidos y recordados por más tiempo.
El Señor es quien debe tener toda la alabanza, no importa cuánto hayan hecho Débora, Barac o el ejército. La voluntad, el poder y el éxito fueron todos de Dios.

AFLICCIÓN Y LIBERACIÓN DE ISRAEL.

6 En los días de Samgar hijo de Anat, En los días de Jael, quedaron abandonados los caminos, Y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.
7 Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, Hasta que yo Débora me levanté, Me levanté como madre en Israel.
8 Cuando escogían nuevos dioses, La guerra estaba a las puertas; ¿Se veía escudo o lanza Entre cuarenta mil en Israel,
9 Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel, Para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo. Load a Jehová.
10 Vosotros los que cabalgáis en asnas blancas, Los que presidís en juicio, Y vosotros los que viajáis, hablad.
11 Lejos del ruido de los arqueros, en los abrevaderos, Allí repetirán los triunfos de Jehová, Los triunfos de sus aldeas en Israel; Entonces marchará hacia las puertas el pueblo de Jehová.
Débora describe el estado afligido de Israel bajo la tiranía de Jabín, para destacar que su salvación era pura gracia. Muestra la causa de su miseria. Fue su idolatría. Escogieron nuevos dioses con nombres nuevos. Pero tras todas esas imágenes era Satanás a quien adoraban. Débora fue una madre para Israel al fomentar diligentemente la salvación de sus almas. Llama a los que compartieron las ventajas de esta gran salvación para que ofrezcan su gratitud a Dios.
A los que se les ha restaurado, no sólo su libertad como a los demás israelitas, sino a su dignidad, que alaben a Dios. Esta es obra del Señor. En los actos suyos hizo justicia sobre sus enemigos. En épocas de persecución se recurre a las ordenanzas de Dios, las fuentes de salvación, de donde se extrae el agua de vida, con peligro para la vida de quienes los que le prestan atención. En todo momento Satanás tratará de impedir que el creyente se acerque al trono de la gracia. Fijaos en la bondad de Dios hacia su pueblo tembloroso.
La gloria de Dios es proteger a quienes están más expuestos y ayudar al más débil. Notemos el beneficio que tenemos por la paz pública, especialmente los habitantes de las aldeas, y demos la alabanza a Dios.

ALGUNOS ELOGIADOS, OTROS CENSURADOS.

12 Despierta, despierta, Débora; Despierta, despierta, entona cántico. Levántate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.
13 Entonces marchó el resto de los nobles; El pueblo de Jehová marchó por él en contra de los poderosos.
14 De Efraín vinieron los radicados en Amalec, En pos de ti, Benjamín, entre tus pueblos; De Maquir descendieron príncipes, Y de Zabulón los que tenían vara de mando.
15 Caudillos también de Isacar fueron con Débora; Y como Barac, también Isacar Se precipitó a pie en el valle. Entre las familias de Rubén Hubo grandes resoluciones del corazón.
16 ¿Por qué te quedaste entre los rediles, Para oír los balidos de los rebaños? Entre las familias de Rubén Hubo grandes propósitos del corazón.
17 Galaad se quedó al otro lado del Jordán; Y Dan, ¿por qué se estuvo junto a las naves? Se mantuvo Aser a la ribera del mar, Y se quedó en sus puertos.
18 El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte, Y Neftalí en las alturas del campo.
19 Vinieron reyes y pelearon; Entonces pelearon los reyes de Canaán, En Taanac, junto a las aguas de Meguido, Mas no llevaron ganancia alguna de dinero.
20 Desde los cielos pelearon las estrellas; Desde sus órbitas pelearon contra Sísara.
21 Los barrió el torrente de Cisón, El antiguo torrente, el torrente de Cisón. Marcha, oh alma mía, con poder.
22 Entonces resonaron los cascos de los caballos Por el galopar, por el galopar de sus valientes.
23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová; Maldecid severamente a sus moradores, Porque no vinieron al socorro de Jehová, Al socorro de Jehová contra los fuertes.
Débora invoca a su propia alma para que sea la más ferviente. El que enciende el fuego en los corazones de otros hombres con el amor de Cristo, debe arder primero con el mismo amor. Alabar a Dios es una tarea a la cual debemos despertar, y despertarnos para ella. Se da cuenta quiénes pelearon contra Israel, quiénes pelearon por ellos y quiénes se mantuvieron lejos. Quienes pelearon contra ellos. Eran enemigos obstinados del pueblo de Dios, por tanto, los más peligrosos.
Quiénes pelearon por ellos. Las diversas tribus que los ayudaron se mencionan aquí con honor; porque aunque Dios debe ser glorificado por sobre todo, los que son utilizados deben recibir su debido elogio para estímulo de los demás.
Pero toda la creación está en guerra contra los que tienen a Dios por enemigo. El río Cisón peleó contra sus enemigos. La mayor parte de las veces era poco profundo pero ahora, probablemente por la gran lluvia que cayó, estaba tan crecido y la corriente era tan profunda y fuerte, que quienes trataron de cruzarlo se ahogaron. El alma de la misma Débora peleó contra ellos. Cuando se emplea el alma en piadosos ejercicios y se hace obra de corazón, por la gracia de Dios, la fuerza de nuestros enemigos espirituales será pisoteada y caerán ante nosotros.
Observe quiénes se mantuvieron a la distancia y no se pusieron del lado de Israel, como pudiera haberse esperado. Así, muchos no cumplen su deber por miedo a los problemas, el amor a la comodidad y el indebido afecto por sus negocios y ventajas mundanales.
Los espíritus estrechos y egoístas no se cuidan por lo que le suceda a la iglesia de Dios con tal de conseguir, guardar y ahorrar dinero. Todos buscan lo suyo propio, Filipenses 2, 21. Algo pequeño les servirá de pretexto para quedarse en casa, a quienes no tienen la intención de comprometerse en servicios necesarios, porque presentan dificultades y peligros. Pues no podemos mantenernos fuera de la lucha entre el Señor y sus enemigos; y si no nos metemos activamente a fomentar su causa en este mundo malo, caeremos bajo la maldición contra los obreros de maldad.
Aunque no necesita ayuda humana, sin embargo, Dios se agrada en aceptar los servicios de quienes mejoran sus talentos para el progreso de su causa. Él requiere que cada hombre haga esto.

ELISABET (LUCAS 1: 5-56)

(gr., Elisabeth, Dios es mi juramento). Esposa del sacerdote Zacarías, ella misma del linaje de Aarón (Lucas 1:5-27). En cumplimiento de la promesa de Dios, en su vejez tuvo un hijo, Juan el Bautista.
Fue una mujer de inusual piedad, fe y dones espirituales, cuyo testimonio para su prima María debe haber sido un aliento incomparable. Lucas apreciaba el papel significativo de las mujeres en la historia de la redención y enfatizó la mediación del Espíritu Santo en la vida de Elisabeth.

ZACARÍAS E ELISABETH.

5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabeth.
6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
7 Pero no tenían hijo, porque Elisabeth era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,
9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.
10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.
11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.
13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabeth te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.
19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.
20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.
21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.
22 Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo.
23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.
24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabeth, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo:
25 Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.
El padre y la madre de Juan el Bautista eran pecadores como todos somos y fueron justificados y salvados en la misma forma que los demás, pero fueron eminentes por su piedad e integridad. No tenían hijos, y no podía esperarse que Elisabeth los tuviera a su avanzada edad.
Mientras Zacarías quemaba el incienso en el templo, toda la multitud oraba afuera. Todas las oraciones que ofrecemos a Dios son aceptadas y exitosas sólo por la intercesión de Cristo en el templo de Dios en lo alto. No podemos tener la expectativa de poseer un interés allí si no oramos, si no oramos con nuestro espíritu, y si no oramos con fervor.
Tampoco podemos esperar que lo mejor de nuestras oraciones sean aceptadas y traigan una respuesta de paz, si no es la mediación de Cristo, que siempre vive haciendo intercesión. Las oraciones que Zacarías ofrecía frecuentemente recibieron una respuesta de paz. Las oraciones de fe son archivadas en el cielo y no se olvidan.
Las oraciones hechas cuando éramos jóvenes y entrábamos al mundo, pueden ser contestadas cuando seamos viejos y estemos saliendo del mundo. Las misericordias son doblemente dulces cuando son dadas como respuestas a la oración. Zacarías tendrá un hijo a edad avanzada, el cual será instrumento para la conversión de muchas almas a Dios, y para su preparación para recibir el evangelio de Cristo. Se presentará ante Él con coraje, celo, santidad y una mente muerta a los intereses y placeres mundanos. Los desobedientes y los rebeldes serían convertidos a la sabiduría de sus antepasados justos, o más bien, llevados a atender la sabiduría del Justo que iba a venir a ellos.
Zacarías oyó todo lo que dijo el ángel, pero habló su incredulidad. Dios lo trató justamente al dejarlo mudo, porque él había objetado la palabra de Dios. Podemos admirar la paciencia de Dios para con nosotros. Dios lo trató amablemente, porque así le impidió hablar más cosas apartadas de la fe y en incredulidad. Así, también, Dios confirmó su fe. Si por las reprensiones a que estamos sometidos por nuestro pecado, somos guiados a dar más crédito a la palabra de Dios, no tenemos razón para quejarnos.
Aun los creyentes verdaderos son dados a deshonrar a Dios con incredulidad; y sus bocas son cerradas con silencio y confusión, cuando por el contrario, hubieran debido estar alabando a Dios con gozo y gratitud. En los tratos de la gracia de Dios con nosotros tenemos que observar sus consideraciones bondadosas para con nosotros. Nos ha mirado con compasión y favor y, por tanto, así nos ha tratado.

ANUNCIACIÓN DEL NACIMIENTO DE CRISTO.

26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
32 Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
36 Y he aquí tu parienta Elisabeth, ella también ha concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
37 porque nada hay imposible para Dios.
38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.
Aquí tenemos un relato de la madre de nuestro Señor; aunque no debemos orar a ella, de todos modos debemos alabar a Dios por ella. Cristo debía nacer milagrosamente. El discurso del ángel sólo significa: “Salve, tú que eres la escogida y favorecida especial del Altísimo para tener el honor que las madres judías han deseado por tanto tiempo”. Esta aparición y saludo prodigiosos turbaron a María.
El ángel le aseguró entonces que ella había hallado favor con Dios y que sería la madre de un hijo cuyo nombre ella debía llamar Jesús, el Hijo del Altísimo, uno en naturaleza y perfección con el Señor Dios. ¡JESÚS! El nombre que refresca los espíritus desfallecientes de los pecadores humillados; dulce para pronunciar y dulce de oír, Jesús, el Salvador.
No conocemos su riqueza y nuestra pobreza, por tanto, no corremos a Él; no nos damos cuenta que estamos perdidos y pereciendo, en consecuencia, Salvador es palabra de poco deleite. Si estuviéramos convencidos de la inmensa masa de culpa que hay en nosotros, y la ira que pende sobre nosotros, lista para caer sobre nosotros, sería nuestro pensamiento continuo: ¿Es mío el Salvador? Para que podamos hallarlo, debemos pisotear todo lo que estorba nuestro camino a Él. La respuesta de María al ángel fue el lenguaje de la fe y humilde admiración, y ella no pidió señal para confirmar su fe. Sin controversia, grande fue el misterio de la santidad, Dios manifestado en carne, 1ª Timoteo 3: 16.
La naturaleza humana de Cristo debía producirse de esa manera, para que fuera adecuada para Aquel que iba a ser unido con la naturaleza divina. Debemos, como María aquí, guiar nuestros deseos por la palabra de Dios. En todos los conflictos tenemos que recordar que nada es imposible para Dios; y al leer y oír sus promesas, convirtámoslas en oraciones: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.

ENCUENTRO DE MARÍA Y ELISABETH.

39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;
40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabeth.
41 Y aconteció que cuando oyó Elisabeth la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabeth fue llena del Espíritu Santo,
42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?
44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;
47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,
50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia
55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.
56 Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.
Muy bueno es que aquellos en cuyas almas ha comenzada la obra de la gracia se comuniquen entre sí. Elisabeth estaba consciente, cuando llegó María, de que se acercaba la que iba a ser la madre del gran Redentor. Al mismo tiempo, fue llena del Espíritu Santo, y bajo su influencia declaró que María y ella esperaban hijos que serían altamente bendecidos y felices, y particularmente honrados y queridos para el Dios Altísimo.
María, animada por el discurso de Elisabeth, y también bajo la influencia del Espíritu Santo, prorrumpió en gozo, admiración, y gratitud. Se sabía pecadora que necesitaba un Salvador, y que, de lo contrario, no podía regocijarse en Dios más que como interesada en su salvación por medio del Mesías prometido.
Los que captan su necesidad de Cristo, y que están deseosos de tener justicia y vida en Él, a ésos llena con cosas buenas, con las cosas mejores; y son abundantemente satisfechos con las bendiciones que da. Él satisfará los deseos del pobre en espíritu que anhela bendiciones espirituales, mientras los autosuficientes serán enviados lejos.

ESTER

(Heb. Ester, tal vez de Akkad. Ishtar [Venus]; gr., aster, estrella).
Huérfana judía en la ciudad de Susa que se convirtió en reina de Persia. Su nombre heb. Era Hadasa (mirto). Su primo Mardoqueo, que era un oficial menor del palacio, la crió como hija propia. Jerjes (Asuero), el rey persa, había divorciado a su esposa. Cuando buscó una nueva reina de entre las doncellas del reino, escogió a Ester. Cuando los judíos estaban en peligro de ser destruidos, ella pudo salvarlos. Se lee el libro que lleva su nombre en su honor todos los años en la fiesta de Purim.
ESTER Mujer judía, del linaje de Benjamín (Est 2.7), que llegó a ser reina del Imperio Persa. Por su gestión liberadora es heroína de su pueblo en una hora de crisis nacional (4.14). Era huérfana de padre y madre, pero su primo MARDOQUEO (2.7), varón inteligente (2.20), caritativo (2.7), precavido (2.11), fiel al rey (2.22) y firme en sus convicciones religiosas (3.2), la adoptó como hija. Su nombre hebreo era Hadasa (2.7).
A Ester la eligieron por esposa del rey ASUERO, y en este cargo le fue necesario, por algún tiempo, ocultar su origen judío (2.10, 20). Sin embargo, esto le permitió gobernar en favor de los suyos. Su primer gran enemigo dentro de la corte fue AMÁN, primer ministro nombrado por Asuero y cruel enemigo de los judíos (3.1). Amán hizo que el rey firmara un edicto de destrucción contra los israelitas (3.9–15), pero Mardoqueo supo del peligro que se cernía sobre su pueblo y acudió a la reina Ester para ordenarle inmediata intervención (4.12–14).
Ester ayunó (4.16), lo cual indica su sincera piedad, y uniendo su diplomacia de reina con la inteligencia de su primo Mardoqueo, a quien obedeció en todo (4.17), obtuvo que el rey dictase otro decreto en favor de los judíos perseguidos (7.1–8.12). A Amán lo condenaron a morir en la horca que él mismo ordenó levantar para Mardoqueo (7.10). Desde entonces los judíos conmemoran esta victoria con la fiesta nacional llamada ® PURIM (9.17–32). Después de la muerte de Amán, Mardoqueo ocupó el puesto de primer ministro del gran Imperio Persa (10.3) que, según narra la Biblia, «se extendía desde la India hasta Etiopía, sobre ciento veintisiete provincias» (1.1).
Ester se distingue sobre todo por su obediencia (2.20) y humildad; su admirable discreción (2.10, 20) y simpatía (2.7, 15); su preocupación por el bienestar de sus semejantes (4.5); su valor (4.11, 16; 5.1) y diplomacia (5.4, 12); su dureza con los perversos (7.6) y su fe (4.16); y su firme compromiso con los necesitados y perseguidos.

ESTER ELEGIDA REINA (2: 1-20).

1 Pasadas estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella.
2 Y dijeron los criados del rey, sus cortesanos: Busquen para el rey jóvenes vírgenes de buen parecer;
3 y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa, residencia real, a la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos;
4 y la doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey, y lo hizo así.
5 Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín;
6 el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia.
7 Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya.
8 Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres.
9 Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres.
10 Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase.
11 Y cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a Ester, y cómo la trataban.
12 Y cuando llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después de haber estado doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el tiempo de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres,
13 entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey.
14 Ella venía por la tarde, y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey la quería y era llamada por nombre.
15 Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían.
16 Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado.
17 Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti.
18 Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y disminuyó tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real.
19 Cuando las vírgenes eran reunidas la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey.
20 Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba.
 Vemos a qué cosas absurdas llegan los que fueron despojados de la revelación divina, y la necesidad que hay del evangelio de Cristo para purificar a los hombres de las lujurias de la carne y restaurarlos a la institución original del matrimonio.
Ester fue preferida como reina. Quienes sugieren que Ester cometió pecado por llegar a esta dignidad, no consideran las costumbres de sus tiempos y aquellos países. Cada una de las mujeres que el rey tomaba, estaba casada con él, y era su esposa, aunque de rango inferior. Pero cuán hundida está la naturaleza humana, ¡cuando cosas como estas son la búsqueda principal y la suprema felicidad mundana de los hombres! La decepción y la vejación deben sobrevenir.
El que más sabiamente considera su gozo, aun en esta vida presente, es el que obedece más exactamente los preceptos de la ley divina. Pero volvámonos a considerar la sabia providencia misericordiosa de Dios que va ejecutando sus designios profundos pero santos en medio de todo esto. Y que ningún cambio de nuestra condición sea pretexto para olvidar nuestros deberes con los padres, o los amigos que han ocupado su lugar.
4: 4 Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los aceptó.
Mardoqueo confiesa su relación con los judíos. Las calamidades públicas que oprimen a la Iglesia de Dios deben afectar nuestro corazón más que cualquier aflicción personal, y es particularmente angustiante ocasionar sufrimientos al prójimo. Dios protegerá a los que están expuestos al mal por la ternura de sus conciencias.

ESTER SE PROPONE INTERCEDER POR LOS JUDÍOS (4: 5-17).

5 Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, que él había puesto al servicio de ella, y lo mandó a Mardoqueo, con orden de saber qué sucedía, y por qué estaba así.
6 Salió, pues, Hatac a ver a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta del rey.
7 Y Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y le dio noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos.
8 Le dio también la copia del decreto que había sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que la mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo.
9 Vino Hatac y contó a Ester las palabras de Mardoqueo.
10 Entonces Ester dijo a Hatac que le dijese a Mardoqueo:
11 Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días.
12 Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester.
13 Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío.
14 Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?
15 Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo:
16 Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.
17 Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester.
Somos dados a retroceder antes servicios que llevan en sí peligros o pérdidas. Pero cuando lo demanda la causa de Cristo y de su pueblo, debemos tomar la cruz y seguirle. Cuando los cristianos se disponen a consultar primero su propia comodidad o seguridad, antes que el bien público, deben llevar la culpa. La ley era expresa; todos la conocían.
No es así en la corte del Rey de reyes: al estrado del trono de su gracia podemos acercarnos confiadamente con la seguridad de una respuesta de paz a la oración de fe. Somos bienvenidos, aun al Lugar Santísimo, por la sangre de Jesús.
La Providencia lo dispuso de tal manera para que, justo entonces, los afectos del rey se renovaran hacia Ester; la fe y el valor de ella sufrieron una prueba más dura; y la bondad de Dios, en el favor que ahora halló de parte del rey, por ello, brillaría más todavía. Indudablemente Amán hizo lo que pudo para poner al rey contra ella.
Mardoqueo sugiere que era una causa que de una u otra manera se llevaría a cabo, por lo cual ella podía aventurarse con seguridad. Este era el lenguaje de la fe firme, que no vacila ante la promesa, cuando el peligro amenaza más, antes bien contra toda esperanza cree en la esperanza. El que salve su vida con artificios pecaminosos, sin encomendarla a Dios en la senda del deber, la perderá en la senda del pecado.
La Providencia Divina había considerado llevar a Ester a ser reina. En consecuencia, está ligada por gratitud a prestar este servicio a Dios y a su Iglesia, de lo contrario, no responde a la finalidad de haber sido llevada a esa elevada posición. Sabio consejo y designio hay en todas las providencias de Dios que demostrarán haber sido concebidas para el bien de la iglesia.
Cada uno de nosotros debe considerar para qué propósito Dios nos ha puesto en el lugar en que estamos, y meditar en nuestra respuesta a ese objetivo, y cuidar de no dejarlo deslizar. Habiendo encomendado solemnemente nuestra alma y nuestra causa a Dios, podemos aventurarnos en su servicio.
Todos los peligros son triviales comparados con el peligro de perder nuestra alma. Pero, a menudo, el pecador tembloroso teme arrojarse sin reservas a la gratuita misericordia del Señor, como Ester temía presentarse ante el rey.
Aventúrese, como ella lo hizo, con ferviente oración y súplicas y le irá tan bien y mejor que a ella. La causa de Dios debe prevalecer: estamos a salvo al estar unidos a ella.

LA SOLICITUD DE ESTER ES RECIBIDA (5: 1-8).

1 Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró en el patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento.
2 Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces vino Ester y tocó la punta del cetro.
3 Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará.
4 Y Ester dijo: Si place al rey, vengan hoy el rey y Amán al banquete que he preparado para el rey.
5 Respondió el rey: Daos prisa, llamad a Amán, para hacer lo que Ester ha dicho. Vino, pues, el rey con Amán al banquete que Ester dispuso.
6 Y dijo el rey a Ester en el banquete, mientras bebían vino: ¿Cuál es tu petición, y te será otorgada? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será concedida.
7 Entonces respondió Ester y dijo: Mi petición y mi demanda es ésta:
8 Si he hallado gracia ante los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición y conceder mi demanda, que venga el rey con Amán a otro banquete que les prepararé; y mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado.
Habiendo prevalecido delante de Dios, como Jacob, Ester tuvo también poder sobre los hombres. El que pierda su vida por Dios la salvará, o la hallará en una vida mejor. El rey le dio ánimo.
Que nos sirva de estímulo para orar siempre a Dios y no desmayar. Ester se presentó ante un hombre soberbio e imperioso, pero nosotros nos presentamos ante el Dios de amor y gracia. Ella no fue llamada pero nosotros, sí; el Espíritu dice: Ven y la Esposa dice: Voy.
Ella tenía en su contra una ley, nosotros tenemos a favor una promesa, muchas promesas. Pedid y se os dará. Ella no tenía un amigo que la acompañara o rogara por ella; por el contrario, el favorito del rey, era su enemigo; pero nosotros tenemos un Abogado ante el Padre, y éste se complace en Él.
Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia. Dios puso en el corazón de Ester demorar un día más su petición; no sabía lo que iba a pasar esa noche, pero Dios sí.  

ESTER ACUSA A AMÁN (7: 1-6).

1 Fue, pues, el rey con Amán al banquete de la reina Ester.
2 Y en el segundo día, mientras bebían vino, dijo el rey a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada.
3 Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda.
4 Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y exterminados. Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.
5 Respondió el rey Asuero, y dijo a la reina Ester: ¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer esto?
6 Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina.
Si el amor por la vida nos hace rogar fervorosamente a quienes sólo pueden matar el cuerpo, ¡cuán fervorosas debieran ser nuestras oraciones a Aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno! ¡Cuánto debiéramos orar por la salvación de nuestros parientes, amigos y de todos los que nos rodean! Cuando presentamos peticiones a hombres grandes tenemos cautela para no ofenderles; hasta las quejas justas deben ser retenidas.
Pero cuando nos acercamos con reverencia al Rey de reyes, no podemos pedir ni esperar demasiado. Aunque nada, sino ira es lo que merecemos, Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.
 La observancia de las fiestas judías es una declaración pública de la verdad de las Escrituras del Antiguo Testamento. Y como las Escrituras del Antiguo Testamento son verdad, el Mesías esperado por los judíos vino hace mucho y ninguno otro sino Jesús de Nazaret puede ser ese Mesías.
El festival fue establecido por autoridad, pero bajo la dirección del Espíritu de Dios. Se lo llamó fiesta de Purim, por una palabra persa que significa suerte. El nombre de este festival les recordaría la omnipotencia del Dios de Israel, que sirvió sus propósitos por medio de las supersticiones de los paganos.
Al repasar nuestras misericordias debemos referirnos a temores y angustias anteriores. Cuando nuestras misericordias son personales, no debemos perder el consuelo de ellas olvidándolas ni quitarle al Señor la gloria debida a su Nombre. Que el Señor nos enseñe a regocijarnos con ese gozo santo que anticipa y prepara para la bendición del cielo.
Cada caso de bondad divina hacia nosotros, es una nueva obligación de hacer el bien especialmente a los que más necesitan nuestra abundancia. Por sobre todo, la redención por medio de Cristo nos obliga a ser misericordiosos, 2 Corintios 8: 9.
Si vivimos por la fe de Cristo, seremos activos conforme a la habilidad y a las oportunidades que Él nos da para fomentar su gloria, y los mejores intereses de los hombres. Si nuestra fe es genuina, obrará por amor. Esperad en fe y oración, y el hecho será seguro y glorioso; nuestra salvación es segura por nuestro Señor Jesucristo.

EVA

Primera mujer, esposa de ADÁN, quien la llamó «madre de todos los vivientes» (Gn 3.20). La etimología exacta de «Eva» es difícil de establecer. En el relato de la creación, Dios, al ver que Adán estaba solo y sin ayuda para cultivar el huerto, hizo a la mujer de la misma sustancia del hombre (Gn 2.21). Cuando Adán recibió a esta criatura idónea y particular, la llamó «varona» para expresar el común origen de los sexos. Así, Génesis 2 explica que la poderosa atracción entre el hombre y la mujer se debe a que en la creación fueron literalmente «una carne».
Tentada por la serpiente, Eva reparó en el atractivo sensual, estético e intelectual de la fruta prohibida. Comió e indujo a Adán a la desobediencia también. El triple castigo que Dios impuso a la mujer creó una tensión irresoluble: dolores en sus preñeces, deseo de su marido, dominación por él (Gn 3). A pesar de la amenaza de la muerte, Eva pudo regocijarse del milagro de la continuación de la vida humana en la voluntad de Jehová (Gn 4.1).
Pablo se apoya precisamente en la susceptibilidad de Eva ante la tentación, para recomendar la sujeción de la mujer en la iglesia (1 Ti 2.11–15; cf. 2 Co 11.3).

LEA

Hija mayor de LABÁN y hermana de Raquel. Fue dada por esposa a JACOB, aun cuando este había acordado servir a Labán a cambio de Raquel, su hija más bella.
Puesto que las costumbres del lugar prohibían casar la hija menor antes que a la mayor, Labán engañó a Jacob entregándole a Lea en lugar de Raquel.
Aunque menospreciada por su marido, Lea fue honrada en Israel como madre de seis tribus (Gn 29.31–35). La sepultaron en la cueva de Macpela (49.31).

EL CONTRATO DE JACOB POR RAQUEL Y EL ENGAÑO DE LABÁN.

15 Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de balde? Dime cuál será tu salario.
16 Y Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel.
17 Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer.
18 Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor.
19 Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate conmigo.
20 Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.
21 Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella.
22 Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.
23 Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella.
24 Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada.
25 Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?
26 Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor.
27 Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años.
28 E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla; y él le dio a Raquel su hija por mujer.
29 Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada.
30 Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.
En el mes que Jacob se pasó como huésped, no estuvo ocioso. Dondequiera estemos es bueno ocuparnos en algo útil. Labán estaba deseoso de que Jacob siguiera con él. No se debe sacar ventaja de las relaciones con los subordinados; es nuestro deber recompensarlos.
Jacob hizo saber a Labán el afecto que tenía por su hija Raquel. Careciendo de bienes mundanos con los cuales dotarla, promete siete años de servicio. El amor hace cortos y fáciles los servicios largos y difíciles; de ahí que leemos del trabajo del amor, Hebreos 6: 10. Si sabemos valorar la felicidad del cielo, los sufrimientos de este tiempo presente serán como nada para nosotros. Una era de trabajo no será sino unos pocos días para los que aman a Dios y anhelan la venida de Cristo. Jacob, que se había aprovechado de su padre, ahora es utilizado por Labán, su suegro, con un engaño parecido. De aquí, que por injusto que haya sido Labán, el Señor fue justo: ver Jueces 1: 7. Aun los justos, si dan un paso en falso, así les paga Dios en la tierra.
Muchos que como Jacob no son desengañados por la persona, en sus matrimonios, pronto se hallan, para su gran dolor, desencantados por el carácter. La elección de esta relación debe hacerse con buen consejo y pensamiento por ambas partes. Hay razones para creer que la excusa de Labán no era cierta. Su modo de zanjar la cuestión empeoró lo malo. Jacob se vio llevado al problema de las muchas esposas.
Él no podía rechazar a Raquel porque la había desposado; mucho menos podía rechazar a Lea. Todavía no había un mandamiento expreso contra casarse con más de una esposa. Era pecado de ignorancia en los patriarcas, pero no justifica la misma costumbre actual cuando la voluntad de Dios está claramente dada a conocer por la ley divina, Levítico 18: 18, y más plenamente desde que, por nuestro Salvador, pueden unirse solamente un hombre y una mujer, 1ª Corintios 7: 2.

LOS HIJOS DE LEA.

31 Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril.
32 Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ha mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido.
33 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón.
34 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví.
35 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz.
Los nombres que Lea da a sus hijos expresaban su respeto y consideración tanto hacia Dios y hacia su esposo. Rubén, o Mira un hijo, con este pensamiento, Ahora mi marido me amará; Leví, o unido con la expectativa de que Esta vez mi marido se unirá conmigo. El afecto mutuo es a la vez el deber y el consuelo de la relación conyugal; y los compañeros de yugo deben considerar el agradarse uno a otro, 1ª Corintios 7: 33, 34.
Ella reconoce, agradecida, la bondadosa providencia de Dios al escucharla. En todo lo que nos sostenga y consuele en las aflicciones o se ocupe de nuestra liberación de ellas, es Dios quien debe ser reconocido en eso. Llamó Judá a su cuarto hijo, o alabanza diciendo, Esta vez alabaré a Jehová. De este, según la carne, es que vino Cristo. Cualquiera sea la razón de nuestro regocijo debe ser el tema de nuestra acción de gracias.
Los favores frescos deben apresurarnos a alabar a Dios por los favores anteriores. Esta vez alabaré a Jehová más y mejor de lo que lo he hecho. Todas nuestras alabanzas deben centrarse en Cristo, como objeto de ellas y como Mediador de ellas. Él descendió, según la carne, de aquel cuyo nombre era “Alabanza”, y Él es nuestra alabanza. ¿Está Cristo formado en mi corazón? Esta vez alabaré a Jehová.

RAQUEL

Hija menor de LABÁN y esposa preferida de JACOB . Fue madre de José y Benjamín. Jacob encontró a su prima Raquel junto a un pozo en la tierra de Harán y, enamorado de la joven, accedió a servir a Labán siete años por ella. Irónicamente, Jacob, el engañador de su padre, fue víctima del engaño de Labán. Este le entregó primero a su hija mayor Lea. Para casarse también con Raquel pocos días después, Jacob tuvo que prometer otros siete años de servicio (Gn 29.1–30).
Por muchos años Raquel fue estéril, mientras que su hermana, Lea, tuvo cuatro hijos.
Afligida por esto, Raquel entregó su sierva Bilha a Jacob para que los hijos de esta fueran contados como descendencia suya, práctica común de la época. Más tarde Dios se acordó de Raquel y ella dio a luz a José (Gn 29.31–30.24).
Cuando Jacob decidió volver a Canaán, tanto Raquel como Lea lo apoyaron. Sin embargo, Raquel provocó la ira de su padre al hurtar los ídolos de este ( TERAFÍN). Labán salió a perseguir a Jacob, pero, cuando lo alcanzó, Raquel usó una estratagema para esconder los ídolos y así se escapó del anatema que Jacob mismo había pronunciado sobre aquel en cuyo poder fuesen hallados (Gn 31). Al llegar a Bet-el, en la tierra prometida, Jacob extirpó de su familia el paganismo (Gn 35.2–4).
Por ser la favorita de Jacob, Raquel fue especialmente protegida cuando el grupo se enfrentó a Esaú (Gn 33.1, 2). Al nacer su segundo hijo, Benjamín, Raquel murió y fue sepultada entre Bet-el y Efrata, lugar identificado en Gn 33.19 y 48.7 como BELÉN.
Desde el siglo IV d.C. existe un monumento sobre la supuesta tumba de Raquel en el camino de Belén a Jerusalén.
Como madre de la tribu de Benjamín y abuela de las medias tribus de Efraín y Manasés, Raquel fue una de las que «edificaron la casa de Israel» (Rt 4.11). Mateo (2.17, 18) afirma que la matanza de los inocentes perpretada por Herodes fue el cumplimiento de la profecía de Jeremías 31.15 acerca del «lloro» de Raquel por sus hijos perecidos.

OTRO RELATO MÁS DE LA FAMILIA DE JACOB. (GÉN 30)

1 Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero.
2 Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?
3 Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella.
4 Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella.
5 Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob.
6 Dijo entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan.
7 Concibió otra vez Bilha la sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob.
8 Y dijo Raquel: Con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido. Y llamó su nombre Neftalí.
9 Viendo, pues, Lea, que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a Jacob por mujer.
10 Y Zilpa sierva de Lea dio a luz un hijo a Jacob.
11 Y dijo Lea: Vino la ventura; y llamó su nombre Gad.
12 Luego Zilpa la sierva de Lea dio a luz otro hijo a Jacob.
13 Y dijo Lea: Para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa; y llamó su nombre Aser.
Raquel envidiaba a su hermana: la envidia es dolerse porque el prójimo está bien; no hay pecado que sea más odioso para Dios que ese o más dañino para nuestro prójimo y nosotros mismos. Ella no consideró que Dios establece la diferencia y que en otras cosas ella tenía la ventaja. Cuidadosamente estemos vigilantes contra todas las apariciones y obras de esta pasión en nuestra mente.
Que nuestro ojo no sea malo para con ninguno de nuestros consiervos porque el ojo de nuestro Amo es bueno. Jacob amaba a Raquel y, por tanto, la reprendió por hablar mal. Las reprimendas fieles revelan un verdadero afecto.
Dios puede ocupar el lugar de cualquier criatura en nosotros pero es pecado y necedad poner a una criatura en el lugar de Dios y depositar en la criatura la confianza que sólo a Él debe darse. Jacob, convencido por Raquel, tomó a Bilha, doncella de ella, como esposa para que, conforme a las costumbres de la época, sus hijos fueran de su señora. Si su corazón no hubiera estado influido por las malas pasiones, Raquel hubiera pensado en los hijos de su hermana, más cercanos a ella y con más derecho a su cariño que los de Bilha. Pero le eran más deseables los hijos a quienes ella tenía derecho de mandar que los hijos a quienes ella tenía más razón para amar.
Como ejemplo precoz de su poder sobre estos hijos, ella se complace en darles nombres que llevan en sí la marca de su rivalidad con su hermana. Véase lo que son las raíces de amargura, envidia y discordia y cuánto mal hacen entre los seres queridos. Jacob, convencido por Lea, tomó a Zilpa, su doncella, como esposa también. Véase el poder de los celos y la rivalidad y admírese la sabiduría del designio divino, que une a un  solo hombre con una sola mujer; porque Dios nos ha llamado a la paz y a la pureza.

RAQUEL DA A LUZ A JOSÉ.

14 Fue Rubén en tiempo de la siega de los trigos, y halló mandrágoras en el campo, y las trajo a Lea su madre; y dijo Raquel a Lea: Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.
15 Y ella respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de llevar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel: Pues dormirá contigo esta noche por las mandrágoras de tu hijo.
16 Cuando, pues, Jacob volvía del campo a la tarde, salió Lea a él, y le dijo: Llégate a mí, porque a la verdad te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo. Y durmió con ella aquella noche.
17 Y oyó Dios a Lea; y concibió, y dio a luz el quinto hijo a Jacob.
18 Y dijo Lea: Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto di mi sierva a mi marido; por eso llamó su nombre Isacar.
19 Después concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob.
20 Y dijo Lea: Dios me ha dado una buena dote; ahora morará conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón.
21 Después dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina.
22 Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos.
23 Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta;
24 y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo.
El deseo de ser la madre de la Simiente prometida, bueno en sí mismo, pero a menudo demasiado grande e irregular, junto con el honor de tener muchos hijos y el reproche de ser estéril, fueron algunas causas de esta inconveniente disputa entre las hermanas. La verdad parece ser que ellas estaban influidas por las promesas de Dios a Abraham a cuya posteridad se le dio la promesa de las más ricas bendiciones, y de quienes iba a venir el Mesías.

REBECA

Hija de Betuel, hermana de LABÁN , y esposa de ISAAC . Génesis 24, una joya de la literatura antigua, relata cómo Abraham comisionó a su siervo la búsqueda de esposa para su hijo, no en Canaán, sino en su tierra nativa. Dios prosperó el viaje del siervo y le guió hasta Rebeca, sobrina de Abraham. Esta accedió a la propuesta de matrimonio, y sus parientes, reconociendo la mano de Dios, la enviaron al lejano país del Neguev (Gn 24.62).
Por veinte años Rebeca fue estéril, pero luego, como contestación a las oraciones de Isaac, dio a luz gemelos: ESAÚ y JACOB. Como estaba profetizado desde antes de su nacimiento, los hermanos fueron rivales, y Rebeca se inclinaba por Jacob (Gn 25.20–28). Tal como en una ocasión anterior habían hecho Abraham y Sara, Isaac y Rebeca fingieron ser hermanos por temor a los filisteos en cuyo territorio moraban (Gn 26.6–11). Rebeca e Isaac se entristecieron por las esposas paganas de su hijo Esaú (Gn 26.34).
El favoritismo maternal produjo resultados funestos en el hogar cuando Rebeca ayudó a Jacob a conseguir con engaño la bendición destinada al primogénito. Rebeca instó a Jacob a huir de Esaú y nunca lo volvió a ver (Gn 27). Fue sepultada en la cueva de MACPELA (Gn 49.31).

VIAJE DEL SIERVO DE ABRAHAM A MESOPOTAMIA Y SU ENCUENTRO CON REBECA. (GÉN: 24: 10-64)

10 Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda clase de regalos escogidos de su señor; y puesto en camino, llegó a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor.
11 E hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, la hora en que salen las doncellas por agua.
12 Y dijo: Oh Jehová, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham.
13 He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua.
14 Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que habrás hecho misericordia con mi señor.
15 Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rebeca, que había nacido a Betuel, hijo de Milca mujer de Nacor hermano de Abraham, la cual salía con su cántaro sobre su hombro.
16 Y la doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido; la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía.
17 Entonces el criado corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro.
18 Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber.
19 Y cuando acabó de darle de beber, dijo: También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber.
20 Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos.
21 Y el hombre estaba maravillado de ella, callando, para saber si Jehová había prosperado su viaje, o no.
22 Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez,
23 y dijo: ¿De quién eres hija? Te ruego que me digas: ¿hay en casa de tu padre lugar donde posemos?
24 Y ella respondió: Soy hija de Betuel hijo de Milca, el cual ella dio a luz a Nacor.
25 Y añadió: También hay en nuestra casa paja y mucho forraje, y lugar para posar.
26 El hombre entonces se inclinó, y adoró a Jehová,
27 y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de mi amo Abraham, que no apartó de mi amo su misericordia y su verdad, guiándome Jehová en el camino a casa de los hermanos de mi amo.
28 Y la doncella corrió, e hizo saber en casa de su madre estas cosas.
Vv. 10—28. El siervo de Abraham reconocía devotamente a Dios. Nosotros estamos autorizados para encargar en detalle nuestros asuntos al cuidado de la divina providencia. Propone una señal, no porque tratara de no seguir más adelante si no era prosperado en ello; más bien es una oración para que Dios provea una buena esposa para su joven amo; y esa fue una buena oración. Ella debía ser sencilla, trabajadora, humilde, alegre, servicial y hospedadora.
No importa cuál sea la moda, el sentido común y la piedad nos indican que estas son las cualidades apropiadas para una esposa y madre, pues es quien será compañera de su marido, administradora de las cosas domésticas y encargada de la formación de la mente de sus hijos. Cuando el mayordomo fue a buscar una esposa para su amo, no fue a lugares de diversión y placer pecaminoso orando para encontrar a una allí, sino que fue al pozo de agua, esperando encontrar allí a una que estuviera ocupada. Oró que agradara a Dios hacer claro y llano su camino ante él en este asunto. Nuestros tiempos están en las manos de Dios; no sólo los sucesos mismos sino sus tiempos.
Debemos cuidarnos de no ser audaces en exceso insistiendo en lo que Dios debe hacer, no sea que los hechos debiliten nuestra fe en lugar de fortalecerla. Pero Dios lo escuchó y le allanó el camino. En todos los aspectos Rebeca respondía a las características que él buscaba en la mujer que iba a ser la esposa de su amo. Cuando llegó al pozo, ella se agachó, llenó su jarro y se enderezó para irse a casa.
No se detuvo a mirar al forastero y sus camellos sino que se ocupó de sus asuntos y no hubiera sido apartada de ellos sino por una oportunidad de hacer el bien. No se puso a conversar con él por curiosidad o confiada, sino que le respondió con modestia. Satisfecho de que el Señor había oído su oración, regaló a la doncella unos adornos de los que se usan en los países orientales; al mismo tiempo que le preguntaba sobre su familia.
Al saber que era pariente de su amo, inclinó la cabeza y adoró, bendiciendo a Dios. Sus palabras fueron dirigidas al Señor pero dichas al alcance del oído de Rebeca, que pudo darse cuenta quién era él y de dónde venía.

REBECA Y SUS FAMILIARES CONSIENTEN AL MATRIMONIO DE ELLA.

29 Y Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, a la fuente.
30 Y cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: Así me habló aquel hombre, vino a él; y he aquí que estaba con los camellos junto a la fuente.
31 Y le dijo: Ven, bendito de Jehová; ¿por qué estás fuera? He preparado la casa, y el lugar para los camellos.
32 Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían.
33 Y le pusieron delante qué comer; mas él dijo: No comeré hasta que haya dicho mi mensaje. Y él le dijo: Habla.
34 Entonces dijo: Yo soy criado de Abraham.
35 Y Jehová ha bendecido mucho a mi amo, y él se ha engrandecido; y le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
36 Y Sara, mujer de mi amo, dio a luz en su vejez un hijo a mi señor, quien le ha dado a él todo cuanto tiene.
37 Y mi amo me hizo jurar, diciendo: No tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito;
38 sino que irás a la casa de mi padre y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo.
39 Y yo dije: Quizás la mujer no querrá seguirme.
40 Entonces él me respondió: Jehová, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino; y tomarás para mi hijo mujer de mi familia y de la casa de mi padre.
41 Entonces serás libre de mi juramento, cuando hayas llegado a mi familia; y si no te la dieren, serás libre de mi juramento.
42 Llegué, pues, hoy a la fuente, y dije: Jehová, Dios de mi señor Abraham, si tú prosperas ahora mi camino por el cual ando,
43 he aquí yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, a la cual dijere: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro,
44 y ella me respondiere: Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua; sea ésta la mujer que destinó Jehová para el hijo de mi señor.
45 Antes que acabase de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua; y le dije: te ruego que me des de beber.
46 Y bajó prontamente su cántaro de encima de sí, y dijo: Bebe, y también a tus camellos daré de beber. Y bebí, y dio también de beber a mis camellos.
47 Entonces le pregunté, y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel hijo de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente en su nariz, y brazaletes en sus brazos;
48 y me incliné y adoré a Jehová, y bendije a Jehová Dios de mi señor Abraham, que me había guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo.
49 Ahora, pues, si vosotros hacéis misericordia y verdad con mi señor, declarádmelo; y si no, declarádmelo; y me iré a la diestra o a la siniestra.
50 Entonces Labán y Betuel respondieron y dijeron: De Jehová ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno.
51 He ahí Rebeca delante de ti; tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu señor, como lo ha dicho Jehová.
52 Cuando el criado de Abraham oyó sus palabras, se inclinó en tierra ante Jehová.
53 Y sacó el criado alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca; también dio cosas preciosas a su hermano y a su madre.
La concertación del matrimonio de Isaac y Rebeca se narra con mucho detalle. Tenemos que notar la providencia de Dios en los hechos corrientes de la vida humana y, en ellos, ejercer prudencia y otras gracias. Labán fue a pedirle al siervo de Abraham que entrara pero no antes de ver el aro y el brazalete en manos de su hermana. Conocemos el carácter de Labán por su conducta posterior y podemos pensar que él no hubiera estado tan libre para hospedarlo si no hubiera esperado ser bien recompensado.
El siervo estaba dedicado a su tarea. Aunque terminaba un viaje y había llegado a la casa que buscaba, no comería sino hasta cumplir su diligencia. Hacer nuestro trabajo y cumplir nuestros cometidos, sean para Dios o el hombre, debe ser preferido por nosotros antes que la comida; era la comida y bebida de nuestro Salvador, Juan 4: 34. Les cuenta el encargo que su amo le dio, con la razón de ellos. Relata lo pasado en el pozo, para apoyar la proposición, mostrando sencillamente el dedo de Dios en ello. Los sucesos que nos parecen efecto de una elección, de planes o del azar, son determinados por Dios. Esto no impide, más bien estimula, el uso de todos los medios apropiados.
Ellos aceptan libre y alegremente la proposición; cuando procede del Señor, todo asunto probablemente resultará fácil. El siervo de Abraham reconoce agradecido el buen éxito que ha hallado. Él era un hombre humilde y los hombres humildes no se avergüenzan de su situación en la vida, cualquiera sea. Todas nuestras preocupaciones temporales son dulces si se mezclan con la piedad.

EL FELIZ ENCUENTRO Y MATRIMONIO DE ISAAC Y REBECA.

54 Y comieron y bebieron él y los varones que venían con él, y durmieron; y levantándose de mañana, dijo: Enviadme a mi señor.
55 Entonces respondieron su hermano y su madre: Espere la doncella con nosotros a lo menos diez días, y después irá.
56 Y él les dijo: No me detengáis, ya que Jehová ha prosperado mi camino; despachadme para que me vaya a mi señor.
57 Ellos respondieron entonces: Llamemos a la doncella y preguntémosle.
58 Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré.
59 Entonces dejaron ir a Rebeca su hermana, y a su nodriza, y al criado de Abraham y a sus hombres.
60 Y bendijeron a Rebeca, y le dijeron: Hermana nuestra, sé madre de millares de millares, y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos.
61 Entonces se levantó Rebeca y sus doncellas, y montaron en los camellos, y siguieron al hombre; y el criado tomó a Rebeca, y se fue.
62 Y venía Isaac del pozo del Viviente-que-me-ve; porque él habitaba en el Neguev.
63 Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían.
64 Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello;
65 porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Éste es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió.
66 Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho.
67 Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre.
El siervo de Abraham, como quien opta por su trabajo antes que por su placer, estaba presuroso por llegar a casa. Demorarse y quedarse no son propios en absoluto de un hombre sabio y bueno que es fiel a su deber. Como los hijos no deben casarse sin el consentimiento de sus padres, así los padres no deben casarlos sin el de ellos. Rebeca consintió, no sólo en ir sino en irse de inmediato.
La bondad del carácter de Rebeca muestra que nada incorrecto había en su respuesta aunque no concuerde con nuestras costumbres modernas. Podemos esperar que ella tuviera una idea tal de la religión y piedad de la familia a la que iba, que se sintió dispuesta a olvidar a su propia gente y la casa de su padre. Sus amigas la despidieron con atenciones apropiadas y con cordiales buenos deseos.
Ellas bendijeron a Rebeca. Cuando nuestras relaciones entran en una situación nueva, debemos encomendarlas por medio de la oración a la bendición y gracia de Dios. Isaac estaba bien ocupado cuando se encontró con Rebeca. Salió a aprovechar una tarde tranquila en un lugar solitario para meditar y orar, esos ejercicios divinos por los cuales conversamos con Dios y con nuestros propios corazones. Las almas santas aman el retiro; nos hará bien estar a solas con frecuencia si usamos eso en forma correcta; y nunca estamos menos solos que cuando estamos a solas.
Observe qué hijo tan afectuoso era Isaac: casi tres años habían pasado desde que murió su madre y, sin embargo, él aún no se había consolado. Vea también qué marido cariñoso fue con su esposa. Los hijos respetuosos prometen ser maridos cariñosos; el que cumple con honor su primera posición en la vida, probablemente haga lo mismo en las siguientes.

MARIA HERMANA DE LAZARO Y MARTA (LUCAS JUAN 11)

(gr., María, Mariam, del heb., miryam).
María De Betania, Hermana De Marta Y Lázaro. Era sin duda discípula de Jesús, y cuando este llegó a su casa, dejó a su hermana las preocupaciones domésticas para sentarse a los pies del Maestro. Jesús elogió la acción de María cuando Marta reclamó la ayuda de esta (Lc 10.38–42). Aparece especialmente en la narración de la enfermedad y muerte de Lázaro su hermano, lo cual ocasionó otra visita de Jesús a Betania, y dio a María la oportunidad de mostrar otra vez su devoción (Jn 11.1–44) y su fe en Jesús (v. 32).
Más tarde también mostró esa devoción ungiendo los pies del Señor (Lc 7.36–50), acto ocurrido casi en el inicio del ministerio de Jesús en Galilea, en casa de un fariseo. Por otro lado, parece que Mateo (26.6–13) y Marcos (14.3–9) sí se refieren a María sin nombrarla y con la diferencia de que el ungimiento es en la cabeza. Jesús interpretó este acto a la luz de su muerte inminente.

JESÚS EN LA CASA DE MARTA Y MARÍA (LUCAS 10: 38-42)

38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
Un buen sermón no es peor por ser predicado en una casa; y las visitas de nuestros amigos deben ser de tal modo administradas como para hacer que busquen el bien de sus almas. Sentarse a los pies de Cristo significa disposición pronta para recibir su palabra, y sumisión a su dirección. Marta estaba preocupada de atender a Cristo y a los que venían con Él. Aquí había respeto hacia nuestro Señor Jesús en la atención correcta de sus quehaceres domésticos, pero había algo de culpa.
Ella estaba muy dedicada a servir: abundancia, variedad, y exactitud. La actividad mundanal es una trampa para nosotros cuando nos impide servir a Dios y obtener lo bueno para nuestras almas. ¡Cuánto tiempo se desperdicia innecesariamente y, a menudo, se acumulan gastos para atender a quienes profesan el evangelio!
Aunque Marta era culpable en esta ocasión, era, no obstante, creyente verdadera y su conducta general no descuidaba la cosa necesaria. El favor de Dios es necesario para nuestra dicha: la salvación de Cristo es necesaria para nuestra seguridad. Donde se atienda esto, todas las demás cosas tomarán su correcto lugar. Cristo declaró: María ha elegido la buena cosa.
Porque una cosa es necesaria, y esta cosa hizo ella, rendirse a la dirección de Cristo. Las cosas de esta vida nos serán quitadas por completo cuando nosotros seamos quitados de ella, pero nada nos separará del amor de Cristo y de tener parte en ese amor. Los hombres y los demonios no pueden quitárnoslo, y Dios y Cristo no lo harán. Preocupémonos con más diligencia de la única cosa necesaria.

MARÍA UNGE A CRISTO (JUAN 12: 1-11).

1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
2 Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.
3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar:
5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?
6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.
7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.
8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, más a mí no siempre me tendréis.
9 Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
10 Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro,
11 porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
Cristo había reprendido a Marta anteriormente porque se afanaba con mucho servicio, pero ella no dejó de servir, como algunos que, con belicosidad, se van al otro extremo cuando son hallados en falta por exagerar una cosa; ella siguió sirviendo, pero dentro del alcance de las palabras de la gracia de Cristo.
María dio una señal de amor a Cristo, que le había dado verdaderas señales de su amor por ella y su familia. El Ungido de Dios será nuestro Ungido. Como Dios derramó el óleo de alegría sobre Él, por más que a sus compañeros, así nosotros derramemos el ungüento de nuestros mejores afectos sobre Él. El pecado necio es embellecido con un pretexto creíble por Judas.
No debemos pensar que los que no hacen el servicio a nuestra manera no lo hacen de manera aceptable. El amor al dinero que reina es robo de corazón. La gracia de Cristo hace comentarios bondadosos de las palabras y acciones piadosas, sacando lo mejor de lo que está mal, y el máximo de lo bueno. Se debe aprovechar las oportunidades; y primero y con mayor vigor las que probablemente sean las más breves.
Confabularse para impedir el efecto ulterior del milagro, matando a Lázaro, es tanta iniquidad, malicia y necedad que no se puede entender, salvo por la enemistad enconada del corazón humano contra Dios. Ellos resolvieron que debía morir el hombre que el Señor había resucitado. El éxito del evangelio suele enojar tanto a los impíos que hablan y actúan como si esperaran triunfar sobre el mismo Todopoderoso.

CRISTO UNGIDO EN BETANIA (MATEO 26: 6-13).

6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,
7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.
8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?
9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.
10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.
11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.
12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Vv. 6—13. El ungüento derramado sobre la cabeza de Cristo era una señal del mayor respeto.
Donde hay amor verdadero por Jesucristo en el corazón, nada se considerará como demasiado bueno para dárselo a Él. Mientras más se ponga reparos a los siervos de Cristo y a sus servicios, más manifiesta Él su aceptación. Este acto de fe y amor fue tan notable que sería registrado como monumento a la fe y amor de María para todas las eras futuras, y en todos los lugares donde se predicara el evangelio. Esta profecía se cumple.

MARIA, LA MADRE DE JESUS.

Era descendiente de David (Rom 1:3; Hechos 2:30; 2 Timoteo 2:8). Quién proveyó las narraciones de la infancia de Jesús (Mateo 1; 2; Lucas 1; 2) no se sabe, pero es muy probable que el relato vino de María misma. Vivió hasta el período apostólico, mientras que parece que José murió antes de la crucifixión de Jesús ya que no hay mención de él después del incidente en el templo cuando Jesús tenía 12 años.
María pudo haber contado todo esto a los líderes de la iglesia, incluyendo a Lucas. Era pariente de Elisabeth, la madre de Juan el Bautista (Lucas 1:36).
Lucas registra su temor como jovencita (Lucas 1:26, 27), su humilde sumisión a la voluntad de Dios (Lucas 1:38) y su cántico de alabanza a Dios por el favor que se le había concedido al ser la madre del Mesías (Lucas 1:39-55). Ni ella ni José entendieron completamente a su hijo (Lucas 2:50). En Caná de Galilea (Juan 2:1-11) María parece tener un indicio de que Jesús tenía algo más que poderes naturales, pero ella tuvo que ser corregida en relación a su noción del uso de estos poderes.
En un episodio (Mateo 12:46; Marcos 3:21, 31; Lucas 8:19-21) Jesús enseña que estar relacionado físicamente con él no trae consigo privilegios especiales, ni derechos a interferir con él; la misma lección que enseñó en otra ocasión más tarde (Lucas 11:27). María estuvo cerca de la cruz (Juan 19:25 ss.) y en el aposento alto (Hechos 1:14) después de la resurrección y ascensión de Jesús.
Según las narraciones de la infancia de Jesús en Mateo y Lucas, María, una doncella joven de NAZARET y desposada con JOSÉ, recibe el anuncio angelical del nacimiento de Jesús. La anunciación (Lc 1.26–38) es precisamente la notificación a María de que Dios le ha conferido gracia y bendición al escogerla como madre del Mesías.
La pregunta con que María respondió al ángel («¿cómo será esto? pues no conozco varón») la han interpretado algunos exégetas católicos como indicio de que había hecho un voto de virginidad. Sin embargo, otros exégetas católicos y la interpretación protestante presentan fuertes argumentos en contra de esta idea: el concepto judío del matrimonio no admite la posibilidad de un voto de tal naturaleza (ver. Hermanos De Jesús).
Tampoco su condición de prometida, para la cual María habría dado su consentimiento según la costumbre, permite pensar que ella no contemplara la consumación del matrimonio. Se concluye que María puso la objeción de que no conocía varón simplemente porque no entendía cómo la promesa de una maternidad inmediata podría realizarse, dada su condición de virgen desposada solamente. Al enterarse de que sería una concepción virginal, María expresa su conformidad con la voluntad divina (Lc 1.38), actitud típica de profetas y siervos de Dios a través de la historia de Israel. En ninguna manera pueden entenderse sus palabras como un fiat de colaboración humana en la consecución de la salvación.
El parentesco de María con ELISABET (Lc 1.36; cf. 1.5) podría indicar que María era de linaje aarónico (levítico). Su canto de alabanza a Dios revela que María conocía bien las Escrituras del Antiguo Testamento (Lc 1.46–55). Después de otra intervención angelical, José quedó convencido de que se debía casar con María (Mt 1.18–25), y fueron juntos a Belén en obediencia al edicto romano del empadronamiento (Lc 2.1–7). Por falta de alojamiento en la aldea, María dio a luz a su primogénito en un establo, pero más tarde cuando llegaron los magos a Belén, estos visitaron al niño en una casa (Mt 2.11).
María y José cumplieron los ritos judíos de circuncisión y presentación del niño y la purificación de la madre (Lc 2.21–24). Según Mt 2.20–23, los tres huyeron a Egipto para escapar de la ira de HERODES. A su regreso establecieron su hogar en NAZARET. El único relato de la niñez de Jesús (Lc 2.41–52) revela que «sus padres» solían asistir a la Fiesta de la Pascua en Jerusalén. Cuando María reprochó a Jesús por haberse quedado atrás en el templo, Jesús respondió que Él debía atender las cosas de su Padre, contestación que dejó perplejos a María y a José.
Evidentemente María no acompañó a Jesús en su ministerio público, aunque asistieron juntos a una celebración social en CANÁ. En esta ocasión parece que María creyó que su Hijo podría suplir la falta de vino, pero la ligera reprimenda de Jesús muestra que ella todavía no comprendía bien ni la naturaleza ni las condiciones de su ministerio (Jn 2.1–11).
Cuando María y los hermanos de Jesús querían apartarlo de un ministerio agotador, Jesús hizo valer su independencia de la relación familiar (Mc 3.21–35). Esta prioridad de relación espiritual sobre la que es solamente física se subraya también en la respuesta que Jesús dio a la mujer que quiso elogiar a su madre (Lc 11.27, 28). A pesar de que los hermanos de Jesús no creían en Él (Jn 7.5), María se unió al grupo de fieles creyentes en el momento de la crucifixión. Jesús la encomendó al cuidado del discípulo amado (Jn 19.25–27). Solo una vez más se menciona a María en el Nuevo Testamento: en Hch 1.14, donde se indica que tanto ella como los hermanos de Jesús se contaban entre los discípulos después de la resurrección.
El carácter de María que se percibe en los Evangelios es el de una mujer judía espiritualmente sensible, fiel y obediente a la voluntad divina. Sin duda, de ella Jesús recibió su primera instrucción en las Escrituras. Aunque luego se desconcertó por la forma en que Jesús desempeñaba su oficio de Mesías, hay que reconocer que este dejó perplejos también a sus propios discípulos. Solamente a la luz de la resurrección podían discernir el misterio divino en el ministerio y muerte de Jesús.
Después de la muerte de María, surgieron muchas leyendas con relación a ella, pero ninguna de ellas es digna de ser creída. Agustín estuvo entre los primeros de los Padres de la iglesia que pensaron que posiblemente ella nunca pecó, aunque él estuvo de acuerdo con que ella compartió la corrupción que toda la humanidad tiene en común. Con el tiempo, esta corriente de pensamiento llevó a la promulgación por el Papa del dogma de la Concepción Inmaculada de María (1854 d. de J.C.).
En 1950 el papa Pío XII declaró el dogma de la Asunción de María; es decir, que el cuerpo de María no se descompuso en la tumba sino que Dios lo reunió con su alma poco después de su muerte. Hay teólogos católicos romanos ahora que se refieren abiertamente a María como co-creadora y co-redentora de la raza humana. Ninguno de estos acontecimientos tiene apoyo de las Escrituras.

OTRAS MARIAS

MARÍA MAGDALENA. Mujer probablemente oriunda de MAGDALA. Se menciona solamente una vez durante el ministerio de Jesús, como persona liberada de siete demonios, que luego figuró entre las mujeres agradecidas que servían al grupo itinerante de discípulos (Lc 8.1–3; cf. Mc 15.40, 41). Aunque la tradición ha identificado a María Magdalena con la mujer pecadora de Lc 7.37–50, es dudoso que sean una misma persona, puesto que Lucas la presenta en el cap. 8 como una figura nueva en la historia. Además, no es muy probable que JUANA, mujer de Chuza, intendente de Herodes, se hubiera asociado con una mujer de mala reputación.
Estas mujeres acompañaron a Jesús hasta Jerusalén y presenciaron la crucifixión (Mt 27.55, 56; Mc 15.40, 41; Jn 19.25). Con el propósito de ungir el cuerpo de Jesús, María Magdalena, acompañada de otras, llegó a la tumba (Mt 28.1; ). Luego relataron el anuncio del ángel a los incrédulos discípulos (Lc 24.1–11). Juan 20.1–18 narra, además, que el Señor resucitado se le apareció a María Magdalena mientras esta lloraba junto al sepulcro.
MADRE DE JACOBO EL MENOR Y JOSÉ, discípulo que servía a Jesús y su compañía (Mc 15.40, 41; cf. Lc 8.1–3). Acompañó a Jesús a Jerusalén y allí presenció la crucifixión (Mt 27.55, 56; Mc 15.40, 41; Lc 23.49) y también su sepultura (Mt 27.61; Mc 15.47; Lc 23.55). Asimismo participó con otras en procurar algunas especias para ungir el cuerpo (Mc 16.1; Lc 23.56). Vio la tumba vacía, y oyó el anuncio angelical de la resurrección (Mt 28.1–7; Mc 16.2–7; Lc 24.1–7). Al salir a dar la noticia a los discípulos (Mt 28.8; Lc 24.9–11), ella y las demás vieron al Señor resucitado (Mt 28.9, 10). Algunos intérpretes han identificado a esta María con MARÍA mujer de Cleofás.
MUJER DE CLEOFAS, una de las mujeres presentes en la crucifixión (Jn 19.25). Aunque algunos la han identificado con «la hermana de su madre» (de Jesús) que se menciona en el mismo versículo, no es muy probable que hubiera dos hermanas con un mismo nombre. Así que no son tres, sino cuatro las mujeres nombradas.
Una antigua tradición que identifica a Cleofás como hermano de José, el padrastro de Jesús, concluye que esta María de Cleofás era la cuñada de María la madre de Jesús. Si los nombres Cleofás y ALFEO se refieren a un mismo individuo, esta María también sería madre de Jacobo el discípulo (Mc 3.18), de Leví (Mc 2.14) y de José (Mc 15.40).
MADRE DE JUAN MARCOS, residente en Jerusalén, cuya casa servía de lugar de reunión para los primeros cristianos (Hch 12.12).
MUJER A LA QUE PABLO SALUDA y alude como trabajadora en la congregación de Roma (Ro 16.6).
Todas estas mujeres hacen parte de las mujeres piadosas que El Señor designo para su ministerio.

NOEMI.

(Placentera). Originaria de Belén, esposa de Elimelec, madre de Mahlón y Quelión y suegra de RUT y ORFA.
Como consecuencia de una gran hambre que azotó a Judá durante el período de los jueces, se vio obligada a viajar con su esposo y sus dos hijos a Moab. Luego de la muerte de su esposo, sus hijos se casaron con moabitas, Orfa y Rut. Diez años después, sus hijos también mueren. Noemí escucha que su pueblo en Belén ya tiene la «bendición» de Jehová en forma de alimentos. De modo que resuelve regresar sola, no sin antes cumplir con su formación patriarcal de buscar hogares para sus nueras. Había seguido a tres hombres en un peregrinaje, pero no estaba dispuesta a dejar que dos mujeres le siguieran en su nuevo peregrinaje de regreso a casa. Una de estas mujeres, Rut, resolvió acompañarla muy a pesar de la objeción de Noemí.
Posteriormente Noemí concertó el MATRIMONIO por levirato de su nuera viuda Rut, y el hijo de esta unión se contó como suyo. Así conservó Noemí la línea de Elimelec y de sus hijos (Rt 1–4), pero sobre todo encontró palabras liberadoras en el comentario de sus vecinas acerca de una mujer como Rut, cuando dijeron: «y ella es de más valor para ti que siete hijos». Aun cuando somos resultado de nuestro medio, siempre hay espacio para aprender de los «extranjeros» y «pobres».
Esposa de Elimelec de Belén. Al quedar sin esposo y sin hijos regresó a su tierra luego de haber permanecido un tiempo con Rut, su nuera moabita.
En su depresión, dijo que ahora ya no debían llamarla Noemí, dulce, sino más propiamente Mara, amarga. Aconsejó a Rut en los pasos que llevaron al casamiento de ella con Boaz (Rut 3:1-6) y fue el ama del hijo de Rut (Rut 4:16, 17).

RUT

Moabita, heroína del libro que lleva su nombre. En su primer matrimonio fue la esposa de Mahlón, hijo de Elimelec y NOEMÍ, israelitas que habitaban en MOAB.
Cuando murió Elimelec y sus dos hijos, Mahlón y Quelión, Noemí insiste en volver sola a su tierra, pero Rut también insiste en acompañarle. Sus palabras: «Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios», confirmaron su decisión. Así llegó a BELÉN.
Durante la siega de la cebada, Rut llega a espigar en los campos de BOOZ, pariente de Elimelec, pero no sin antes tener el consentimiento de Noemí. Logra la atención de Booz por lo bien que otros hablan de ella, pero también por su condición de buena trabajadora. Siguiendo las instrucciones de Noemí, Rut entró a la era donde Booz dormía después de haber comido y bebido, para apelar al pariente de su esposo difunto, «descubriéndole los pies». Cuando el pariente más cercano renunció a sus derechos y responsabilidades ante la viuda, Booz la tomó por esposa según la ley de LEVIRATO (Lv. 25.5–10). Su primogénito se llamó Obed, abuelo de David, y de esta manera, aunque era gentil, Rut mereció un lugar en la GENEALOGÍA del Mesías (Mt 1.5, 6).
La historia registra las circunstancias que condujeron al matrimonio de Rut, una moabita, con Boaz, un israelita. Una hambruna obligó a Noemí y a su esposo a emigrar a Moab, donde sus hijos se casaron con mujeres moabitas, siendo una de ellas Rut. Noemí y su nuera quedaron viudas; luego se establecieron en Belén. En el transcurso de proveerse de alimento para sí y para su suegra, Rut conoció a Boaz, un próspero agricultor y un pariente de Noemí.
Con el estímulo de Noemí, Rut le recordó con ternura a Boaz la obligación del levirato (<Rut 3:1-9), una ley del Deuteronomio que requería que un hombre se casara con la viuda de su hermano si ella no tenía hijos, teniendo como propósito que el difunto tuviese un heredero (Deuteronomio 25:5-10). Sin embargo, Boaz no era el pariente más cercano. Cuando el pariente más cercano supo que había una obligación de levirato aunada a la redención de la tierra de Noemí, la rechazó (Rut 4:1-6), y Boaz quedó libre para casarse con Rut.
La historia de Rut demuestra la providencia de Dios actuando en la vida de un individuo, y exalta la lealtad familiar. Demuestra cómo una gentil llegó a ser parte del linaje davídico (Rut 4:17-21); de este modo Rut es citada en la genealogía de Cristo en Mateo 1:5.
Después de la muerte de sus dos hijos, Noemí empezó a pensar en regresar. Cuando llega la muerte a una familia debe reformar lo que esté mal. La tierra se nos hace amarga para que amemos el cielo. Noemí parece haber sido persona de fe y piadosa. Se despide de sus nueras con oración.
Muy apropiado para los amigos, cuando se separan, separarse con oración. Ella las despidió afectuosamente. Si los familiares deben separarse, que lo hagan con amor. ¿Hizo bien Noemí en desanimar a sus nueras a que fueran con ella, cuando podría haberlas salvados de la idolatría de Moab y llevarlas a la fe y adoración del Dios de Israel?
Noemí deseaba indudablemente hacer eso, pero si iban con ella, no las forzaría a ir por cuenta de ella. Los que hacen profesión de fe sólo para agradar a sus amigos o para acompañarlos, serán convertidos de poco valor. Si la seguían, sería por una elección propia después de sentarse a calcular el costo, como corresponde a quienes hacen una profesión religiosa.
Muchos desean ‘descansar en la casa de un marido’ o en algún establecimiento mundano, o satisfacción terrenal, que el reposo al cual Cristo invita a nuestra alma; por tanto, cuando son probados se alejan de Cristo, aunque quizá con cierta tristeza.

ORFA SE QUEDA, PERO RUT VA CON NOEMÍ. (CAPÍTULO 1: 15-22)

15 Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.
16 Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.
18 Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
Véase la resolución de Rut y su gran afecto por Noemí. Orfa se resistía a separarse de ella, pero no la amaba tanto como para dejar Moab.
De esta manera, muchos aprecian a Cristo y le tienen afecto, pero quedan destituidos de su salvación porque no quieren abandonar otras cosas por Él. Lo aman, pero lo dejan, porque no lo aman tanto como aman las otras cosas. Rut es un ejemplo de la gracia de Dios que inclina al alma a elegir la mejor parte. Noemí no podía desear otra cosa que la declaración solemne que hizo Rut. Véase el poder de la resolución; silencia a la tentación.
Quienes recorren los caminos religiosos sin una mente firme, son como una puerta entreabierta, que invita al ladrón; pero la resolución cierra y echa cerrojo la puerta, resiste al diablo y le obliga a huir.

LLEGADA A BELÉN.

19 Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?
20 Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.
21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?
22 Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
Noemí y Rut llegaron a Belén. Las aflicciones producen grandes y asombrosos cambios en poco tiempo. Que Dios, por Su gracia, quiera prepararnos para todos esos cambios especialmente ¡para el gran cambio!
Noemí significa “placentera” o “amigable”’ Mara, “amarga” o “amargura”. Ahora era una mujer de espíritu amargado. Ella había vuelto a casa vacía, pobre, viuda y sin hijos. Pero hay una plenitud para los creyentes de la cual nunca pueden quedar vacíos; la buena parte que no será quitada de quienes la tienen.
La copa de la aflicción es una copa ‘amarga’, pero ella reconoce que la aflicción viene de Dios. Conviene mucho que nuestro corazón sea humillado bajo providencias humillantes. No es la aflicción misma, sino la aflicción bien llevada lo que nos hace bien.

RUT ESPIGA EN LOS CAMPOS DE BOOZ. (CAPÍTULO 2)

1 Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.
2 Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.
3 Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.
Obsérvese la humildad de Rut. Cuando la providencia la empobreció, ella se sometió de buena gana a su suerte. Los espíritus soberbios prefieren morir de hambre antes que doblegarse; no así Rut. Es más, es su propia proposición.
Ella habla humildemente de su permiso para ir a espigar. Podemos no exigir bondad, como si nos fuera debida, pero podemos pedir, y tomarla como favor, aunque se trate de algo pequeño. Rut también fue un ejemplo de diligencia. No le gustaba comer el pan de balde.
Este es un ejemplo para la juventud. La diligencia promete bien tanto para este mundo como para el otro. No debemos avergonzarnos de un empleo honesto. Ningún trabajo es indigno. El pecado es una cosa baja para nosotros, pero no debemos pensar lo mismo de algo a lo cual nos llama la providencia.
 Ella fue un ejemplo de consideración por su suegra y de confianza en la providencia. Dios ordena sabiamente lo que a nosotros nos parecen hechos pequeños; y los que se ven totalmente inciertos, también son dirigidos a servir su gloria y el bien de su pueblo.

LA BONDAD DE BOOZ PARA CON RUT.

4 Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga.
5 Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
6 Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab;
7 y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.
8 Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas.
9 Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.
10 Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?
11 Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes.
12 Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
13 Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.
14 Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró.
15 Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;
16 y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis.
El lenguaje piadoso y bondadoso entre Booz y sus segadores muestra que había personas piadosas en Israel. Un lenguaje como éste rara vez se oye en nuestros campos; con demasiada frecuencia, por el contrario, es inmoral y corrupto.
Un extranjero se formaría una opinión muy diferente de nuestra tierra en comparación con la que Rut se formó de Israel a partir de la conversación y conducta de Booz y sus segadores. Pero la verdadera religión enseña al hombre a comportarse rectamente en todos los estados y condiciones; forma amos amables y siervos fieles y produce armonía en la familia.
La religión verdadera produce amor y bondad mutua entre personas de diferentes rangos. Tuvo estos efectos sobre Booz y sus hombres. Cuando él iba a ellos, oraba por ellos. Ellos no lo maldecían en cuanto él se ponía fuera del alcance de oírlos, como algunos siervos de mala naturaleza que odian el ojo de su amo, sino que retribuyen su cortesía.
Lo más probable es que las cosas salgan bien donde hay una buena voluntad como está entre amos y siervos. Ellos se expresaban su bondad unos a otros y oraban los unos por los otros. Booz preguntó por la extranjera que vio y ordenó que se la tratara bien. Los amos deben cuidar no sólo de no dañarse a sí mismos; tampoco deben permitir que sus siervos y los que están a su mando hagan el mal.
Rut se reconoció humildemente indigna de tales favores, considerando había nacido y sido criada como pagana. Nos conviene a todos pensar humildemente de nosotros mismos, estimando mejor a los demás que a nosotros mismos. En la bondad de Booz con Rut notemos la bondad del Señor Jesucristo con los pobres pecadores.

RUT REGRESA A CASA DE SU SUEGRA.

17 Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada.
18 Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio.
19 Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿Y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido. Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.
20 Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos.
21 Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega.
22 Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo.
23 Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.
Estimula la diligencia que en todo trabajo, aun el de espigar, haya ganancia. Rut se contentó con lo que ganaba por su laboriosidad y se cuidó de retener el trabajo. Cuidémonos de no perder lo que hemos obtenido, que hemos ganado para bien de nuestra alma, 2ª Juan 8.
Los padres deben examinar a sus hijos como hizo Noemí, no para asustarlos o desanimarlos, no para que odien el hogar o tentarlos a mentir, sino para elogiarlos si han hecho bien, y reprenderlos con suavidad y aconsejarlos si han hecho de otro modo.
Una buena pregunta para plantearnos cada noche es, ¿dónde he espigado hoy? ¿Qué mejorías he hecho en el conocimiento y la gracia? ¿Qué he hecho que me dé buen crédito? Cuando el Señor nos da abundancia, no seamos encontrados en otro campo, ni procurando nuestra felicidad y satisfacción en la criatura. Perdemos favores divinos si los desdeñamos.
Rut observó debidamente las instrucciones de su suegra. Cuando terminó la cosecha, hizo compañía a su anciana suegra en casa. Dina salió a ver a las hijas de la tierra; su vanidad terminó en desgracia, Génesis 34. Rut se quedó en casa y ayudó a mantener a su suegra y no salió a otra diligencia que no fuera obtener provisiones para ellas; su humildad y laboriosidad terminaron en su progreso.

LAS INSTRUCCIONES QUE NOEMÍ LE DA A RUT. (CAPÍTULO 3)

1 Después le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?
2 ¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas.
3 Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.
4 Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer.
5 Y ella respondió: Haré todo lo que tú me mandes.
El estado matrimonial debe ser un descanso, tanto como pudiera serlo todo en la tierra, puesto que debe dejar fijo el afecto y establecer una relación para toda la vida. Por tanto, debe emprenderse con gran seriedad, con oración sincera pidiendo dirección, la bendición de Dios, y con sumisión a sus preceptos.
Los padres deben aconsejar cuidadosamente a sus hijos en este importante asunto para que todo les salga bien a ellos y a sus almas. Recuérdese siempre que lo mejor para nuestra alma es lo mejor para nosotros. El procedimiento que le aconsejó Noemí nos parecerá extraño, pero era conforme a las leyes y costumbres de Israel. Si la medida propuesta hubiera parecido mala, Noemí no la hubiera sugerido. La ley y la costumbre dieron a Rut, que ahora era prosélita de la verdadera religión, un derecho legal sobre Booz.
Era costumbre que las viudas ejercieran ese derecho, Deuteronomio 25: 5–10. Pero esto no se registra para que sea imitado en otras épocas y no tiene que juzgarse según las reglas modernas. Si hubiera habido algo malo en ello, Rut era mujer altamente virtuosa y sensata como para haberle prestado atención.

BOOZ RECONOCE SU DEBER DE PARIENTE.

6 Descendió, pues, a la era, e hizo todo lo que su suegra le había mandado.
7 Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó.
8 Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies.
9 Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.
10 Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos.
11 Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.
12 Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo.
13 Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana.
Lo que sería inapropiado en una nación o una época, no siempre es así en otra época o nación. Siendo juez de Israel, Booz le diría a Rut lo que debía hacer; también si él tenía el derecho de redención, los métodos que debía adoptar y los ritos que debía usar para consumar su matrimonio con él u otra persona.
La conducta de Booz es digna de gran elogio. No intentó aprovecharse de Rut; no la desdeñó por ser una extranjera, menesterosa y pobre, ni sospechó que ella tuviera mala intención.
Habló en forma honorable de ella como mujer virtuosa, le hizo una promesa y, en cuanto amaneció, la despidió con un presente para su suegra. Booz condicionó su promesa porque había un pariente más cercano que él, a quien correspondía el derecho de redención.

EL REGRESO DE RUT A SU SUEGRA.

14 Y después que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo: No se sepa que vino mujer a la era.
15 Después le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo. Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad.
16 Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía? Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido.
17 Y dijo: Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome: A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías.
18 Entonces Noemí dijo: Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.
Rut hizo todo lo correcto, debiendo esperar con paciencia los hechos. Booz, habiendo emprendido este asunto, se aseguraría de manejarlo bien.
Mucha más razón tienen los creyentes verdaderos para echar sus cuitas sobre Dios, porque Él ha prometido ocuparse de ellos. Nuestra fuerza está en estarnos quietos, Isaías 30: 7. Este relato puede estimularnos a que por fe nos postremos a los pies de Cristo: Él es nuestro pariente cercano; habiendo tomado nuestra naturaleza sobre sí, tiene el derecho de redimir.
Procuremos recibir las instrucciones de Él: ¿Señor, qué quieres que haga? Hechos 9: 6. Nunca nos culpará de hacer esto inoportunamente. Deseemos y busquemos fervorosamente el mismo reposo para nuestros hijos y amigos, para que también les vaya bien.

EL PARIENTE REHÚSA REDIMIR LA HERENCIA DE RUT. (CAPÍTULO 4)

1 Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó.
2 Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron.
3 Luego dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec.
4 Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré.
5 Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión.
6 Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir.
7 Había ya desde hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel.
8 Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el zapato.
Toda la cuestión dependía de las leyes dadas por Moisés sobre la herencia e indudablemente, todo fue arreglado de la manera regular y legal. El pariente rechazó la oferta cuando supo las condiciones.
En forma parecida muchos rechazan la gran redención; no están dispuestos a esposar la religión; han oído buenas cosas de ella y nada tienen que decir en su contra; hablan bien de ella pero están dispuestos a desligarse de ella, y no quieren unirse a ella por miedo de perder su propia herencia en este mundo.
Renunció a su derecho en favor de Booz. El trato justo y honesto en todos lo referente a contratos y negocios es algo de lo que deben tomar conciencia todos los que se reconocen como verdaderos israelitas, en quienes no hay engaño. Hallarán que la mejor política es la honestidad.

BOOZ SE CASA CON RUT.

9 Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón.
10 Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy.
11 Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén.
12 Y sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por la descendencia que de esa joven te dé Jehová.
Los hombres están dispuestos a aprovechar las oportunidades de aumentar su fortuna, pero pocos conocen el valor de la piedad.
Tales son los sabios de este mundo a quienes el Señor acusa de necedad. Ellos no se preocupan de la necesidad de su alma y rechazan la salvación de Cristo por temor de perder su herencia.
Pero Dios dio a Booz la honra de incluirlo en el linaje del Mesías, mientras del pariente que temió rebajarse y perder su herencia, se olvidó su nombre, familia y herencia.

NACIMIENTO DE OBED.

13 Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo.
14 Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel;
15 el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos.
16 Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya.
17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Éste es padre de Isaí, padre de David.
18 Éstas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón,
19 Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab,
20 Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,
21 Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed,
22 Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
Rut tuvo un hijo a través del cual nacieron miles y miríadas para Dios; parte del linaje de Cristo, fue instrumento para la felicidad de todos los que serán salvados por Él: nosotros los gentiles y los de origen judío.
Ella fue un testigo ante el mundo gentil de que Dios no los había desamparado del todo sino que, a su debido tiempo, llegarían a ser uno con su pueblo escogido y partícipes de su salvación. La oración a Dios estuvo presente en el matrimonio y la alabanza asistió al nacimiento del niño. ¡Qué pena que ese lenguaje piadoso ya no se use entre los cristianos o que se le haya dejado para caer en el formalismo!
Aquí está el linaje de David por parte de Rut. Vino el tiempo en que Belén de Judá exhibió maravillas más grandes que las de la historia de Rut, cuando de otra pobre mujer de la misma raza nació el bebé despreciado, que dirigió los consejos del amo romano del mundo e hizo venir a príncipes y sabios del oriente, para poner tesoros de oro, mirra e incienso a sus pies.
Su nombre permanecerá por siempre y todas las naciones le dirán bendito. En esa Simiente serán benditas todas las naciones de la tierra.

SARA, SARAI

(heb., sarah, saray; gr., Sara, princesa). Ella era diez años más joven que Abraham y se casó con él en Ur de los caldeos (Génesis 11:29- 31). Era medio hermana de Abraham (Génesis 20:12). Su nombre era originalmente Sarai. Tenía aprox. 65 años de edad cuando Abraham salió de Ur para Harán. Más tarde, acompañó a Abraham a Egipto y fue allá donde la hizo pasar por su hermana porque él temía que los egipcios lo matarían si supieran que ella era su esposa. Años más tarde, Abraham hizo la misma cosa en Gerar (Génesis 20:1-18). La intervención de Dios protegió a Sara; Abraham fue reprendido por los gobernantes paganos.
Aún sin hijo a la edad de 75 años, Sara indujo a Abraham a tomar a su sierva Agar como concubina.
Un hijo nacido de esta mujer sería considerado como el hijo y heredero de Abraham y Sara. Cuando Agar concibió, ella trató a su ama con tal insolencia que Sara la echó de la casa. Agar, sin embargo, regresó por la orden de Dios, se sometió a su ama, y dio a luz a Ismael. Después, cuando Sara tenía cerca de 90 años, Dios le prometió un hijo; su nombre fue cambiado; y un año más tarde nació Isaac, el hijo de la promesa (Génesis 17:15-27; 21:1-3).
Unos pocos años más tarde, en una gran fiesta celebrando el destete de Isaac, Sara observó a Ismael burlándose de Isaac, y exigió la expulsión de Agar y de Ismael (cap. 21). Abraham con renuencia accedió, después que Dios le ordenó que lo hiciese. Sara murió en Quiriat-arba (Hebrón) a la edad de 127 años y fue sepultada en la cueva de Macpela, que Abraham compró como sepulcro familiar (Génesis 23:1, 2).
Esposa de ABRAHAM y madre de Isaac. Según Gn 20.12, era también hermanastra de Abraham. Acompañó a este desde Ur de los caldeos hasta la tierra prometida. Cuando se refugiaron en Egipto a causa del hambre en Canaán, Abraham temió que la belleza de Sara pusiera en peligro su propia vida y dijo que era su hermana. Precisamente por esto, llevaron a Sara al harén real. Dios libró milagrosamente a la que sería la madre del pueblo escogido, tanto en esa ocasión como en otra parecida en Gerar (Gn 12 y 21).
Sara escuchó la conversación de tres visitantes celestiales que reiteraron a Abraham la promesa de un hijo. Al reírse ella de tal posibilidad para una pareja de más de 90 años de edad, Jehová la reprendió y anunció que daría a luz el año siguiente (Gn 18). Sara murió a los 127 años y la sepultaron en la cueva de MACPELA (Gn 23). El Nuevo Testamento pone a Sara como ejemplo de fe (Ro 4.19; Heb 11.11) y de sumisión (1 P 3.6) como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. En la alegoría de Gal 4.21–31 Sara, la mujer libre, representa el nuevo PACTO de libertad, en contraste con la antigua esclavitud.
Sin duda Dios en su plan ha utilizado la piedad de las mujeres con un propósito de que su nombre sea glorificado por la eternidad, siempre que cumplan con sus roles femeninos que les dio desde el principio.