CONTENIDO:
ABIGAIL
(1ª SAMUEL 25: 18-44), ANA, DÉBORA, ELISABET
(LUCAS 1: 5-56), ESTER, LEA, MARIA
HERMANA DE LAZARO Y MARTA (LUCAS JUAN 11), MARIA,
LA MADRE DE JESUS., OTRAS MARIAS, NOEMI., RAQUEL, REBECA, RUT, SARA,
SARAI
ABIGAIL (1ª SAMUEL 25: 18-44)
(MI PADRE ES GOZO).
Hermosa y prudente esposa de Nabal, el de
Carmel, la cual intervino con su sabio razonamiento y regalos cuando David iba
a vengarse de Nabal por su torpe mezquindad. David acató el consejo de Abigail
y a los diez días Nabal murió sin que David derramara sangre. Abigail pasó a
ser esposa de David, y fue madre de Quileab o Daniel (1 S 25: 1-45; 2ª S 3.3; 1 Cr 3.1).
ABIGAIL LLEVA UN REGALO A DAVID.
18 Entonces Abigail tomó luego
doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de
grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y
lo cargó todo en asnos.
19 Y dijo a sus criados: Id delante
de mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal.
20 Y montando un asno, descendió por
una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a
ella, y ella les salió al encuentro.
21 Y David había dicho: Ciertamente
en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya
faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
22 Así haga Dios a los enemigos de
David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de
dejar con vida ni un varón.
23 Y cuando Abigail vio a David, se
bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se
inclinó a tierra;
24 y se echó a sus pies, y dijo:
Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva
hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.
25 No haga caso ahora mi señor de
ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama
Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú
enviaste.
26 Ahora pues, señor mío, vive
Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y
vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los
que procuran mal contra mi señor.
27 Y ahora este presente que tu
sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor.
28 Y yo te ruego que perdones a tu
sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por
cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en
tus días.
29 Aunque alguien se haya levantado
para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será
ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la
vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.
30 Y acontecerá que cuando Jehová
haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca
por príncipe sobre Israel,
31 entonces, señor mío, no tendrás
motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por
haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga
bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.
Abigail expió con un regalo la negativa de Nabal al pedido de
David. La conducta de ella fue muy sumisa. La sumisión pacifica grandes
ofensas. Ella se pone en el lugar de un penitente, y de alguien que ruega. No
podía excusar la conducta de su marido. Ella no depende de sus razonamientos,
sino de la gracia de Dios para ablandar a David y espera que la gracia obre
poderosamente.
Le dice que estaba por debajo de él vengarse de un enemigo tan
débil y despreciable como Nabal, que así como no le haría ningún bien, tampoco
podía hacerle mal alguno. Ella predice el final glorioso de los problemas
presentes de David.
Dios preservará tu vida; por tanto, no te conviene quitarle la
vida a nadie, injusta e innecesariamente, en especial del pueblo de tu Dios y
Salvador. Abigail guarda este argumento para el final por ser poderoso ante un
hombre tan bueno; que mientras menos ceda a su pasión, más contribuirá a la paz
y tranquilidad de su propia conciencia. Muchos han hecho en el ardor de su ira
lo que desearán mil veces deshacer.
La dulzura de la venganza pronto se vuelve amargura. Cuando somos
tentados a pecar, debemos considerar cómo lo veremos cuando lo pensemos
después.
ÉL SE TRANQUILIZA Y NABAL MUERE.
32 Y dijo David a Abigail: Bendito
sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases.
33 Y bendito sea tu razonamiento, y
bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por
mi propia mano.
34 Porque vive Jehová Dios de
Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en
venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal
ni un varón.
35 Y recibió David de su mano lo
que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu
voz, y te he tenido respeto.
36 Y Abigail volvió a Nabal, y he
aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de
Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le
declaró cosa alguna hasta el día siguiente.
37 Pero por la mañana, cuando ya a
Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas
cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra.
38 Y diez días después, Jehová
hirió a Nabal, y murió.
39 Luego que David oyó que Nabal
había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta
recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha
vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar
con Abigail, para tomarla por su mujer.
David da gracias a Dios por enviarle está feliz interferencia en
un camino de pecado. Quien sea que nos salga al encuentro con un consejo,
orientación, consuelo, advertencia o reproche oportuno, debemos ver que Dios lo
envía.
Debemos estar muy agradecidos por esas felices providencias que
son medios para impedirnos pecar. La mayoría piensa bastante si tomarán el
reproche con paciencia, pero pocos lo toman con gratitud y elogian a quienes lo
dan y lo aceptan como un favor. Mientras más cerca estemos de cometer pecado,
mayor es la misericordia de una llamada oportuna de atención.
Los pecadores suelen estar muy seguros cuando más peligran. Estaba
muy ebrio. Señal de que era Nabal, un necio, que no podía disfrutar de algo sin
abusar de ello; que no podía ser afable con sus amigos sin convertirse en
bestia. No hay señal más segura de que un hombre tiene poca sabiduría ni forma
más segura de destruir lo poco que tenga, que beber en exceso.
A la mañana siguiente, ¡cómo ha cambiado! Su corazón que anoche
estaba alegre con el vino, a la mañana siguiente estaba pesado como piedra; tan
engañosos son los placeres carnales, que pronto pasa la risa del necio; el
final de ese alborozo es angustia. Los ebrios se entristecen cuando reflexionan
en su propia necedad. Unos diez días después el Señor atacó a Nabal para que
muriera. David bendijo a Dios por haberle impedido matar a Nabal.
La tristeza del mundo, el orgullo avergonzado y la conciencia
aterrada pone fin al gozo del lujurioso y apartan al codicioso de su riqueza;
pero, cualquiera sea el arma, el Señor golpea a los hombres con la muertes
cuando le place.
DAVID TOMA POR ESPOSA A ABIGAIL.
39 Luego que David oyó que Nabal
había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta
recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha
vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar
con Abigail, para tomarla por su mujer.
40 Y los siervos de David vinieron
a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti,
para tomarte por su mujer.
41 Y ella se levantó e inclinó su
rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar
los pies de los siervos de mi señor.
42 Y levantándose luego Abigail con
cinco doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros de
David, y fue su mujer.
43 También tomó David a Ahinoam de
Jezreel, y ambas fueron sus mujeres.
44 Porque Saúl había dado a su hija
Mical mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim.
Abigail creía que David sería rey de Israel y apreciaba mucho su
carácter piadoso y excelente. Consideró honorable su propuesta de matrimonio y
ventajosa para ella, a pesar de sus dificultades actuales. Con gran humildad e
indudablemente de acuerdo con las costumbres de la época, ella consintió,
dispuesta a compartir sus tribulaciones.
De esta manera, quienes se unen a Cristo deben estar dispuestos a
sufrir con Él creyendo que después reinarán con Él.
ANA
Esposa de Elcana y madre del juez y profeta
Samuel. Pidió a Jehová un hijo. Jehová se lo concedió, y cuando el niño tenía
muy pocos años, lo dedicó al servicio del Señor, en Silo (1 S 1.1–2.21). El cántico
de Ana (1 S 2.1–10) se compara con el Magníficat de María (Lc 1.46–55). En este
cántico aparece por primera vez en el Antiguo Testamento el nombre Mesías (el Ungido).
ANA. (heb., hannah, gracia, favor). Una de las dos esposas de Elcana, un levita que vivía en Ramá
(1 Samuel 1:19). Aunque Ana era su esposa favorita (1 Samuel 1:5), era estéril.
Pero Ana también era una mujer piadosa, y oró por un hijo y prometió dedicarlo
perpetuamente a Dios como nazareo (1 Samuel 1:11).
Elí vio los labios de Ana moviéndose en oración silenciosa y la
reprendió pensando que estaba ebria. Ana respondió humildemente y Elí se
disculpó con ella. La familia regresó a casa. Ana concibió y llegó a ser la
madre de Samuel, el gran profeta de Israel y el último de los jueces. La
alabanza de Ana (1 Samuel 2:1-10) muestra que era una mujer muy espiritual (Salmo 113:7-9; Lucas
1:46-55).
ELCANA Y SU FAMILIA. (1ª SAMUEL 1 Y 2: 1-10)
1 Hubo un varón de Ramataim de
Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de
Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.
2 Y tenía él dos mujeres; el
nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana
no los tenía.
3 Y todos los años aquel varón
subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los
ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de
Jehová.
4 Y cuando llegaba el día en que
Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas
sus hijas, a cada uno su parte.
5 Pero a Ana daba una parte
escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.
6 Y su rival la irritaba,
enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.
7 Así hacía cada año; cuando subía
a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.
8 Y Elcana su marido le dijo: Ana,
¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te
soy yo mejor que diez hijos?
Elcana seguía atendiendo el altar de Dios a pesar de las
desdichadas diferencias de su familia. Si la vida devocional de una familia no
prevalece para poner fin a sus divisiones, no se debe permitir que las
divisiones acaben con la vida devocional.
Disminuir nuestro amor justo por un pariente por una enfermedad
inevitable, y que es motivo de aflicción, es hacer que la providencia de Dios
riña con su precepto y es añadir, con maldad, aflicción al afligido. Prueba de
una mala disposición es deleitarse en provocar dolor a quien tiene un espíritu
entristecido e inquietar a quien tienen la tendencia a afanarse e incomodarse.
Debemos llevar los unos las cargas de los otros, no aumentarlas. Ana no podía
soportar la provocación.
Quienes son de espíritu afanoso y dados a tomar muy en serio las
provocaciones, son enemigos de sí mismos y se despojan de muchos consuelos,
tanto de la vida como de la piedad. Hemos de notar el consuelo y no lamentar
las cruces. Debemos mirar lo que está por nosotros, como también a lo que está
contra nosotros.
LA ORACIÓN DE ANA.
9 Y se levantó Ana después que
hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una
silla junto a un pilar del templo de Jehová,
10 ella con amargura de alma oró a
Jehová, y lloró abundantemente.
11 E hizo voto, diciendo: Jehová de
los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares
de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo
varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja
sobre su cabeza.
12 Mientras ella oraba largamente
delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.
13 Pero Ana hablaba en su corazón,
y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.
14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta
cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.
15 Y Ana le respondió diciendo: No,
señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra,
sino que he derramado mi alma delante de Jehová.
16 No tengas a tu sierva por una
mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he
hablado hasta ahora.
17 Elí respondió y dijo: Ve en paz,
y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
18 Y ella dijo: Halle tu sierva
gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no
estuvo más triste.
Ana mezclaba las lágrimas con sus oraciones; consideraba la
misericordia de nuestro Dios que conoce al alma atribulada. Dios nos da
permiso, en oración, no sólo para pedir cosas buenas en general, sino para
mencionar aquello que en especial más necesitamos y deseamos.
Hablaba quedamente, nadie la podía oír. Con eso testificaba de su
fe en Dios que conoce el corazón y sus deseos. Elí era el sumo sacerdote y juez
de Israel. No nos corresponde ser rudos y precipitados para censurar al
prójimo, y pensar que la gente es culpable de cosas malas mientras el asunto
sea dudoso y esté sin demostrar. Ana no contestó la acusación ni enrostró a Elí
la mala conducta de sus propios hijos.
En cualquier momento en que nos estén censurando injustamente,
debemos poner doble guardia a la puerta de nuestros labios para no devolver
reproche por reproche. Ana lo pensó bastante para tener todo claro, y así
debemos hacerlo. Elí estuvo dispuesto a reconocer su error. Ana se fue
satisfecha. En oración ella había encargado su caso a Dios y Elí había orado
por ella. La oración es la calma del corazón para un alma bondadosa.
La oración suavizará el rostro; debe hacerlo así. Nadie seguirá
sintiéndose desgraciado por mucho tiempo si usa bien el privilegio de ir al
trono de misericordia de un Dios reconciliado en Cristo Jesús.
ANA LO PRESENTA A SAMUEL AL SEÑOR.
19 Y levantándose de mañana,
adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se
llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.
20 Aconteció que al cumplirse el
tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre
Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.
21 Después subió el varón Elcana
con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su
voto.
22 Pero Ana no subió, sino dijo a su
marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea
presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre.
23 Y Elcana su marido le respondió:
Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que cumpla
Jehová su palabra. Y se quedó la mujer, y crió a su hijo hasta que lo destetó.
24 Después que lo hubo destetado,
lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y
lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.
25 Y matando el becerro, trajeron
el niño a Elí.
26 Y ella dijo: ¡Oh, señor mío!
Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando
a Jehová.
27 Por este niño oraba, y Jehová me
dio lo que le pedí.
28 Yo, pues, lo dedico también a
Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.
Elcana y su familia tenían un viaje por delante y una familia con
niños que llevar consigo, pero no se moverían hasta que hubieran adorado juntos
a Dios. La oración y las vituallas no estorban el viaje.
Cuando los hombres tienen tanta prisa, para empezar sus viajes o
emprender un negocio, que no tienen tiempo para adorar a Dios, probablemente
procedan sin su presencia y sin su bendición. Ana, aunque sentía un cálido
afecto por los atrios de la casa de Dios, rogaba quedarse en casa. Dios quiere
misericordia y no sacrificio.
Quienes se ven privados de las ordenanzas públicas porque crían y
cuidan niños pequeños, pueden consolarse con este caso y creer, que si cumplen
ese deber con el espíritu justo, Dios los aceptará bondadosamente.
Ana presentó su hijo al
Señor con reconocimiento y gratitud por su bondad para contestar la oración. Lo
que demos a Dios es lo que primero pedimos y recibimos de Él. Todas nuestras
dádivas para Él primero fueron dádivas suyas para nosotros.
El niño Samuel demostró precozmente una piedad verdadera. Se
debiera enseñar a los niñitos a adorar a Dios cuando son muy pequeños. Sus
padres debieran enseñarlos en eso, llevarlos a eso y ponerlos a que lo hagan lo
mejor que puedan; Dios los aceptará bondadosamente y les enseñará a hacerlo
mejor.
EL CÁNTICO DE GRATITUD DE ANA. CAPÍTULO 2: 1-10
1 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se
regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis
enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación.
2 No hay santo como Jehová; Porque
no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.
3 No multipliquéis palabras de
grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el
Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.
4 Los arcos de los fuertes fueron
quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder.
5 Los saciados se alquilaron por
pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz
siete, Y la que tenía muchos hijos languidece.
6 Jehová mata, y él da vida; Él
hace descender al Sheol, y hace subir.
7 Jehová empobrece, y él enriquece;
Abate, y enaltece.
8 Él levanta del polvo al pobre, Y
del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y
heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él
afirmó sobre ellas el mundo.
9 El guarda los pies de sus
santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su
propia fuerza.
10 Delante de Jehová serán
quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová
juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío
de su Ungido.
El corazón de Ana se regocijaba, no en Samuel, sino en el Señor.
Ella mira más allá de la dádiva y alaba al Dador. Se regocija en la salvación
del Señor y en la expectativa de su venida, la de Aquel que es toda la
salvación de Su pueblo.
Los fuertes pronto son debilitados y los débiles pronto son
fortalecidos, cuando a Dios le place ¿Somos pobres? Dios nos hizo pobres, lo
cual es una buena razón para que estemos contentos, y aceptemos nuestra
condición. ¿Somos ricos? Dios nos hizo ricos, lo cual es una buena razón para
que estemos agradecidos, le sirvamos jubilosamente y hagamos el bien con la
abundancia que Él nos da.
Él no respeta la sabiduría del hombre ni sus supuestas excelencias
sino que elige a quienes el mundo considera necios, y les enseña a sentir su
culpa y a valorar su salvación preciosa y gratuita. Esta profecía mira al reino
de Cristo, ese reino de gracia del cual Ana habla, luego de haber hablado
largamente del reino de la providencia. Y aquí es la primera vez que nos
encontramos con el título Mesías o su Ungido.
Los súbditos del reino de Cristo estarán a salvo y sus enemigos
serán destruidos, pues el Ungido, el Señor Cristo, es capaz de salvar y
destruir.
DÉBORA
(Una abeja). Profetisa que aparece en la serie de
jueces que gobernaron en Israel antes de la monarquía (a. 1125 a.C.). Era esposa de Lapidot (Jue 4.4).
A su sede en el centro del país llegaban a consultar sobre casos demasiado
difíciles para los jueces locales, y disputas entre las tribus. Así Débora
fomentó entre las tribus dispersas un sentido de unidad y lealtad a Jehová que
les hacía falta para la lucha contra los cananeos.
Aunque no era líder militar, Débora organizó
el ataque contra → SÍSARA, capitán del ejército del opresor
cananeo Jabín, valiéndose de → BARAC para dirigir las fuerzas israelitas. A instancias de este, Débora los acompañó
a la batalla, la cual terminó en victoria para Israel (Jue 4). El cántico de
victoria de Débora y Barac (Jue 5), en que se ha conservado el lenguaje del
Antiguo Testamento, constituye una de las principales fuentes de información
para el estudioso de la poesía hebrea, y de la historia de este período cuando
las tribus vivían aisladas en las montañas y apenas comenzaban a disputar a los
cananeos el dominio de los valles y los caminos.
La
cuarta de los jueces de Israel, una profetisa, esposa de Lapidot (Jueces 4-5).
Sin embargo, como la mayoría de los jueces hebreos, Débora actuaba
principalmente como libertadora y líder ejecutivo de Israel por nombramiento
divino.
Después de la muerte de Ehud, el pueblo volvió a caer en la
apostasía, lo cual resultó en su sujeción a los cananeos. Entonces surgió
Débora, madre en Israel (Jueces 5:7). Llamó a Barac de Neftalí y profetizó que
una ofensiva desde Tabor atraería al ejército de Sísara y Jabín a la
aniquilación en el llano, incluyendo la muerte de Sísara por mano de una mujer
(Jueces 4:8, 9).
Débora y Barac lograron la primera acción unida de Israel (Jueces
5:14- 17) desde la conquista, 175 años antes.
Dios luchó en contra de Sísara (Jueces 5:20) con una tormenta providencial
(Jueces 5:4) que convirtió el llano en un pantano, inmovilizando los carros de
Sísara. Fueron cortados en pedazos por la arremetida de la infantería de Israel
y luego barridos por un torrente repentino (Jueces 5:21). Sísara huyó solo y
fue muerto por la mujer Jael en Quedes (Jueces 4:11, 17-22). Jabín fue
destruido (Jueces 4:24) y la tierra descansó por 40 años (Jueces 5:31), que
corresponden al reinado de Ramsés III, el último gran faraón de la vigésima
dinastía egipcia. Después de la batalla Débora y Barac cantaron el cántico de
victoria de Débora (Jueces 5:2-31; 7).
DÉBORA SE PONE DE ACUERDO CON BARAC PARA LIBERARLOS. (JUECES 5: 4—6: 23)
4
Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de
Lapidot;
5 y
acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el
monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.
6 Y ella
envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te
ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de
Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de
Zabulón;
7 y yo
atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín,
con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?
8 Barac le
respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré.
9 Ella
dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes,
porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con
Barac a Cedes.
Débora era profetisa, instruida en el conocimiento divino por la
inspiración del Espíritu de Dios. Juzgaba a Israel como boca de Dios para
ellos; corregía los abusos y resolvía las quejas. Por orden de Dios, ella mandó
a Barac que organizara un ejército y atacara las fuerzas de Jabín. Barac
insistió mucho en que ella estuviera presente. Débora prometió ir con él. No lo
iba a enviar donde ella misma no iría.
Quienes en el nombre de Dios llaman a su deber a los demás, deben
estar dispuestos para asistirlos. Barac aprecia más la satisfacción de su
mente, y el buen éxito de su empresa que el simple honor.
DERROTA DE SÍSARA.
10 Y juntó
Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su mando;
y Débora subió con él.
11 Y Heber
ceneo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos,
y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.
12
Vinieron, pues, a Sísara las nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido
al monte de Tabor.
13 Y reunió
Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados, con todo el pueblo que
con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo de Cisón.
14 Entonces
Débora dijo a Barac: Levántate, porque éste es el día en que Jehová ha
entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti? Y Barac
descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él.
15 Y Jehová
quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército, a filo de espada
delante de Barac; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie.
16 Mas
Barac siguió los carros y el ejército hasta Haroset-goim, y todo el ejército de
Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno.
La confianza de Sísara estaba en sus carros. Pero si tenemos base
para esperar que Dios vaya delante de nosotros, podemos ir con valor y júbilo.
No desmayéis por las dificultades que encontréis al resistir a Satanás, servir
a Dios o sufrir por Él; porque, ¿no fue el Señor delante de vosotros? Seguidle
entonces en todo.
Barac descendió aunque sobre el llano los carros de hierro
tendrían ventaja sobre él: él dejó la montaña dependiendo del poder divino;
porque solo en el Señor está la salvación de su pueblo, Jeremías 3: 23. Él no
fue defraudado en su confianza.
Cuando Dios va delante de nosotros en los conflictos espirituales,
debemos entrar en acción y, cuando por su gracia, nos da algún triunfo sobre
los enemigos de nuestras almas, debemos mejorarlo estando alertas y resueltos.
JAEL MATA A SÍSARA.
17 Y Sísara
huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre
Jabín rey de Hazor y la casa de Heber ceneo.
18 Y
saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas
temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta.
19 Y él le
dijo: Te ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un
odre de leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir.
20 Y él le
dijo: Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare,
diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no.
21 Pero
Jael mujer de Heber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su
mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la
enclavó en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió.
22 Y siguiendo
Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón
que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con
la estaca por la sien.
23 Así
abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.
24 Y la
mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de
Canaán, hasta que lo destruyeron.
Los carros de Sísara eran su orgullo y su confianza. De esta
manera, se frustran los que descansan en la criatura; como la caña cascada no
sólo se quiebra, sino los atraviesa con muchos dolores. El ídolo se vuelve
rápidamente una carga, Isaías 46: 1; Dios puede hacer que aquello por lo cual
enloquecíamos, nos enloquezca de verdad.
Probablemente Jael haya realmente intentado ser amable con Sísara;
pero por un impulso divino después fue llevado a considerarlo como el enemigo
jurado del Señor y de su pueblo, y decidió destruirlo. Debemos romper todas
nuestras relaciones con los enemigos de Dios si tenemos al Señor como nuestro
Dios y su pueblo como nuestro pueblo.
El que había pensado destruir a Israel con sus muchos carros de
hierro, es destruido con un clavo de hierro. De esa manera, lo débil del mundo
confunde al poderoso. Los israelitas hubieran evitado mucha maldad si hubieran
destruido más pronto a los cananeos, como Dios les mandó y los capacitó: pero
más vale ser sabios tarde que nunca, y adquirir sabiduría por la experiencia.
ALABANZA Y GLORIA ATRIBUIDAS A DIOS (5: 1-23).
1 Aquel
día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo:
2 Por
haberse puesto al frente los caudillos en Israel, Por haberse ofrecido
voluntariamente el pueblo, Load a Jehová.
3 Oíd,
reyes; escuchad, oh príncipes; Yo cantaré a Jehová, Cantaré salmos a Jehová, el
Dios de Israel.
4 Cuando
saliste de Seir, oh Jehová, Cuando te marchaste de los campos de Edom, La
tierra tembló, y los cielos destilaron, Y las nubes gotearon aguas.
5 Los
montes temblaron delante de Jehová, Aquel Sinaí, delante de Jehová Dios de
Israel.
No debe haber pérdida de tiempo para agradecer al Señor sus
misericordias; porque nuestras alabanzas son más aceptables, agradables y
provechosas cuando fluyen de un corazón satisfecho. Por esto, se debe
estimularse más el amor y el agradecimiento, y fijarse más profundamente, en el
corazón del creyente; los acontecimientos serán más conocidos y recordados por
más tiempo.
El Señor es quien debe tener toda la alabanza, no importa cuánto
hayan hecho Débora, Barac o el ejército. La voluntad, el poder y el éxito
fueron todos de Dios.
AFLICCIÓN Y LIBERACIÓN DE ISRAEL.
6 En los
días de Samgar hijo de Anat, En los días de Jael, quedaron abandonados los
caminos, Y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.
7 Las
aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, Hasta que yo Débora me
levanté, Me levanté como madre en Israel.
8 Cuando
escogían nuevos dioses, La guerra estaba a las puertas; ¿Se veía escudo o lanza
Entre cuarenta mil en Israel,
9 Mi
corazón es para vosotros, jefes de Israel, Para los que voluntariamente os
ofrecisteis entre el pueblo. Load a Jehová.
10 Vosotros
los que cabalgáis en asnas blancas, Los que presidís en juicio, Y vosotros los
que viajáis, hablad.
11 Lejos
del ruido de los arqueros, en los abrevaderos, Allí repetirán los triunfos de
Jehová, Los triunfos de sus aldeas en Israel; Entonces marchará hacia las
puertas el pueblo de Jehová.
Débora describe el estado afligido de Israel bajo la tiranía de
Jabín, para destacar que su salvación era pura gracia. Muestra la causa de su
miseria. Fue su idolatría. Escogieron nuevos dioses con nombres nuevos. Pero
tras todas esas imágenes era Satanás a quien adoraban. Débora fue una madre para
Israel al fomentar diligentemente la salvación de sus almas. Llama a los que
compartieron las ventajas de esta gran salvación para que ofrezcan su gratitud
a Dios.
A los que se les ha restaurado, no sólo su libertad como a los
demás israelitas, sino a su dignidad, que alaben a Dios. Esta es obra del
Señor. En los actos suyos hizo justicia sobre sus enemigos. En épocas de
persecución se recurre a las ordenanzas de Dios, las fuentes de salvación, de
donde se extrae el agua de vida, con peligro para la vida de quienes los que le
prestan atención. En todo momento Satanás tratará de impedir que el creyente se
acerque al trono de la gracia. Fijaos en la bondad de Dios hacia su pueblo
tembloroso.
La gloria de Dios es proteger a quienes están más expuestos y
ayudar al más débil. Notemos el beneficio que tenemos por la paz pública,
especialmente los habitantes de las aldeas, y demos la alabanza a Dios.
ALGUNOS ELOGIADOS, OTROS CENSURADOS.
12 Despierta,
despierta, Débora; Despierta, despierta, entona cántico. Levántate, Barac, y
lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.
13 Entonces
marchó el resto de los nobles; El pueblo de Jehová marchó por él en contra de
los poderosos.
14 De
Efraín vinieron los radicados en Amalec, En pos de ti, Benjamín, entre tus
pueblos; De Maquir descendieron príncipes, Y de Zabulón los que tenían vara de
mando.
15
Caudillos también de Isacar fueron con Débora; Y como Barac, también Isacar Se
precipitó a pie en el valle. Entre las familias de Rubén Hubo grandes
resoluciones del corazón.
16 ¿Por qué
te quedaste entre los rediles, Para oír los balidos de los rebaños? Entre las
familias de Rubén Hubo grandes propósitos del corazón.
17 Galaad
se quedó al otro lado del Jordán; Y Dan, ¿por qué se estuvo junto a las naves?
Se mantuvo Aser a la ribera del mar, Y se quedó en sus puertos.
18 El
pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte, Y Neftalí en las alturas del
campo.
19 Vinieron
reyes y pelearon; Entonces pelearon los reyes de Canaán, En Taanac, junto a las
aguas de Meguido, Mas no llevaron ganancia alguna de dinero.
20 Desde los
cielos pelearon las estrellas; Desde sus órbitas pelearon contra Sísara.
21 Los
barrió el torrente de Cisón, El antiguo torrente, el torrente de Cisón. Marcha,
oh alma mía, con poder.
22 Entonces
resonaron los cascos de los caballos Por el galopar, por el galopar de sus
valientes.
23 Maldecid
a Meroz, dijo el ángel de Jehová; Maldecid severamente a sus moradores, Porque
no vinieron al socorro de Jehová, Al socorro de Jehová contra los fuertes.
Débora invoca a su propia alma para que sea la más ferviente. El
que enciende el fuego en los corazones de otros hombres con el amor de Cristo,
debe arder primero con el mismo amor. Alabar a Dios es una tarea a la cual
debemos despertar, y despertarnos para ella. Se da cuenta quiénes pelearon
contra Israel, quiénes pelearon por ellos y quiénes se mantuvieron lejos.
Quienes pelearon contra ellos. Eran enemigos obstinados del pueblo de Dios, por
tanto, los más peligrosos.
Quiénes pelearon por ellos. Las diversas tribus que los ayudaron
se mencionan aquí con honor; porque aunque Dios debe ser glorificado por sobre
todo, los que son utilizados deben recibir su debido elogio para estímulo de
los demás.
Pero toda la creación está en guerra contra los que tienen a Dios
por enemigo. El río Cisón peleó contra sus enemigos. La mayor parte de las
veces era poco profundo pero ahora, probablemente por la gran lluvia que cayó,
estaba tan crecido y la corriente era tan profunda y fuerte, que quienes
trataron de cruzarlo se ahogaron. El alma de la misma Débora peleó contra
ellos. Cuando se emplea el alma en piadosos ejercicios y se hace obra de
corazón, por la gracia de Dios, la fuerza de nuestros enemigos espirituales
será pisoteada y caerán ante nosotros.
Observe quiénes se mantuvieron a la distancia y no se pusieron del
lado de Israel, como pudiera haberse esperado. Así, muchos no cumplen su deber
por miedo a los problemas, el amor a la comodidad y el indebido afecto por sus
negocios y ventajas mundanales.
Los espíritus estrechos y egoístas no se cuidan por lo que le
suceda a la iglesia de Dios con tal de conseguir, guardar y ahorrar dinero.
Todos buscan lo suyo propio, Filipenses 2, 21. Algo pequeño les servirá de
pretexto para quedarse en casa, a quienes no tienen la intención de
comprometerse en servicios necesarios, porque presentan dificultades y
peligros. Pues no podemos mantenernos fuera de la lucha entre el Señor y sus
enemigos; y si no nos metemos activamente a fomentar su causa en este mundo
malo, caeremos bajo la maldición contra los obreros de maldad.
Aunque no necesita ayuda humana, sin embargo, Dios se agrada en
aceptar los servicios de quienes mejoran sus talentos para el progreso de su
causa. Él requiere que cada hombre haga esto.
ELISABET (LUCAS 1: 5-56)
(gr., Elisabeth, Dios es mi juramento). Esposa del sacerdote Zacarías, ella misma del linaje de Aarón
(Lucas 1:5-27). En cumplimiento de la promesa de Dios, en su vejez tuvo un
hijo, Juan el Bautista.
Fue una mujer de inusual piedad, fe y dones espirituales, cuyo
testimonio para su prima María debe haber sido un aliento incomparable. Lucas
apreciaba el papel significativo de las mujeres en la historia de la redención
y enfatizó la mediación del Espíritu Santo en la vida de Elisabeth.
ZACARÍAS E ELISABETH.
5 Hubo en los días de Herodes, rey
de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de
las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabeth.
6 Ambos eran justos delante de
Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del
Señor.
7 Pero no tenían hijo, porque
Elisabeth era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
8 Aconteció que ejerciendo
Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,
9 conforme a la costumbre del
sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del
Señor.
10 Y toda la multitud del pueblo
estaba fuera orando a la hora del incienso.
11 Y se le apareció un ángel del
Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
12 Y se turbó Zacarías al verle, y
le sobrecogió temor.
13 Pero el ángel le dijo: Zacarías,
no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabeth te dará a luz un
hijo, y llamarás su nombre Juan.
14 Y tendrás gozo y alegría, y
muchos se regocijarán de su nacimiento;
15 porque será grande delante de
Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el
vientre de su madre.
16 Y hará que muchos de los hijos de
Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
17 E irá delante de él con el
espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a
los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto.
18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué
conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.
19 Respondiendo el ángel, le dijo:
Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y
darte estas buenas nuevas.
20 Y ahora quedarás mudo y no
podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis
palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.
21 Y el pueblo estaba esperando a
Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.
22 Pero cuando salió, no les podía
hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba
por señas, y permaneció mudo.
23 Y cumplidos los días de su
ministerio, se fue a su casa.
24 Después de aquellos días
concibió su mujer Elisabeth, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo:
25 Así ha hecho conmigo el Señor en
los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.
El padre y la madre de Juan el Bautista eran pecadores como todos
somos y fueron justificados y salvados en la misma forma que los demás, pero
fueron eminentes por su piedad e integridad. No tenían hijos, y no podía
esperarse que Elisabeth los tuviera a su avanzada edad.
Mientras Zacarías quemaba el incienso en el templo, toda la
multitud oraba afuera. Todas las oraciones que ofrecemos a Dios son aceptadas y
exitosas sólo por la intercesión de Cristo en el templo de Dios en lo alto. No
podemos tener la expectativa de poseer un interés allí si no oramos, si no
oramos con nuestro espíritu, y si no oramos con fervor.
Tampoco podemos esperar que lo mejor de nuestras oraciones sean
aceptadas y traigan una respuesta de paz, si no es la mediación de Cristo, que
siempre vive haciendo intercesión. Las oraciones que Zacarías ofrecía
frecuentemente recibieron una respuesta de paz. Las oraciones de fe son
archivadas en el cielo y no se olvidan.
Las oraciones hechas cuando éramos jóvenes y entrábamos al mundo,
pueden ser contestadas cuando seamos viejos y estemos saliendo del mundo. Las
misericordias son doblemente dulces cuando son dadas como respuestas a la
oración. Zacarías tendrá un hijo a edad avanzada, el cual será instrumento para
la conversión de muchas almas a Dios, y para su preparación para recibir el
evangelio de Cristo. Se presentará ante Él con coraje, celo, santidad y una
mente muerta a los intereses y placeres mundanos. Los desobedientes y los
rebeldes serían convertidos a la sabiduría de sus antepasados justos, o más
bien, llevados a atender la sabiduría del Justo que iba a venir a ellos.
Zacarías oyó todo lo que dijo el ángel, pero habló su
incredulidad. Dios lo trató justamente al dejarlo mudo, porque él había
objetado la palabra de Dios. Podemos admirar la paciencia de Dios para con
nosotros. Dios lo trató amablemente, porque así le impidió hablar más cosas
apartadas de la fe y en incredulidad. Así, también, Dios confirmó su fe. Si por
las reprensiones a que estamos sometidos por nuestro pecado, somos guiados a
dar más crédito a la palabra de Dios, no tenemos razón para quejarnos.
Aun los creyentes verdaderos son dados a deshonrar a Dios con
incredulidad; y sus bocas son cerradas con silencio y confusión, cuando por el
contrario, hubieran debido estar alabando a Dios con gozo y gratitud. En los
tratos de la gracia de Dios con nosotros tenemos que observar sus
consideraciones bondadosas para con nosotros. Nos ha mirado con compasión y
favor y, por tanto, así nos ha tratado.
ANUNCIACIÓN DEL NACIMIENTO DE CRISTO.
26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27 a una virgen desposada con un
varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era
María.
28 Y entrando el ángel en donde
ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú
entre las mujeres.
29 Mas ella, cuando le vio, se
turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.30 Entonces el
ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
31 Y ahora, concebirás en tu
vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
32 Éste será grande, y será llamado
Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
33 y reinará sobre la casa de Jacob
para siempre, y su reino no tendrá fin.
34 Entonces María dijo al ángel:
¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
35 Respondiendo el ángel, le dijo:
El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
36 Y he aquí tu parienta Elisabeth,
ella también ha concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto mes para ella,
la que llamaban estéril;
37 porque nada hay imposible para
Dios.
38 Entonces María dijo: He aquí la
sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su
presencia.
Aquí tenemos un relato de la madre de nuestro Señor; aunque no
debemos orar a ella, de todos modos debemos alabar a Dios por ella. Cristo
debía nacer milagrosamente. El discurso del ángel sólo significa: “Salve, tú
que eres la escogida y favorecida especial del Altísimo para tener el honor que
las madres judías han deseado por tanto tiempo”. Esta aparición y saludo
prodigiosos turbaron a María.
El ángel le aseguró entonces que ella había hallado favor con Dios
y que sería la madre de un hijo cuyo nombre ella debía llamar Jesús, el Hijo
del Altísimo, uno en naturaleza y perfección con el Señor Dios. ¡JESÚS! El
nombre que refresca los espíritus desfallecientes de los pecadores humillados;
dulce para pronunciar y dulce de oír, Jesús, el Salvador.
No conocemos su riqueza y nuestra pobreza, por tanto, no corremos
a Él; no nos damos cuenta que estamos perdidos y pereciendo, en consecuencia,
Salvador es palabra de poco deleite. Si estuviéramos convencidos de la inmensa
masa de culpa que hay en nosotros, y la ira que pende sobre nosotros, lista
para caer sobre nosotros, sería nuestro pensamiento continuo: ¿Es mío el
Salvador? Para que podamos hallarlo, debemos pisotear todo lo que estorba
nuestro camino a Él. La respuesta de María al ángel fue el lenguaje de la fe y
humilde admiración, y ella no pidió señal para confirmar su fe. Sin controversia,
grande fue el misterio de la santidad, Dios manifestado en carne, 1ª Timoteo 3:
16.
La naturaleza humana de Cristo debía producirse de esa manera,
para que fuera adecuada para Aquel que iba a ser unido con la naturaleza
divina. Debemos, como María aquí, guiar nuestros deseos por la palabra de Dios.
En todos los conflictos tenemos que recordar que nada es imposible para Dios; y
al leer y oír sus promesas, convirtámoslas en oraciones: He aquí la sierva del
Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.
ENCUENTRO DE MARÍA Y ELISABETH.
39 En aquellos días, levantándose
María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;
40 y entró en casa de Zacarías, y
saludó a Elisabeth.
41 Y aconteció que cuando oyó
Elisabeth la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabeth
fue llena del Espíritu Santo,
42 y exclamó a gran voz, y dijo:
Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
43 ¿Por qué se me concede esto a mí,
que la madre de mi Señor venga a mí?
44 Porque tan pronto como llegó la
voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
45 Y bienaventurada la que creyó,
porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
46 Entonces María dijo: Engrandece
mi alma al Señor;
47 Y mi espíritu se regocija en
Dios mi Salvador.
48 Porque ha mirado la bajeza de su
sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las
generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas
el Poderoso; Santo es su nombre,
50 Y su misericordia es de
generación en generación A los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo; Esparció
a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los
poderosos, Y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de
bienes, Y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia
55 De la cual habló a nuestros
padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.
56 Y se quedó María con ella como
tres meses; después se volvió a su casa.
Muy bueno es que aquellos en cuyas almas ha comenzada la obra de
la gracia se comuniquen entre sí. Elisabeth estaba consciente, cuando llegó
María, de que se acercaba la que iba a ser la madre del gran Redentor. Al mismo
tiempo, fue llena del Espíritu Santo, y bajo su influencia declaró que María y
ella esperaban hijos que serían altamente bendecidos y felices, y
particularmente honrados y queridos para el Dios Altísimo.
María, animada por el discurso de Elisabeth, y también bajo la
influencia del Espíritu Santo, prorrumpió en gozo, admiración, y gratitud. Se
sabía pecadora que necesitaba un Salvador, y que, de lo contrario, no podía
regocijarse en Dios más que como interesada en su salvación por medio del
Mesías prometido.
Los que captan su necesidad de Cristo, y que están deseosos de
tener justicia y vida en Él, a ésos llena con cosas buenas, con las cosas
mejores; y son abundantemente satisfechos con las bendiciones que da. Él
satisfará los deseos del pobre en espíritu que anhela bendiciones espirituales,
mientras los autosuficientes serán enviados lejos.
ESTER
(Heb. Ester, tal vez de Akkad. Ishtar [Venus]; gr., aster, estrella).
Huérfana judía en la ciudad de Susa que se convirtió en reina de
Persia. Su nombre heb. Era Hadasa (mirto). Su primo Mardoqueo, que era un oficial menor del palacio, la crió
como hija propia. Jerjes (Asuero), el rey persa, había divorciado a su esposa.
Cuando buscó una nueva reina de entre las doncellas del reino, escogió a Ester.
Cuando los judíos estaban en peligro de ser destruidos, ella pudo salvarlos. Se
lee el libro que lleva su nombre en su honor todos los años en la fiesta de
Purim.
ESTER Mujer judía, del linaje de Benjamín (Est 2.7), que llegó a ser reina
del Imperio Persa. Por su gestión liberadora es heroína de su pueblo en una
hora de crisis nacional (4.14). Era huérfana de padre y madre, pero su
primo MARDOQUEO (2.7), varón inteligente (2.20), caritativo (2.7), precavido (2.11), fiel al rey (2.22) y firme en sus convicciones religiosas (3.2), la adoptó como hija. Su nombre hebreo era Hadasa (2.7).
A Ester la eligieron por esposa del rey
ASUERO, y en este cargo le fue necesario, por algún tiempo, ocultar su origen
judío (2.10, 20). Sin embargo, esto le
permitió gobernar en favor de los suyos. Su primer gran enemigo dentro de la
corte fue AMÁN, primer ministro nombrado por Asuero y cruel enemigo de los judíos
(3.1). Amán hizo que el rey firmara un edicto de destrucción contra los
israelitas (3.9–15), pero Mardoqueo supo del peligro que se
cernía sobre su pueblo y acudió a la reina Ester para ordenarle inmediata intervención
(4.12–14).
Ester ayunó (4.16), lo cual indica su sincera piedad, y uniendo su diplomacia de reina con
la inteligencia de su primo Mardoqueo, a quien obedeció en todo (4.17), obtuvo que el rey dictase otro decreto en favor de los judíos
perseguidos (7.1–8.12). A Amán lo condenaron a morir en la horca
que él mismo ordenó levantar para Mardoqueo (7.10). Desde entonces los judíos conmemoran esta victoria con la fiesta nacional
llamada ® PURIM (9.17–32). Después de la muerte de Amán, Mardoqueo
ocupó el puesto de primer ministro del gran Imperio Persa (10.3) que, según narra la Biblia, «se extendía desde la India hasta Etiopía,
sobre ciento veintisiete provincias» (1.1).
Ester se distingue sobre todo por su
obediencia (2.20) y humildad; su admirable discreción (2.10, 20) y simpatía (2.7, 15); su preocupación por el bienestar de sus semejantes
(4.5); su valor (4.11, 16; 5.1) y diplomacia (5.4, 12); su dureza con los perversos
(7.6) y su fe (4.16); y su firme compromiso con los necesitados
y perseguidos.
ESTER ELEGIDA REINA (2: 1-20).
1 Pasadas estas cosas, sosegada ya
la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella había hecho, y de la
sentencia contra ella.
2 Y dijeron los criados del rey,
sus cortesanos: Busquen para el rey jóvenes vírgenes de buen parecer;
3 y ponga el rey personas en todas
las provincias de su reino, que lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen
parecer a Susa, residencia real, a la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai
eunuco del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos;
4 y la doncella que agrade a los
ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey, y lo
hizo así.
5 Había en Susa residencia real un
varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis,
del linaje de Benjamín;
6 el cual había sido transportado
de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a
quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia.
7 Y había criado a Hadasa, es
decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa
figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la
adoptó como hija suya.
8 Sucedió, pues, que cuando se
divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas
en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa
del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres.
9 Y la doncella agradó a sus ojos,
y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y
alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la
llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres.
10 Ester no declaró cuál era su
pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase.
11 Y cada día Mardoqueo se paseaba
delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a Ester, y
cómo la trataban.
12 Y cuando llegaba el tiempo de
cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después de haber estado
doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el
tiempo de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con
perfumes aromáticos y afeites de mujeres,
13 entonces la doncella venía así
al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir ataviada con ello desde
la casa de las mujeres hasta la casa del rey.
14 Ella venía por la tarde, y a la
mañana siguiente volvía a la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz
eunuco del rey, guarda de las concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey
la quería y era llamada por nombre.
15 Cuando le llegó a Ester, hija de
Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al
rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las
mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían.
16 Fue, pues, Ester llevada al rey
Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año
séptimo de su reinado.
17 Y el rey amó a Ester más que a
todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más
que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo
reina en lugar de Vasti.
18 Hizo luego el rey un gran
banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y disminuyó
tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad
real.
19 Cuando las vírgenes eran reunidas
la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey.
20 Y Ester, según le había mandado
Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que
decía Mardoqueo, como cuando él la educaba.
Vemos a qué cosas absurdas
llegan los que fueron despojados de la revelación divina, y la necesidad que
hay del evangelio de Cristo para purificar a los hombres de las lujurias de la
carne y restaurarlos a la institución original del matrimonio.
Ester fue preferida como reina. Quienes sugieren que Ester cometió
pecado por llegar a esta dignidad, no consideran las costumbres de sus tiempos
y aquellos países. Cada una de las mujeres que el rey tomaba, estaba casada con
él, y era su esposa, aunque de rango inferior. Pero cuán hundida está la
naturaleza humana, ¡cuando cosas como estas son la búsqueda principal y la
suprema felicidad mundana de los hombres! La decepción y la vejación deben
sobrevenir.
El que más sabiamente considera su gozo, aun en esta vida
presente, es el que obedece más exactamente los preceptos de la ley divina.
Pero volvámonos a considerar la sabia providencia misericordiosa de Dios que va
ejecutando sus designios profundos pero santos en medio de todo esto. Y que ningún
cambio de nuestra condición sea pretexto para olvidar nuestros deberes con los
padres, o los amigos que han ocupado su lugar.
4: 4 Y vinieron las doncellas de
Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y
envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas
él no los aceptó.
Mardoqueo confiesa su relación con los judíos. Las calamidades
públicas que oprimen a la Iglesia de Dios deben afectar nuestro corazón más que
cualquier aflicción personal, y es particularmente angustiante ocasionar
sufrimientos al prójimo. Dios protegerá a los que están expuestos al mal por la
ternura de sus conciencias.
ESTER SE PROPONE INTERCEDER POR LOS JUDÍOS (4: 5-17).
5 Entonces Ester llamó a Hatac, uno
de los eunucos del rey, que él había puesto al servicio de ella, y lo mandó a
Mardoqueo, con orden de saber qué sucedía, y por qué estaba así.
6 Salió, pues, Hatac a ver a
Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta del rey.
7 Y Mardoqueo le declaró todo lo
que le había acontecido, y le dio noticia de la plata que Amán había dicho que
pesaría para los tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos.
8 Le dio también la copia del
decreto que había sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que la
mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a
suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo.
9 Vino Hatac y contó a Ester las
palabras de Mardoqueo.
10 Entonces Ester dijo a Hatac que
le dijese a Mardoqueo:
11 Todos los siervos del rey, y el
pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra
en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay
respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de
oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta
días.
12 Y dijeron a Mardoqueo las
palabras de Ester.
13 Entonces dijo Mardoqueo que
respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que
cualquier otro judío.
14 Porque si callas absolutamente en
este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos;
mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has
llegado al reino?
15 Y Ester dijo que respondiesen a
Mardoqueo:
16 Ve y reúne a todos los judíos
que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días,
noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces
entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que
perezca.
17 Entonces Mardoqueo fue, e hizo
conforme a todo lo que le mandó Ester.
Somos dados a retroceder antes servicios que llevan en sí peligros
o pérdidas. Pero cuando lo demanda la causa de Cristo y de su pueblo, debemos
tomar la cruz y seguirle. Cuando los cristianos se disponen a consultar primero
su propia comodidad o seguridad, antes que el bien público, deben llevar la
culpa. La ley era expresa; todos la conocían.
No es así en la corte del Rey de reyes: al estrado del trono de su
gracia podemos acercarnos confiadamente con la seguridad de una respuesta de
paz a la oración de fe. Somos bienvenidos, aun al Lugar Santísimo, por la
sangre de Jesús.
La Providencia lo dispuso de tal manera para que, justo entonces,
los afectos del rey se renovaran hacia Ester; la fe y el valor de ella
sufrieron una prueba más dura; y la bondad de Dios, en el favor que ahora halló
de parte del rey, por ello, brillaría más todavía. Indudablemente Amán hizo lo
que pudo para poner al rey contra ella.
Mardoqueo sugiere que era una causa que de una u otra manera se
llevaría a cabo, por lo cual ella podía aventurarse con seguridad. Este era el
lenguaje de la fe firme, que no vacila ante la promesa, cuando el peligro
amenaza más, antes bien contra toda esperanza cree en la esperanza. El que
salve su vida con artificios pecaminosos, sin encomendarla a Dios en la senda
del deber, la perderá en la senda del pecado.
La Providencia Divina había considerado llevar a Ester a ser
reina. En consecuencia, está ligada por gratitud a prestar este servicio a Dios
y a su Iglesia, de lo contrario, no responde a la finalidad de haber sido
llevada a esa elevada posición. Sabio consejo y designio hay en todas las
providencias de Dios que demostrarán haber sido concebidas para el bien de la
iglesia.
Cada uno de nosotros debe considerar para qué propósito Dios nos
ha puesto en el lugar en que estamos, y meditar en nuestra respuesta a ese
objetivo, y cuidar de no dejarlo deslizar. Habiendo encomendado solemnemente
nuestra alma y nuestra causa a Dios, podemos aventurarnos en su servicio.
Todos los peligros son triviales comparados con el peligro de
perder nuestra alma. Pero, a menudo, el pecador tembloroso teme arrojarse sin
reservas a la gratuita misericordia del Señor, como Ester temía presentarse
ante el rey.
Aventúrese, como ella lo hizo, con ferviente oración y súplicas y
le irá tan bien y mejor que a ella. La causa de Dios debe prevalecer: estamos a
salvo al estar unidos a ella.
LA SOLICITUD DE ESTER ES RECIBIDA (5: 1-8).
1 Aconteció que al tercer día se
vistió Ester su vestido real, y entró en el patio interior de la casa del rey,
enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el
aposento real, enfrente de la puerta del aposento.
2 Y cuando vio a la reina Ester
que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a
Ester el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces vino Ester y tocó la punta
del cetro.
3 Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina
Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará.
4 Y Ester dijo: Si place al rey,
vengan hoy el rey y Amán al banquete que he preparado para el rey.
5 Respondió el rey: Daos prisa,
llamad a Amán, para hacer lo que Ester ha dicho. Vino, pues, el rey con Amán al
banquete que Ester dispuso.
6 Y dijo el rey a Ester en el
banquete, mientras bebían vino: ¿Cuál es tu petición, y te será otorgada? ¿Cuál
es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será concedida.
7 Entonces respondió Ester y dijo:
Mi petición y mi demanda es ésta:
8 Si he hallado gracia ante los
ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición y conceder mi demanda, que
venga el rey con Amán a otro banquete que les prepararé; y mañana haré conforme
a lo que el rey ha mandado.
Habiendo prevalecido delante de Dios, como Jacob, Ester tuvo
también poder sobre los hombres. El que pierda su vida por Dios la salvará, o
la hallará en una vida mejor. El rey le dio ánimo.
Que nos sirva de estímulo para orar siempre a Dios y no desmayar.
Ester se presentó ante un hombre soberbio e imperioso, pero nosotros nos
presentamos ante el Dios de amor y gracia. Ella no fue llamada pero nosotros,
sí; el Espíritu dice: Ven y la Esposa dice: Voy.
Ella tenía en su contra una ley, nosotros tenemos a favor una
promesa, muchas promesas. Pedid y se os dará. Ella no tenía un amigo que la
acompañara o rogara por ella; por el contrario, el favorito del rey, era su
enemigo; pero nosotros tenemos un Abogado ante el Padre, y éste se complace en
Él.
Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia. Dios
puso en el corazón de Ester demorar un día más su petición; no sabía lo que iba
a pasar esa noche, pero Dios sí.
ESTER ACUSA A AMÁN (7: 1-6).
1 Fue, pues, el rey con Amán al
banquete de la reina Ester.
2 Y en el segundo día, mientras
bebían vino, dijo el rey a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será
concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada.
3 Entonces la reina Ester respondió
y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada
mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda.
4 Porque hemos sido vendidos, yo y
mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y exterminados. Si para
siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero nuestra muerte sería
para el rey un daño irreparable.
5 Respondió el rey Asuero, y dijo
a la reina Ester: ¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón
para hacer esto?
6 Ester dijo: El enemigo y
adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la
reina.
Si el amor por la vida nos hace rogar fervorosamente a quienes
sólo pueden matar el cuerpo, ¡cuán fervorosas debieran ser nuestras oraciones a
Aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno! ¡Cuánto debiéramos
orar por la salvación de nuestros parientes, amigos y de todos los que nos
rodean! Cuando presentamos peticiones a hombres grandes tenemos cautela para no
ofenderles; hasta las quejas justas deben ser retenidas.
Pero cuando nos acercamos con reverencia al Rey de reyes, no
podemos pedir ni esperar demasiado. Aunque nada, sino ira es lo que merecemos,
Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos.
La observancia de las fiestas judías es una
declaración pública de la verdad de las Escrituras del Antiguo Testamento. Y
como las Escrituras del Antiguo Testamento son verdad, el Mesías esperado por
los judíos vino hace mucho y ninguno otro sino Jesús de Nazaret puede ser ese
Mesías.
El festival fue establecido por autoridad, pero bajo la dirección
del Espíritu de Dios. Se lo llamó fiesta de Purim, por una palabra persa que
significa suerte. El nombre de este festival les recordaría la omnipotencia del
Dios de Israel, que sirvió sus propósitos por medio de las supersticiones de
los paganos.
Al repasar nuestras misericordias debemos referirnos a temores y
angustias anteriores. Cuando nuestras misericordias son personales, no debemos
perder el consuelo de ellas olvidándolas ni quitarle al Señor la gloria debida
a su Nombre. Que el Señor nos enseñe a regocijarnos con ese gozo santo que
anticipa y prepara para la bendición del cielo.
Cada caso de bondad divina hacia nosotros, es una nueva obligación
de hacer el bien especialmente a los que más necesitan nuestra abundancia. Por
sobre todo, la redención por medio de Cristo nos obliga a ser misericordiosos,
2 Corintios 8: 9.
Si vivimos por la fe de Cristo, seremos activos conforme a la
habilidad y a las oportunidades que Él nos da para fomentar su gloria, y los
mejores intereses de los hombres. Si nuestra fe es genuina, obrará por amor.
Esperad en fe y oración, y el hecho será seguro y glorioso; nuestra salvación
es segura por nuestro Señor Jesucristo.
EVA
Primera mujer, esposa de ADÁN, quien la llamó
«madre de todos los vivientes» (Gn 3.20). La etimología exacta de «Eva» es difícil de establecer. En el
relato de la creación, Dios, al ver que Adán estaba solo y sin ayuda para
cultivar el huerto, hizo a la mujer de la misma sustancia del hombre (Gn 2.21). Cuando Adán recibió a esta criatura idónea y
particular, la llamó «varona» para expresar el común origen de los sexos. Así, Génesis 2 explica que la poderosa atracción entre el
hombre y la mujer se debe a que en la creación fueron literalmente «una carne».
Tentada por la serpiente, Eva reparó en el
atractivo sensual, estético e intelectual de la fruta prohibida. Comió e indujo
a Adán a la desobediencia también. El triple castigo que Dios impuso a la mujer
creó una tensión irresoluble: dolores en sus preñeces, deseo de su marido,
dominación por él (Gn 3). A pesar de la amenaza de la muerte, Eva pudo regocijarse
del milagro de la continuación de la vida humana en la voluntad de Jehová (Gn 4.1).
Pablo se apoya precisamente en la
susceptibilidad de Eva ante la tentación, para recomendar la sujeción de la
mujer en la iglesia (1 Ti 2.11–15; cf. 2 Co
11.3).
LEA
Hija mayor de LABÁN y hermana de Raquel. Fue
dada por esposa a JACOB, aun cuando este había acordado servir a Labán a cambio
de Raquel, su hija más bella.
Puesto que las costumbres del lugar prohibían
casar la hija menor antes que a la mayor, Labán engañó a Jacob entregándole a
Lea en lugar de Raquel.
Aunque menospreciada por su marido, Lea fue
honrada en Israel como madre de seis tribus (Gn 29.31–35). La sepultaron en la cueva de Macpela (49.31).
EL CONTRATO DE JACOB POR RAQUEL Y EL ENGAÑO DE LABÁN.
15 Entonces
dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de balde? Dime cuál
será tu salario.
16 Y Labán
tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor,
Raquel.
17 Y los
ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso
parecer.
18 Y Jacob
amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor.
19 Y Labán
respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate
conmigo.
20 Así
sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la
amaba.
21 Entonces
dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme
a ella.
22 Entonces
Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.
23 Y
sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella.
24 Y dio
Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada.
25 Venida
la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has
hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?
26 Y Labán
respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la
mayor.
27 Cumple
la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas
conmigo otros siete años.
28 E hizo
Jacob así, y cumplió la semana de aquélla; y él le dio a Raquel su hija por
mujer.
29 Y dio
Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada.
30 Y se
llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún
otros siete años.
En el mes que Jacob se pasó como huésped, no estuvo ocioso.
Dondequiera estemos es bueno ocuparnos en algo útil. Labán estaba deseoso de
que Jacob siguiera con él. No se debe sacar ventaja de las relaciones con los
subordinados; es nuestro deber recompensarlos.
Jacob hizo saber a Labán el afecto que tenía por su hija Raquel.
Careciendo de bienes mundanos con los cuales dotarla, promete siete años de
servicio. El amor hace cortos y fáciles los servicios largos y difíciles; de
ahí que leemos del trabajo del amor, Hebreos 6: 10. Si sabemos valorar la
felicidad del cielo, los sufrimientos de este tiempo presente serán como nada
para nosotros. Una era de trabajo no será sino unos pocos días para los que
aman a Dios y anhelan la venida de Cristo. Jacob, que se había aprovechado de
su padre, ahora es utilizado por Labán, su suegro, con un engaño parecido. De
aquí, que por injusto que haya sido Labán, el Señor fue justo: ver Jueces 1: 7.
Aun los justos, si dan un paso en falso, así les paga Dios en la tierra.
Muchos que como Jacob no son desengañados por la persona, en sus
matrimonios, pronto se hallan, para su gran dolor, desencantados por el
carácter. La elección de esta relación debe hacerse con buen consejo y
pensamiento por ambas partes. Hay razones para creer que la excusa de Labán no
era cierta. Su modo de zanjar la cuestión empeoró lo malo. Jacob se vio llevado
al problema de las muchas esposas.
Él no podía rechazar a Raquel porque la había desposado; mucho
menos podía rechazar a Lea. Todavía no había un mandamiento expreso contra
casarse con más de una esposa. Era pecado de ignorancia en los patriarcas, pero
no justifica la misma costumbre actual cuando la voluntad de Dios está
claramente dada a conocer por la ley divina, Levítico 18: 18, y más plenamente
desde que, por nuestro Salvador, pueden unirse solamente un hombre y una mujer,
1ª Corintios 7: 2.
LOS HIJOS DE LEA.
31 Y vio
Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril.
32 Y
concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ha
mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido.
33 Concibió
otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era
menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón.
34 Y
concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi
marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre
Leví.
35 Concibió
otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto
llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz.
Los nombres que Lea da a sus hijos expresaban su respeto y
consideración tanto hacia Dios y hacia su esposo. Rubén, o Mira un hijo, con
este pensamiento, Ahora mi marido me amará; Leví, o unido con la expectativa de
que Esta vez mi marido se unirá conmigo. El afecto mutuo es a la vez el deber y
el consuelo de la relación conyugal; y los compañeros de yugo deben considerar
el agradarse uno a otro, 1ª Corintios 7: 33, 34.
Ella reconoce, agradecida, la bondadosa providencia de Dios al escucharla.
En todo lo que nos sostenga y consuele en las aflicciones o se ocupe de nuestra
liberación de ellas, es Dios quien debe ser reconocido en eso. Llamó Judá a su
cuarto hijo, o alabanza diciendo, Esta vez alabaré a Jehová. De este, según la
carne, es que vino Cristo. Cualquiera sea la razón de nuestro regocijo debe ser
el tema de nuestra acción de gracias.
Los favores frescos deben apresurarnos a alabar a Dios por los
favores anteriores. Esta vez alabaré a Jehová más y mejor de lo que lo he
hecho. Todas nuestras alabanzas deben centrarse en Cristo, como objeto de ellas
y como Mediador de ellas. Él descendió, según la carne, de aquel cuyo nombre
era “Alabanza”, y Él es nuestra alabanza. ¿Está Cristo formado en mi corazón?
Esta vez alabaré a Jehová.
RAQUEL
Hija menor de → LABÁN y esposa preferida de → JACOB . Fue madre de José y Benjamín. Jacob encontró a su prima
Raquel junto a un pozo en la tierra de Harán y, enamorado de la joven, accedió
a servir a Labán siete años por ella. Irónicamente, Jacob, el engañador de su
padre, fue víctima del engaño de Labán. Este le entregó primero a su hija mayor
Lea. Para casarse también con Raquel pocos días después, Jacob tuvo que prometer
otros siete años de servicio (Gn 29.1–30).
Por muchos años Raquel fue estéril, mientras que
su hermana, Lea, tuvo cuatro hijos.
Afligida por esto, Raquel entregó su sierva
Bilha a Jacob para que los hijos de esta fueran contados como descendencia
suya, práctica común de la época. Más tarde Dios se acordó de Raquel y ella dio
a luz a José (Gn 29.31–30.24).
Cuando Jacob decidió volver a Canaán, tanto
Raquel como Lea lo apoyaron. Sin embargo, Raquel provocó la ira de su padre al
hurtar los ídolos de este (→ TERAFÍN). Labán salió a perseguir a Jacob, pero, cuando lo alcanzó,
Raquel usó una estratagema para esconder los ídolos y así se escapó del anatema
que Jacob mismo había pronunciado sobre aquel en cuyo poder fuesen hallados (Gn
31). Al llegar a Bet-el, en la tierra prometida, Jacob extirpó de su familia el
paganismo (Gn 35.2–4).
Por ser la favorita de Jacob, Raquel fue
especialmente protegida cuando el grupo se enfrentó a Esaú (Gn 33.1, 2). Al
nacer su segundo hijo, Benjamín, Raquel murió y fue sepultada entre Bet-el y
Efrata, lugar identificado en Gn 33.19 y 48.7 como → BELÉN.
Desde el siglo IV d.C. existe un monumento sobre
la supuesta tumba de Raquel en el camino de Belén a Jerusalén.
Como madre de la tribu de Benjamín y abuela de
las medias tribus de Efraín y Manasés, Raquel fue una de las que «edificaron la
casa de Israel» (Rt 4.11). Mateo (2.17, 18) afirma que la matanza de los
inocentes perpretada por Herodes fue el cumplimiento de la profecía de Jeremías
31.15 acerca del «lloro» de Raquel por sus hijos perecidos.
OTRO RELATO MÁS DE LA FAMILIA DE JACOB. (GÉN 30)
1 Viendo
Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob:
Dame hijos, o si no, me muero.
2 Y Jacob
se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de
tu vientre?
3 Y ella
dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas,
y yo también tendré hijos de ella.
4 Así le
dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella.
5 Y
concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob.
6 Dijo
entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por
tanto llamó su nombre Dan.
7 Concibió
otra vez Bilha la sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob.
8 Y dijo
Raquel: Con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido. Y llamó
su nombre Neftalí.
9 Viendo,
pues, Lea, que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a
Jacob por mujer.
10 Y Zilpa
sierva de Lea dio a luz un hijo a Jacob.
11 Y dijo
Lea: Vino la ventura; y llamó su nombre Gad.
12 Luego
Zilpa la sierva de Lea dio a luz otro hijo a Jacob.
13 Y dijo
Lea: Para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa; y llamó su nombre
Aser.
Raquel envidiaba a su hermana: la envidia es dolerse porque el
prójimo está bien; no hay pecado que sea más odioso para Dios que ese o más
dañino para nuestro prójimo y nosotros mismos. Ella no consideró que Dios
establece la diferencia y que en otras cosas ella tenía la ventaja.
Cuidadosamente estemos vigilantes contra todas las apariciones y obras de esta
pasión en nuestra mente.
Que nuestro ojo no sea malo para con ninguno de nuestros
consiervos porque el ojo de nuestro Amo es bueno. Jacob amaba a Raquel y, por
tanto, la reprendió por hablar mal. Las reprimendas fieles revelan un verdadero
afecto.
Dios puede ocupar el lugar de cualquier criatura en nosotros pero
es pecado y necedad poner a una criatura en el lugar de Dios y depositar en la
criatura la confianza que sólo a Él debe darse. Jacob, convencido por Raquel,
tomó a Bilha, doncella de ella, como esposa para que, conforme a las costumbres
de la época, sus hijos fueran de su señora. Si su corazón no hubiera estado
influido por las malas pasiones, Raquel hubiera pensado en los hijos de su
hermana, más cercanos a ella y con más derecho a su cariño que los de Bilha.
Pero le eran más deseables los hijos a quienes ella tenía derecho de mandar que
los hijos a quienes ella tenía más razón para amar.
Como ejemplo precoz de su poder sobre estos hijos, ella se
complace en darles nombres que llevan en sí la marca de su rivalidad con su
hermana. Véase lo que son las raíces de amargura, envidia y discordia y cuánto
mal hacen entre los seres queridos. Jacob, convencido por Lea, tomó a Zilpa, su
doncella, como esposa también. Véase el poder de los celos y la rivalidad y
admírese la sabiduría del designio divino, que une a un solo hombre con una sola mujer; porque Dios
nos ha llamado a la paz y a la pureza.
RAQUEL DA A LUZ A JOSÉ.
14 Fue
Rubén en tiempo de la siega de los trigos, y halló mandrágoras en el campo, y
las trajo a Lea su madre; y dijo Raquel a Lea: Te ruego que me des de las
mandrágoras de tu hijo.
15 Y ella
respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de
llevar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel: Pues dormirá contigo esta
noche por las mandrágoras de tu hijo.
16 Cuando,
pues, Jacob volvía del campo a la tarde, salió Lea a él, y le dijo: Llégate a
mí, porque a la verdad te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo. Y durmió
con ella aquella noche.
17 Y oyó
Dios a Lea; y concibió, y dio a luz el quinto hijo a Jacob.
18 Y dijo
Lea: Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto di mi sierva a mi marido; por
eso llamó su nombre Isacar.
19 Después
concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob.
20 Y dijo
Lea: Dios me ha dado una buena dote; ahora morará conmigo mi marido, porque le
he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón.
21 Después
dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina.
22 Y se
acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos.
23 Y
concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta;
24 y llamó
su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo.
El deseo de ser la madre de la Simiente prometida, bueno en sí
mismo, pero a menudo demasiado grande e irregular, junto con el honor de tener
muchos hijos y el reproche de ser estéril, fueron algunas causas de esta
inconveniente disputa entre las hermanas. La verdad parece ser que ellas
estaban influidas por las promesas de Dios a Abraham a cuya posteridad se le
dio la promesa de las más ricas bendiciones, y de quienes iba a venir el Mesías.
REBECA
Hija de Betuel, hermana de → LABÁN , y esposa de → ISAAC . Génesis 24, una joya de la literatura antigua, relata cómo
Abraham comisionó a su siervo la búsqueda de esposa para su hijo, no en Canaán,
sino en su tierra nativa. Dios prosperó el viaje del siervo y le guió hasta
Rebeca, sobrina de Abraham. Esta accedió a la propuesta de matrimonio, y sus
parientes, reconociendo la mano de Dios, la enviaron al lejano país del Neguev
(Gn 24.62).
Por veinte años Rebeca fue estéril, pero luego,
como contestación a las oraciones de Isaac, dio a luz gemelos: → ESAÚ y → JACOB. Como estaba profetizado desde antes de su nacimiento, los
hermanos fueron rivales, y Rebeca se inclinaba por Jacob (Gn 25.20–28). Tal
como en una ocasión anterior habían hecho Abraham y Sara, Isaac y Rebeca fingieron
ser hermanos por temor a los filisteos en cuyo territorio moraban (Gn 26.6–11).
Rebeca e Isaac se entristecieron por las esposas paganas de su hijo Esaú (Gn
26.34).
El favoritismo maternal produjo resultados
funestos en el hogar cuando Rebeca ayudó a Jacob a conseguir con engaño la
bendición destinada al primogénito. Rebeca instó a Jacob a huir de Esaú y nunca
lo volvió a ver (Gn 27). Fue sepultada en la cueva de → MACPELA (Gn 49.31).
VIAJE DEL SIERVO DE ABRAHAM A MESOPOTAMIA Y SU
ENCUENTRO CON REBECA. (GÉN: 24: 10-64)
10 Y el
criado tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda
clase de regalos escogidos de su señor; y puesto en camino, llegó a
Mesopotamia, a la ciudad de Nacor.
11 E hizo arrodillar
los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la
tarde, la hora en que salen las doncellas por agua.
12 Y dijo:
Oh Jehová, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen
encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham.
13 He aquí
yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad
salen por agua.
14 Sea,
pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo
beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea
ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que
habrás hecho misericordia con mi señor.
15 Y
aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rebeca, que había nacido
a Betuel, hijo de Milca mujer de Nacor hermano de Abraham, la cual salía con su
cántaro sobre su hombro.
16 Y la
doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido;
la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía.
17 Entonces
el criado corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un poco de
agua de tu cántaro.
18 Ella
respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y
le dio a beber.
19 Y cuando
acabó de darle de beber, dijo: También para tus camellos sacaré agua, hasta que
acaben de beber.
20 Y se dio
prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar
agua, y sacó para todos sus camellos.
21 Y el
hombre estaba maravillado de ella, callando, para saber si Jehová había
prosperado su viaje, o no.
22 Y cuando
los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que pesaba
medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez,
23 y dijo:
¿De quién eres hija? Te ruego que me digas: ¿hay en casa de tu padre lugar
donde posemos?
24 Y ella
respondió: Soy hija de Betuel hijo de Milca, el cual ella dio a luz a Nacor.
25 Y
añadió: También hay en nuestra casa paja y mucho forraje, y lugar para posar.
26 El
hombre entonces se inclinó, y adoró a Jehová,
27 y dijo:
Bendito sea Jehová, Dios de mi amo Abraham, que no apartó de mi amo su
misericordia y su verdad, guiándome Jehová en el camino a casa de los hermanos
de mi amo.
28 Y la
doncella corrió, e hizo saber en casa de su madre estas cosas.
Vv. 10—28. El siervo de Abraham reconocía
devotamente a Dios. Nosotros estamos autorizados para encargar en detalle
nuestros asuntos al cuidado de la divina providencia. Propone una señal, no
porque tratara de no seguir más adelante si no era prosperado en ello; más bien
es una oración para que Dios provea una buena esposa para su joven amo; y esa
fue una buena oración. Ella debía ser sencilla, trabajadora, humilde, alegre,
servicial y hospedadora.
No importa cuál sea la moda, el sentido común y la piedad nos
indican que estas son las cualidades apropiadas para una esposa y madre, pues
es quien será compañera de su marido, administradora de las cosas domésticas y
encargada de la formación de la mente de sus hijos. Cuando el mayordomo fue a
buscar una esposa para su amo, no fue a lugares de diversión y placer
pecaminoso orando para encontrar a una allí, sino que fue al pozo de agua,
esperando encontrar allí a una que estuviera ocupada. Oró que agradara a Dios
hacer claro y llano su camino ante él en este asunto. Nuestros tiempos están en
las manos de Dios; no sólo los sucesos mismos sino sus tiempos.
Debemos cuidarnos de no ser audaces en exceso insistiendo en lo
que Dios debe hacer, no sea que los hechos debiliten nuestra fe en lugar de
fortalecerla. Pero Dios lo escuchó y le allanó el camino. En todos los aspectos
Rebeca respondía a las características que él buscaba en la mujer que iba a ser
la esposa de su amo. Cuando llegó al pozo, ella se agachó, llenó su jarro y se
enderezó para irse a casa.
No se detuvo a mirar al forastero y sus camellos sino que se ocupó
de sus asuntos y no hubiera sido apartada de ellos sino por una oportunidad de
hacer el bien. No se puso a conversar con él por curiosidad o confiada, sino
que le respondió con modestia. Satisfecho de que el Señor había oído su
oración, regaló a la doncella unos adornos de los que se usan en los países
orientales; al mismo tiempo que le preguntaba sobre su familia.
Al saber que era pariente de su amo, inclinó la cabeza y adoró,
bendiciendo a Dios. Sus palabras fueron dirigidas al Señor pero dichas al
alcance del oído de Rebeca, que pudo darse cuenta quién era él y de dónde
venía.
REBECA Y SUS FAMILIARES CONSIENTEN AL MATRIMONIO DE
ELLA.
29 Y Rebeca
tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, a
la fuente.
30 Y cuando
vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: Así me
habló aquel hombre, vino a él; y he aquí que estaba con los camellos junto a la
fuente.
31 Y le
dijo: Ven, bendito de Jehová; ¿por qué estás fuera? He preparado la casa, y el
lugar para los camellos.
32 Entonces
el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y
agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían.
33 Y le
pusieron delante qué comer; mas él dijo: No comeré hasta que haya dicho mi
mensaje. Y él le dijo: Habla.
34 Entonces
dijo: Yo soy criado de Abraham.
35 Y Jehová
ha bendecido mucho a mi amo, y él se ha engrandecido; y le ha dado ovejas y
vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
36 Y Sara,
mujer de mi amo, dio a luz en su vejez un hijo a mi señor, quien le ha dado a
él todo cuanto tiene.
37 Y mi amo
me hizo jurar, diciendo: No tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los
cananeos, en cuya tierra habito;
38 sino que
irás a la casa de mi padre y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo.
39 Y yo
dije: Quizás la mujer no querrá seguirme.
40 Entonces
él me respondió: Jehová, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo,
y prosperará tu camino; y tomarás para mi hijo mujer de mi familia y de la casa
de mi padre.
41 Entonces
serás libre de mi juramento, cuando hayas llegado a mi familia; y si no te la
dieren, serás libre de mi juramento.
42 Llegué,
pues, hoy a la fuente, y dije: Jehová, Dios de mi señor Abraham, si tú
prosperas ahora mi camino por el cual ando,
43 he aquí
yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por
agua, a la cual dijere: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro,
44 y ella
me respondiere: Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua; sea ésta la
mujer que destinó Jehová para el hijo de mi señor.
45 Antes
que acabase de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro
sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua; y le dije: te ruego que
me des de beber.
46 Y bajó
prontamente su cántaro de encima de sí, y dijo: Bebe, y también a tus camellos
daré de beber. Y bebí, y dio también de beber a mis camellos.
47 Entonces
le pregunté, y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel hijo
de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente en su nariz, y
brazaletes en sus brazos;
48 y me
incliné y adoré a Jehová, y bendije a Jehová Dios de mi señor Abraham, que me
había guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi señor
para su hijo.
49 Ahora,
pues, si vosotros hacéis misericordia y verdad con mi señor, declarádmelo; y si
no, declarádmelo; y me iré a la diestra o a la siniestra.
50 Entonces
Labán y Betuel respondieron y dijeron: De Jehová ha salido esto; no podemos
hablarte malo ni bueno.
51 He ahí
Rebeca delante de ti; tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu señor, como lo
ha dicho Jehová.
52 Cuando
el criado de Abraham oyó sus palabras, se inclinó en tierra ante Jehová.
53 Y sacó el
criado alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca; también
dio cosas preciosas a su hermano y a su madre.
La concertación del matrimonio de Isaac y Rebeca se narra con
mucho detalle. Tenemos que notar la providencia de Dios en los hechos
corrientes de la vida humana y, en ellos, ejercer prudencia y otras gracias.
Labán fue a pedirle al siervo de Abraham que entrara pero no antes de ver el
aro y el brazalete en manos de su hermana. Conocemos el carácter de Labán por
su conducta posterior y podemos pensar que él no hubiera estado tan libre para
hospedarlo si no hubiera esperado ser bien recompensado.
El siervo estaba dedicado a su tarea. Aunque terminaba un viaje y
había llegado a la casa que buscaba, no comería sino hasta cumplir su
diligencia. Hacer nuestro trabajo y cumplir nuestros cometidos, sean para Dios
o el hombre, debe ser preferido por nosotros antes que la comida; era la comida
y bebida de nuestro Salvador, Juan 4: 34. Les cuenta el encargo que su amo le
dio, con la razón de ellos. Relata lo pasado en el pozo, para apoyar la
proposición, mostrando sencillamente el dedo de Dios en ello. Los sucesos que
nos parecen efecto de una elección, de planes o del azar, son determinados por
Dios. Esto no impide, más bien estimula, el uso de todos los medios apropiados.
Ellos aceptan libre y alegremente la proposición; cuando procede
del Señor, todo asunto probablemente resultará fácil. El siervo de Abraham
reconoce agradecido el buen éxito que ha hallado. Él era un hombre humilde y
los hombres humildes no se avergüenzan de su situación en la vida, cualquiera
sea. Todas nuestras preocupaciones temporales son dulces si se mezclan con la
piedad.
EL FELIZ ENCUENTRO Y MATRIMONIO DE ISAAC Y REBECA.
54 Y
comieron y bebieron él y los varones que venían con él, y durmieron; y
levantándose de mañana, dijo: Enviadme a mi señor.
55 Entonces
respondieron su hermano y su madre: Espere la doncella con nosotros a lo menos
diez días, y después irá.
56 Y él les
dijo: No me detengáis, ya que Jehová ha prosperado mi camino; despachadme para
que me vaya a mi señor.
57 Ellos
respondieron entonces: Llamemos a la doncella y preguntémosle.
58 Y
llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí,
iré.
59 Entonces
dejaron ir a Rebeca su hermana, y a su nodriza, y al criado de Abraham y a sus
hombres.
60 Y
bendijeron a Rebeca, y le dijeron: Hermana nuestra, sé madre de millares de
millares, y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos.
61 Entonces
se levantó Rebeca y sus doncellas, y montaron en los camellos, y siguieron al
hombre; y el criado tomó a Rebeca, y se fue.
62 Y venía
Isaac del pozo del Viviente-que-me-ve; porque él habitaba en el Neguev.
63 Y había
salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos
miró, y he aquí los camellos que venían.
64 Rebeca
también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello;
65 porque
había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia
nosotros? Y el criado había respondido: Éste es mi señor. Ella entonces tomó el
velo, y se cubrió.
66 Entonces
el criado contó a Isaac todo lo que había hecho.
67 Y la
trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó;
y se consoló Isaac después de la muerte de su madre.
El siervo de Abraham, como quien opta por su trabajo antes que por
su placer, estaba presuroso por llegar a casa. Demorarse y quedarse no son
propios en absoluto de un hombre sabio y bueno que es fiel a su deber. Como los
hijos no deben casarse sin el consentimiento de sus padres, así los padres no
deben casarlos sin el de ellos. Rebeca consintió, no sólo en ir sino en irse de
inmediato.
La bondad del carácter de Rebeca muestra que nada incorrecto había
en su respuesta aunque no concuerde con nuestras costumbres modernas. Podemos
esperar que ella tuviera una idea tal de la religión y piedad de la familia a
la que iba, que se sintió dispuesta a olvidar a su propia gente y la casa de su
padre. Sus amigas la despidieron con atenciones apropiadas y con cordiales
buenos deseos.
Ellas bendijeron a Rebeca. Cuando nuestras relaciones entran en
una situación nueva, debemos encomendarlas por medio de la oración a la
bendición y gracia de Dios. Isaac estaba bien ocupado cuando se encontró con
Rebeca. Salió a aprovechar una tarde tranquila en un lugar solitario para
meditar y orar, esos ejercicios divinos por los cuales conversamos con Dios y
con nuestros propios corazones. Las almas santas aman el retiro; nos hará bien
estar a solas con frecuencia si usamos eso en forma correcta; y nunca estamos
menos solos que cuando estamos a solas.
Observe qué hijo tan afectuoso era Isaac: casi tres años habían
pasado desde que murió su madre y, sin embargo, él aún no se había consolado.
Vea también qué marido cariñoso fue con su esposa. Los hijos respetuosos
prometen ser maridos cariñosos; el que cumple con honor su primera posición en
la vida, probablemente haga lo mismo en las siguientes.
MARIA HERMANA DE LAZARO Y MARTA (LUCAS JUAN 11)
(gr., María, Mariam, del heb., miryam).
María
De Betania, Hermana De Marta Y Lázaro. Era sin duda discípula de Jesús, y cuando este llegó a su casa, dejó a su
hermana las preocupaciones domésticas para sentarse a los pies del Maestro.
Jesús elogió la acción de María cuando Marta reclamó la ayuda de esta (Lc 10.38–42). Aparece especialmente en la narración de
la enfermedad y muerte de Lázaro su hermano, lo cual ocasionó otra visita de
Jesús a Betania, y dio a María la oportunidad de mostrar otra vez su devoción (Jn 11.1–44) y su fe en Jesús (v. 32).
Más tarde también mostró esa devoción
ungiendo los pies del Señor (Lc
7.36–50), acto ocurrido casi en el
inicio del ministerio de Jesús en Galilea, en casa de un fariseo. Por otro
lado, parece que Mateo (26.6–13) y Marcos (14.3–9) sí se refieren a María sin nombrarla y con la diferencia de que el
ungimiento es en la cabeza. Jesús interpretó este acto a la luz de su muerte
inminente.
JESÚS EN LA CASA DE MARTA Y MARÍA (LUCAS 10: 38-42)
38 Aconteció que yendo de camino,
entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana que se
llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
40 Pero Marta se preocupaba con
muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana
me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41 Respondiendo Jesús, le dijo:
Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
42 Pero sólo una cosa es necesaria;
y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
Un buen sermón no es peor por ser predicado en una casa; y las
visitas de nuestros amigos deben ser de tal modo administradas como para hacer
que busquen el bien de sus almas. Sentarse a los pies de Cristo significa
disposición pronta para recibir su palabra, y sumisión a su dirección. Marta
estaba preocupada de atender a Cristo y a los que venían con Él. Aquí había
respeto hacia nuestro Señor Jesús en la atención correcta de sus quehaceres
domésticos, pero había algo de culpa.
Ella estaba muy dedicada a servir: abundancia, variedad, y
exactitud. La actividad mundanal es una trampa para nosotros cuando nos impide
servir a Dios y obtener lo bueno para nuestras almas. ¡Cuánto tiempo se
desperdicia innecesariamente y, a menudo, se acumulan gastos para atender a
quienes profesan el evangelio!
Aunque Marta era culpable en esta ocasión, era, no obstante,
creyente verdadera y su conducta general no descuidaba la cosa necesaria. El
favor de Dios es necesario para nuestra dicha: la salvación de Cristo es
necesaria para nuestra seguridad. Donde se atienda esto, todas las demás cosas
tomarán su correcto lugar. Cristo declaró: María ha elegido la buena cosa.
Porque una cosa es necesaria, y esta cosa hizo ella, rendirse a la
dirección de Cristo. Las cosas de esta vida nos serán quitadas por completo
cuando nosotros seamos quitados de ella, pero nada nos separará del amor de
Cristo y de tener parte en ese amor. Los hombres y los demonios no pueden
quitárnoslo, y Dios y Cristo no lo harán. Preocupémonos con más diligencia de
la única cosa necesaria.
MARÍA UNGE A CRISTO (JUAN 12: 1-11).
1 Seis días antes de la pascua,
vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a
quien había resucitado de los muertos.
2 Y le hicieron allí una cena;
Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.
3 Entonces María tomó una libra de
perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó
con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
4 Y dijo uno de sus discípulos,
Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar:
5 ¿Por qué no fue este perfume
vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?
6 Pero dijo esto, no porque se
cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de
lo que se echaba en ella.
7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para
el día de mi sepultura ha guardado esto.
8 Porque a los pobres siempre los
tendréis con vosotros, más a mí no siempre me tendréis.
9 Gran multitud de los judíos
supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de
Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
10 Pero los principales sacerdotes
acordaron dar muerte también a Lázaro,
11 porque a causa de él muchos de
los judíos se apartaban y creían en Jesús.
Cristo había reprendido a Marta anteriormente porque se afanaba
con mucho servicio, pero ella no dejó de servir, como algunos que, con
belicosidad, se van al otro extremo cuando son hallados en falta por exagerar
una cosa; ella siguió sirviendo, pero dentro del alcance de las palabras de la
gracia de Cristo.
María dio una señal de amor a Cristo, que le había dado verdaderas
señales de su amor por ella y su familia. El Ungido de Dios será nuestro
Ungido. Como Dios derramó el óleo de alegría sobre Él, por más que a sus
compañeros, así nosotros derramemos el ungüento de nuestros mejores afectos
sobre Él. El pecado necio es embellecido con un pretexto creíble por Judas.
No debemos pensar que los que no hacen el servicio a nuestra
manera no lo hacen de manera aceptable. El amor al dinero que reina es robo de
corazón. La gracia de Cristo hace comentarios bondadosos de las palabras y
acciones piadosas, sacando lo mejor de lo que está mal, y el máximo de lo
bueno. Se debe aprovechar las oportunidades; y primero y con mayor vigor las
que probablemente sean las más breves.
Confabularse para impedir el efecto ulterior del milagro, matando
a Lázaro, es tanta iniquidad, malicia y necedad que no se puede entender, salvo
por la enemistad enconada del corazón humano contra Dios. Ellos resolvieron que
debía morir el hombre que el Señor había resucitado. El éxito del evangelio
suele enojar tanto a los impíos que hablan y actúan como si esperaran triunfar
sobre el mismo Todopoderoso.
CRISTO UNGIDO EN BETANIA (MATEO 26: 6-13).
6 Y estando Jesús en Betania, en
casa de Simón el leproso,
7 vino a él una mujer, con un vaso
de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él,
estando sentado a la mesa.
8 Al ver esto, los discípulos se
enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?
9 Porque esto podía haberse
vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.
10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo:
¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.
11 Porque siempre tendréis pobres
con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.
12 Porque al derramar este perfume
sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13 De cierto os digo que
dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se
contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Vv. 6—13. El ungüento derramado sobre la
cabeza de Cristo era una señal del mayor respeto.
Donde hay amor verdadero por Jesucristo en el corazón, nada se
considerará como demasiado bueno para dárselo a Él. Mientras más se ponga
reparos a los siervos de Cristo y a sus servicios, más manifiesta Él su
aceptación. Este acto de fe y amor fue tan notable que sería registrado como
monumento a la fe y amor de María para todas las eras futuras, y en todos los
lugares donde se predicara el evangelio. Esta profecía se cumple.
MARIA, LA MADRE DE JESUS.
Era descendiente de
David (Rom 1:3;
Hechos 2:30; 2 Timoteo 2:8). Quién proveyó las
narraciones de la infancia de Jesús (Mateo 1; 2; Lucas 1; 2) no se sabe, pero
es muy probable
que el relato vino de María misma. Vivió hasta el
período apostólico, mientras que parece que José murió antes de la crucifixión de
Jesús ya que no hay
mención de él después del incidente en el templo
cuando Jesús tenía 12 años.
María pudo haber
contado todo esto a los líderes de la iglesia, incluyendo a Lucas. Era pariente de Elisabeth, la madre de Juan el Bautista
(Lucas 1:36).
Lucas registra su
temor como jovencita (Lucas 1:26, 27), su humilde sumisión a la voluntad de Dios (Lucas 1:38) y su cántico de
alabanza a Dios por el favor que se le había concedido al ser la madre del
Mesías (Lucas 1:39-55). Ni ella ni José entendieron completamente a su
hijo (Lucas 2:50). En Caná de Galilea (Juan 2:1-11) María parece tener
un indicio de que Jesús tenía algo más que poderes naturales, pero
ella tuvo que ser corregida en relación a su noción del uso de estos poderes.
En un episodio
(Mateo 12:46; Marcos 3:21, 31; Lucas 8:19-21) Jesús enseña que estar
relacionado físicamente con él no trae consigo privilegios especiales, ni derechos a interferir con él; la misma
lección que enseñó en otra ocasión más tarde (Lucas 11:27). María estuvo cerca
de la cruz (Juan 19:25 ss.) y en el aposento alto (Hechos 1:14) después
de la resurrección y ascensión de Jesús.
Según las narraciones de la infancia de Jesús
en Mateo y Lucas, María, una doncella joven de NAZARET y desposada con JOSÉ,
recibe el anuncio angelical del nacimiento de Jesús. La anunciación (Lc 1.26–38) es precisamente la notificación a María de
que Dios le ha conferido gracia y bendición al escogerla como madre del Mesías.
La pregunta con que María respondió al ángel
(«¿cómo será esto? pues no conozco varón») la han interpretado algunos exégetas
católicos como indicio de que había hecho un voto de virginidad. Sin embargo,
otros exégetas católicos y la interpretación protestante presentan fuertes
argumentos en contra de esta idea: el concepto judío del matrimonio no admite
la posibilidad de un voto de tal naturaleza (ver. Hermanos De Jesús).
Tampoco su condición de prometida, para la
cual María habría dado su consentimiento según la costumbre, permite pensar que
ella no contemplara la consumación del matrimonio. Se concluye que María puso
la objeción de que no conocía varón simplemente porque no entendía cómo la
promesa de una maternidad inmediata podría realizarse, dada su condición de
virgen desposada solamente. Al enterarse de que sería una concepción virginal,
María expresa su conformidad con la voluntad divina (Lc 1.38), actitud típica de profetas y siervos de Dios a través de la historia de
Israel. En ninguna manera pueden entenderse sus palabras como un fiat de colaboración humana en la consecución de
la salvación.
El parentesco de María con ELISABET (Lc 1.36; cf. 1.5) podría indicar que María era de linaje
aarónico (levítico). Su canto de alabanza a Dios revela que María conocía bien las
Escrituras del Antiguo Testamento (Lc 1.46–55). Después de otra
intervención angelical, José quedó convencido de que se debía casar con María (Mt 1.18–25), y fueron juntos a Belén en obediencia al
edicto romano del empadronamiento (Lc 2.1–7). Por falta de alojamiento
en la aldea, María dio a luz a su primogénito en un establo, pero más tarde cuando
llegaron los magos a Belén, estos visitaron al niño en una casa (Mt 2.11).
María y José cumplieron los ritos judíos de
circuncisión y presentación del niño y la purificación de la madre (Lc 2.21–24). Según Mt 2.20–23, los tres huyeron a Egipto
para escapar de la ira de HERODES. A su regreso establecieron su hogar en
NAZARET. El único relato de la niñez de Jesús (Lc 2.41–52) revela que «sus padres» solían asistir a la
Fiesta de la Pascua en Jerusalén. Cuando María reprochó a Jesús por haberse
quedado atrás en el templo, Jesús respondió que Él debía atender las cosas de
su Padre, contestación que dejó perplejos a María y a José.
Evidentemente María no acompañó a Jesús en su
ministerio público, aunque asistieron juntos a una celebración social en CANÁ.
En esta ocasión parece que María creyó que su Hijo podría suplir la falta de
vino, pero la ligera reprimenda de Jesús muestra que ella todavía no comprendía
bien ni la naturaleza ni las condiciones de su ministerio (Jn 2.1–11).
Cuando
María y los hermanos de Jesús querían apartarlo
de un ministerio agotador, Jesús hizo valer su independencia de la relación
familiar (Mc 3.21–35). Esta prioridad de relación espiritual
sobre la que es solamente física se subraya también en la respuesta que Jesús
dio a la mujer que quiso elogiar a su madre (Lc 11.27, 28). A pesar de que los hermanos de Jesús no
creían en Él (Jn 7.5), María se unió al grupo de fieles creyentes
en el momento de la crucifixión. Jesús la encomendó al cuidado del discípulo
amado (Jn 19.25–27). Solo una vez más se
menciona a María en el Nuevo Testamento: en Hch 1.14, donde se indica que tanto
ella como los hermanos de Jesús se contaban entre los discípulos después de la
resurrección.
El carácter de María que se percibe en los
Evangelios es el de una mujer judía espiritualmente sensible, fiel y obediente
a la voluntad divina. Sin duda, de ella Jesús recibió su primera instrucción en
las Escrituras. Aunque luego se desconcertó por la forma en que Jesús
desempeñaba su oficio de Mesías, hay que reconocer que este dejó perplejos
también a sus propios discípulos. Solamente a la luz de la resurrección podían discernir
el misterio divino en el ministerio y muerte de Jesús.
Después de la
muerte de María, surgieron muchas leyendas con relación a ella, pero ninguna de ellas es digna de ser creída. Agustín estuvo entre
los primeros de los Padres de la iglesia que pensaron que posiblemente ella
nunca pecó, aunque él estuvo de acuerdo con que ella compartió la corrupción
que toda la humanidad tiene en común. Con el tiempo, esta corriente de
pensamiento llevó
a la promulgación por el Papa del dogma de la
Concepción Inmaculada de María (1854 d. de J.C.).
En 1950 el papa Pío
XII declaró el dogma de la Asunción de María; es decir, que el cuerpo de María
no se descompuso en la tumba sino que Dios lo reunió con su alma poco después
de su muerte. Hay
teólogos católicos romanos ahora que se refieren
abiertamente a María como co-creadora y co-redentora de la raza humana.
Ninguno de estos
acontecimientos tiene apoyo de las Escrituras.
OTRAS MARIAS
MARÍA
MAGDALENA. Mujer probablemente oriunda
de MAGDALA. Se menciona solamente una vez durante el ministerio de Jesús, como
persona liberada de siete demonios, que luego figuró entre las mujeres
agradecidas que servían al grupo itinerante de discípulos (Lc 8.1–3; cf. Mc 15.40, 41). Aunque la tradición ha
identificado a María Magdalena con la mujer pecadora de Lc 7.37–50, es dudoso que sean una misma persona, puesto
que Lucas la presenta en el cap. 8 como una figura nueva en la historia.
Además, no es muy probable que JUANA, mujer de Chuza, intendente de Herodes, se
hubiera asociado con una mujer de mala reputación.
Estas mujeres acompañaron a Jesús hasta
Jerusalén y presenciaron la crucifixión (Mt 27.55, 56; Mc 15.40, 41; Jn 19.25). Con el propósito de ungir el cuerpo de Jesús, María Magdalena, acompañada de otras, llegó a la tumba (Mt 28.1; ). Luego relataron el anuncio del ángel a los incrédulos discípulos
(Lc 24.1–11). Juan 20.1–18 narra, además, que el Señor resucitado se le apareció a María Magdalena mientras esta
lloraba junto al sepulcro.
MADRE
DE JACOBO EL MENOR Y JOSÉ, discípulo que servía a Jesús y su compañía (Mc 15.40, 41; cf. Lc 8.1–3). Acompañó a Jesús a
Jerusalén y allí presenció la crucifixión (Mt 27.55, 56; Mc 15.40, 41; Lc 23.49) y también su sepultura (Mt
27.61; Mc 15.47; Lc 23.55). Asimismo participó con otras en procurar
algunas especias para ungir el cuerpo (Mc 16.1; Lc 23.56). Vio la tumba vacía, y oyó el anuncio angelical de la resurrección (Mt 28.1–7; Mc 16.2–7; Lc 24.1–7). Al salir a dar la noticia a los discípulos
(Mt 28.8; Lc 24.9–11), ella y las demás vieron
al Señor resucitado (Mt 28.9, 10). Algunos intérpretes han identificado a esta María con MARÍA mujer de Cleofás.
MUJER
DE CLEOFAS, una de las mujeres
presentes en la crucifixión (Jn
19.25). Aunque algunos la han
identificado con «la hermana de su madre» (de Jesús) que se menciona en el
mismo versículo, no es muy probable que hubiera dos hermanas con un mismo
nombre. Así que no son tres, sino cuatro las mujeres nombradas.
Una antigua tradición que identifica a Cleofás
como hermano de José, el padrastro de Jesús, concluye que esta María de Cleofás
era la cuñada de María la madre de Jesús. Si los nombres Cleofás y ALFEO se
refieren a un mismo individuo, esta María también sería madre de Jacobo el
discípulo (Mc 3.18), de Leví (Mc 2.14) y de José (Mc 15.40).
MADRE
DE JUAN MARCOS, residente en Jerusalén, cuya casa servía de lugar de reunión para los
primeros cristianos (Hch 12.12).
MUJER
A LA QUE PABLO SALUDA y alude como trabajadora en la congregación de Roma (Ro 16.6).
Todas estas mujeres hacen parte de las mujeres piadosas que El
Señor designo para su ministerio.
NOEMI.
(Placentera). Originaria de Belén, esposa de Elimelec,
madre de Mahlón y Quelión y suegra de RUT y ORFA.
Como consecuencia de una gran hambre que
azotó a Judá durante el período de los jueces, se vio obligada a viajar con su
esposo y sus dos hijos a Moab. Luego de la muerte de su esposo, sus hijos se
casaron con moabitas, Orfa y Rut. Diez años después, sus hijos también mueren.
Noemí escucha que su pueblo en Belén ya tiene la «bendición» de Jehová en forma
de alimentos. De modo que resuelve regresar sola, no sin antes cumplir con su
formación patriarcal de buscar hogares para sus nueras. Había seguido a tres hombres
en un peregrinaje, pero no estaba dispuesta a dejar que dos mujeres le
siguieran en su nuevo peregrinaje de regreso a casa. Una de estas mujeres, Rut,
resolvió acompañarla muy a pesar de la objeción de Noemí.
Posteriormente Noemí concertó el MATRIMONIO
por levirato de su nuera viuda Rut, y el hijo de esta unión se contó como suyo.
Así conservó Noemí la línea de Elimelec y de sus hijos (Rt 1–4), pero sobre todo encontró palabras liberadoras en el comentario de sus vecinas
acerca de una mujer como Rut, cuando dijeron: «y ella es de más valor para ti que
siete hijos». Aun cuando somos resultado de nuestro medio, siempre hay espacio
para aprender de los «extranjeros» y «pobres».
Esposa de Elimelec de Belén. Al quedar sin esposo y sin hijos
regresó a su tierra luego de haber permanecido un tiempo con Rut, su nuera
moabita.
En su depresión, dijo que ahora ya no debían llamarla Noemí,
dulce, sino más propiamente Mara, amarga. Aconsejó a Rut en los pasos que
llevaron al casamiento de ella con Boaz (Rut 3:1-6) y fue el ama del hijo de
Rut (Rut 4:16, 17).
RUT
Moabita, heroína del libro que lleva su
nombre. En su primer matrimonio fue la esposa de Mahlón, hijo de Elimelec y → NOEMÍ, israelitas que habitaban en → MOAB.
Cuando murió Elimelec y sus dos hijos, Mahlón
y Quelión, Noemí insiste en volver sola a su tierra, pero Rut también insiste
en acompañarle. Sus palabras: «Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios»,
confirmaron su decisión. Así llegó a → BELÉN.
Durante la siega de la cebada, Rut llega a
espigar en los campos de → BOOZ, pariente de Elimelec, pero no sin antes
tener el consentimiento de Noemí. Logra la atención de Booz por lo bien que
otros hablan de ella, pero también por su condición de buena trabajadora.
Siguiendo las instrucciones de Noemí, Rut entró a la era donde Booz dormía
después de haber comido y bebido, para apelar al pariente de su esposo difunto,
«descubriéndole los pies». Cuando el pariente más cercano renunció a sus
derechos y responsabilidades ante la viuda, Booz la tomó por esposa según la
ley de → LEVIRATO (Lv. 25.5–10). Su primogénito se
llamó Obed, abuelo de David, y de esta manera, aunque era gentil, Rut mereció
un lugar en la → GENEALOGÍA del Mesías (Mt 1.5, 6).
La historia registra las circunstancias que condujeron al
matrimonio de Rut, una moabita, con Boaz, un israelita. Una hambruna obligó a
Noemí y a su esposo a emigrar a Moab, donde sus hijos se casaron con mujeres
moabitas, siendo una de ellas Rut. Noemí y su nuera quedaron viudas; luego se
establecieron en Belén. En el transcurso de proveerse de alimento para sí y
para su suegra, Rut conoció a Boaz, un próspero agricultor y un pariente de
Noemí.
Con el estímulo de Noemí, Rut le recordó con ternura a Boaz la
obligación del levirato (<Rut 3:1-9), una ley del Deuteronomio que requería que un hombre se
casara con la viuda de su hermano si ella no tenía hijos, teniendo como propósito
que el difunto tuviese un heredero (Deuteronomio 25:5-10). Sin embargo, Boaz no
era el pariente más cercano. Cuando el pariente más cercano supo que había una
obligación de levirato aunada a la redención de la tierra de Noemí, la rechazó
(Rut 4:1-6), y Boaz quedó libre para casarse con Rut.
La historia de Rut demuestra la providencia de Dios actuando en la
vida de un individuo, y exalta la lealtad familiar. Demuestra cómo una gentil
llegó a ser parte del linaje davídico (Rut 4:17-21); de este modo Rut es citada
en la genealogía de Cristo en Mateo 1:5.
Después de la muerte de sus dos hijos, Noemí empezó a pensar en
regresar. Cuando llega la muerte a una familia debe reformar lo que esté mal.
La tierra se nos hace amarga para que amemos el cielo. Noemí parece haber sido
persona de fe y piadosa. Se despide de sus nueras con oración.
Muy apropiado para los amigos, cuando se separan, separarse con
oración. Ella las despidió afectuosamente. Si los familiares deben separarse,
que lo hagan con amor. ¿Hizo bien Noemí en desanimar a sus nueras a que fueran
con ella, cuando podría haberlas salvados de la idolatría de Moab y llevarlas a
la fe y adoración del Dios de Israel?
Noemí deseaba indudablemente hacer eso, pero si iban con ella, no
las forzaría a ir por cuenta de ella. Los que hacen profesión de fe sólo para
agradar a sus amigos o para acompañarlos, serán convertidos de poco valor. Si
la seguían, sería por una elección propia después de sentarse a calcular el
costo, como corresponde a quienes hacen una profesión religiosa.
Muchos desean ‘descansar en la casa de un marido’ o en algún
establecimiento mundano, o satisfacción terrenal, que el reposo al cual Cristo
invita a nuestra alma; por tanto, cuando son probados se alejan de Cristo,
aunque quizá con cierta tristeza.
ORFA SE QUEDA, PERO RUT VA CON NOEMÍ. (CAPÍTULO 1:
15-22)
15 Y Noemí
dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú
tras ella.
16
Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a
dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu
pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
17 Donde tú
murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada,
que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.
18 Y viendo
Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
Véase la resolución de Rut y su gran afecto por Noemí. Orfa se
resistía a separarse de ella, pero no la amaba tanto como para dejar Moab.
De esta manera, muchos aprecian a Cristo y le tienen afecto, pero
quedan destituidos de su salvación porque no quieren abandonar otras cosas por
Él. Lo aman, pero lo dejan, porque no lo aman tanto como aman las otras cosas.
Rut es un ejemplo de la gracia de Dios que inclina al alma a elegir la mejor
parte. Noemí no podía desear otra cosa que la declaración solemne que hizo Rut.
Véase el poder de la resolución; silencia a la tentación.
Quienes recorren los caminos religiosos sin una mente firme, son
como una puerta entreabierta, que invita al ladrón; pero la resolución cierra y
echa cerrojo la puerta, resiste al diablo y le obliga a huir.
LLEGADA A BELÉN.
19
Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que
habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y
decían: ¿No es ésta Noemí?
20 Y ella
les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande
amargura me ha puesto el Todopoderoso.
21 Yo me
fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis
Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha
afligido?
22 Así
volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab,
y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
Noemí y Rut llegaron a Belén. Las aflicciones producen grandes y
asombrosos cambios en poco tiempo. Que Dios, por Su gracia, quiera prepararnos
para todos esos cambios especialmente ¡para el gran cambio!
Noemí significa “placentera” o “amigable”’ Mara, “amarga” o
“amargura”. Ahora era una mujer de espíritu amargado. Ella había vuelto a casa
vacía, pobre, viuda y sin hijos. Pero hay una plenitud para los creyentes de la
cual nunca pueden quedar vacíos; la buena parte que no será quitada de quienes
la tienen.
La copa de la aflicción es una copa ‘amarga’, pero ella reconoce
que la aflicción viene de Dios. Conviene mucho que nuestro corazón sea
humillado bajo providencias humillantes. No es la aflicción misma, sino la
aflicción bien llevada lo que nos hace bien.
RUT ESPIGA EN LOS
CAMPOS DE BOOZ. (CAPÍTULO 2)
1 Tenía
Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual
se llamaba Booz.
2 Y Rut la
moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en
pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.
3 Fue,
pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que
aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.
Obsérvese la humildad de Rut. Cuando la providencia la empobreció,
ella se sometió de buena gana a su suerte. Los espíritus soberbios prefieren
morir de hambre antes que doblegarse; no así Rut. Es más, es su propia
proposición.
Ella habla humildemente de su permiso para ir a espigar. Podemos
no exigir bondad, como si nos fuera debida, pero podemos pedir, y tomarla como
favor, aunque se trate de algo pequeño. Rut también fue un ejemplo de
diligencia. No le gustaba comer el pan de balde.
Este es un ejemplo para la juventud. La diligencia promete bien
tanto para este mundo como para el otro. No debemos avergonzarnos de un empleo
honesto. Ningún trabajo es indigno. El pecado es una cosa baja para nosotros,
pero no debemos pensar lo mismo de algo a lo cual nos llama la providencia.
Ella fue un ejemplo de
consideración por su suegra y de confianza en la providencia. Dios ordena
sabiamente lo que a nosotros nos parecen hechos pequeños; y los que se ven
totalmente inciertos, también son dirigidos a servir su gloria y el bien de su
pueblo.
LA BONDAD DE BOOZ PARA CON RUT.
4 Y he aquí
que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y
ellos respondieron: Jehová te bendiga.
5 Y Booz
dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
6 Y el
criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que
volvió con Noemí de los campos de Moab;
7 y ha
dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las
gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni
aun por un momento.
8 Entonces
Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de
aquí; y aquí estarás junto a mis criadas.
9 Mira
bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que
no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que
sacan los criados.
10 Ella
entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado
gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?
11 Y
respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra
después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la
tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes.
12 Jehová
recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de
Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
13 Y ella
dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado,
y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus
criadas.
14 Y Booz le
dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el
vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió
hasta que se sació, y le sobró.
15 Luego se
levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también
espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;
16 y
dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo
recoja, y no la reprendáis.
El lenguaje piadoso y bondadoso entre Booz y sus segadores muestra
que había personas piadosas en Israel. Un lenguaje como éste rara vez se oye en
nuestros campos; con demasiada frecuencia, por el contrario, es inmoral y
corrupto.
Un extranjero se formaría una opinión muy diferente de nuestra
tierra en comparación con la que Rut se formó de Israel a partir de la
conversación y conducta de Booz y sus segadores. Pero la verdadera religión
enseña al hombre a comportarse rectamente en todos los estados y condiciones;
forma amos amables y siervos fieles y produce armonía en la familia.
La religión verdadera produce amor y bondad mutua entre personas
de diferentes rangos. Tuvo estos efectos sobre Booz y sus hombres. Cuando él
iba a ellos, oraba por ellos. Ellos no lo maldecían en cuanto él se ponía fuera
del alcance de oírlos, como algunos siervos de mala naturaleza que odian el ojo
de su amo, sino que retribuyen su cortesía.
Lo más probable es que las cosas salgan bien donde hay una buena
voluntad como está entre amos y siervos. Ellos se expresaban su bondad unos a
otros y oraban los unos por los otros. Booz preguntó por la extranjera que vio
y ordenó que se la tratara bien. Los amos deben cuidar no sólo de no dañarse a
sí mismos; tampoco deben permitir que sus siervos y los que están a su mando
hagan el mal.
Rut se reconoció humildemente indigna de tales favores,
considerando había nacido y sido criada como pagana. Nos conviene a todos
pensar humildemente de nosotros mismos, estimando mejor a los demás que a
nosotros mismos. En la bondad de Booz con Rut notemos la bondad del Señor
Jesucristo con los pobres pecadores.
RUT REGRESA A CASA DE SU SUEGRA.
17 Espigó,
pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como
un efa de cebada.
18 Y lo
tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también
luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio.
19 Y le dijo
su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿Y dónde has trabajado? Bendito sea el que
te ha reconocido. Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo:
El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.
20 Y dijo
Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos
la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí:
Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos.
21 Y Rut la
moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que
hayan acabado toda mi siega.
22 Y Noemí
respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que
no te encuentren en otro campo.
23 Estuvo,
pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de
la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.
Estimula la diligencia que en todo trabajo, aun el de espigar,
haya ganancia. Rut se contentó con lo que ganaba por su laboriosidad y se cuidó
de retener el trabajo. Cuidémonos de no perder lo que hemos obtenido, que hemos
ganado para bien de nuestra alma, 2ª Juan 8.
Los padres deben examinar a sus hijos como hizo Noemí, no para
asustarlos o desanimarlos, no para que odien el hogar o tentarlos a mentir,
sino para elogiarlos si han hecho bien, y reprenderlos con suavidad y
aconsejarlos si han hecho de otro modo.
Una buena pregunta para plantearnos cada noche es, ¿dónde he
espigado hoy? ¿Qué mejorías he hecho en el conocimiento y la gracia? ¿Qué he
hecho que me dé buen crédito? Cuando el Señor nos da abundancia, no seamos
encontrados en otro campo, ni procurando nuestra felicidad y satisfacción en la
criatura. Perdemos favores divinos si los desdeñamos.
Rut observó debidamente las instrucciones de su suegra. Cuando
terminó la cosecha, hizo compañía a su anciana suegra en casa. Dina salió a ver
a las hijas de la tierra; su vanidad terminó en desgracia, Génesis 34. Rut se
quedó en casa y ayudó a mantener a su suegra y no salió a otra diligencia que
no fuera obtener provisiones para ellas; su humildad y laboriosidad terminaron
en su progreso.
LAS INSTRUCCIONES QUE NOEMÍ LE DA A RUT. (CAPÍTULO 3)
1 Después
le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te
vaya bien?
2 ¿No es
Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta
esta noche la parva de las cebadas.
3 Te
lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no
te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.
4 Y cuando
él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus
pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer.
5 Y ella
respondió: Haré todo lo que tú me mandes.
El estado matrimonial debe ser un descanso, tanto como pudiera
serlo todo en la tierra, puesto que debe dejar fijo el afecto y establecer una
relación para toda la vida. Por tanto, debe emprenderse con gran seriedad, con
oración sincera pidiendo dirección, la bendición de Dios, y con sumisión a sus
preceptos.
Los padres deben aconsejar cuidadosamente a sus hijos en este
importante asunto para que todo les salga bien a ellos y a sus almas.
Recuérdese siempre que lo mejor para nuestra alma es lo mejor para nosotros. El
procedimiento que le aconsejó Noemí nos parecerá extraño, pero era conforme a
las leyes y costumbres de Israel. Si la medida propuesta hubiera parecido mala,
Noemí no la hubiera sugerido. La ley y la costumbre dieron a Rut, que ahora era
prosélita de la verdadera religión, un derecho legal sobre Booz.
Era costumbre que las viudas ejercieran ese derecho, Deuteronomio
25: 5–10. Pero esto no se registra para que sea imitado en otras épocas y no
tiene que juzgarse según las reglas modernas. Si hubiera habido algo malo en
ello, Rut era mujer altamente virtuosa y sensata como para haberle prestado
atención.
BOOZ RECONOCE SU DEBER DE PARIENTE.
6
Descendió, pues, a la era, e hizo todo lo que su suegra le había mandado.
7 Y cuando
Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a
un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y
se acostó.
8 Y
aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he
aquí, una mujer estaba acostada a sus pies.
9 Entonces
él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde
de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.
10 Y él
dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad
que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos.
11 Ahora
pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente
de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.
12 Y ahora,
aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más
cercano que yo.
13 Pasa aquí
la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no
te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la
mañana.
Lo que sería inapropiado en una nación o una época, no siempre es
así en otra época o nación. Siendo juez de Israel, Booz le diría a Rut lo que
debía hacer; también si él tenía el derecho de redención, los métodos que debía
adoptar y los ritos que debía usar para consumar su matrimonio con él u otra
persona.
La conducta de Booz es digna de gran elogio. No intentó
aprovecharse de Rut; no la desdeñó por ser una extranjera, menesterosa y pobre,
ni sospechó que ella tuviera mala intención.
Habló en forma honorable de ella como mujer virtuosa, le hizo una
promesa y, en cuanto amaneció, la despidió con un presente para su suegra. Booz
condicionó su promesa porque había un pariente más cercano que él, a quien
correspondía el derecho de redención.
EL REGRESO DE RUT A SU
SUEGRA.
14 Y
después que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó antes que los hombres
pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo: No se sepa que vino mujer a
la era.
15 Después
le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo. Y teniéndolo ella, él
midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad.
16 Y cuando
llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía? Y le contó
ella todo lo que con aquel varón le había acontecido.
17 Y dijo:
Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome: A fin de que no vayas a tu
suegra con las manos vacías.
18 Entonces
Noemí dijo: Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto;
porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.
Rut hizo todo lo correcto, debiendo esperar con paciencia los
hechos. Booz, habiendo emprendido este asunto, se aseguraría de manejarlo bien.
Mucha más razón tienen los creyentes verdaderos para echar sus
cuitas sobre Dios, porque Él ha prometido ocuparse de ellos. Nuestra fuerza
está en estarnos quietos, Isaías 30: 7. Este relato puede estimularnos a que
por fe nos postremos a los pies de Cristo: Él es nuestro pariente cercano;
habiendo tomado nuestra naturaleza sobre sí, tiene el derecho de redimir.
Procuremos recibir las instrucciones de Él: ¿Señor, qué quieres
que haga? Hechos 9: 6. Nunca nos culpará de hacer esto inoportunamente.
Deseemos y busquemos fervorosamente el mismo reposo para nuestros hijos y
amigos, para que también les vaya bien.
EL PARIENTE REHÚSA REDIMIR LA HERENCIA DE RUT. (CAPÍTULO 4)
1 Booz
subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien
Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se
sentó.
2 Entonces
él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y
ellos se sentaron.
3 Luego
dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de
las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec.
4 Y yo
decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de los que están
aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y
si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que
redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré.
5 Entonces
replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes
tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre
del muerto sobre su posesión.
6 Y
respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad.
Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir.
7 Había ya
desde hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al
contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el
zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel.
8 Entonces
el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el zapato.
Toda la cuestión dependía de las leyes dadas por Moisés sobre la
herencia e indudablemente, todo fue arreglado de la manera regular y legal. El
pariente rechazó la oferta cuando supo las condiciones.
En forma parecida muchos rechazan la gran redención; no están
dispuestos a esposar la religión; han oído buenas cosas de ella y nada tienen
que decir en su contra; hablan bien de ella pero están dispuestos a desligarse
de ella, y no quieren unirse a ella por miedo de perder su propia herencia en
este mundo.
Renunció a su derecho en favor de Booz. El trato justo y honesto
en todos lo referente a contratos y negocios es algo de lo que deben tomar
conciencia todos los que se reconocen como verdaderos israelitas, en quienes no
hay engaño. Hallarán que la mejor política es la honestidad.
BOOZ SE CASA CON RUT.
9 Y Booz
dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he
adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de
Quelión y de Mahlón.
10 Y que
también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el
nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre
de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy.
11 Y dijeron
todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos.
Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales
edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre
en Belén.
12 Y sea tu
casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por la descendencia
que de esa joven te dé Jehová.
Los hombres están dispuestos a aprovechar las oportunidades de
aumentar su fortuna, pero pocos conocen el valor de la piedad.
Tales son los sabios de este mundo a quienes el Señor acusa de
necedad. Ellos no se preocupan de la necesidad de su alma y rechazan la
salvación de Cristo por temor de perder su herencia.
Pero Dios dio a Booz la honra de incluirlo en el linaje del
Mesías, mientras del pariente que temió rebajarse y perder su herencia, se
olvidó su nombre, familia y herencia.
NACIMIENTO DE OBED.
13 Booz,
pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que
concibiese y diese a luz un hijo.
14 Y las
mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy
pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel;
15 el cual
será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama,
lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos.
16 Y tomando
Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya.
17 Y le
dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo
llamaron Obed. Éste es padre de Isaí, padre de David.
18 Éstas son
las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón,
19 Hezrón
engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab,
20 Aminadab
engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,
21 Salmón
engendró a Booz, y Booz engendró a Obed,
22 Obed
engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
Rut tuvo un hijo a través del cual nacieron miles y miríadas para
Dios; parte del linaje de Cristo, fue instrumento para la felicidad de todos
los que serán salvados por Él: nosotros los gentiles y los de origen judío.
Ella fue un testigo ante el mundo gentil de que Dios no los había
desamparado del todo sino que, a su debido tiempo, llegarían a ser uno con su
pueblo escogido y partícipes de su salvación. La oración a Dios estuvo presente
en el matrimonio y la alabanza asistió al nacimiento del niño. ¡Qué pena que
ese lenguaje piadoso ya no se use entre los cristianos o que se le haya dejado
para caer en el formalismo!
Aquí está el linaje de David por parte de Rut. Vino el tiempo en
que Belén de Judá exhibió maravillas más grandes que las de la historia de Rut,
cuando de otra pobre mujer de la misma raza nació el bebé despreciado, que
dirigió los consejos del amo romano del mundo e hizo venir a príncipes y sabios
del oriente, para poner tesoros de oro, mirra e incienso a sus pies.
Su nombre permanecerá por siempre y todas las naciones le dirán
bendito. En esa Simiente serán benditas todas las naciones de la tierra.
SARA,
SARAI
(heb., sarah, saray; gr., Sara, princesa). Ella era diez años más joven que Abraham y se casó con él en Ur
de los caldeos (Génesis 11:29- 31). Era medio hermana de Abraham (Génesis
20:12). Su nombre era originalmente Sarai. Tenía aprox. 65 años de edad cuando
Abraham salió de Ur para Harán. Más tarde, acompañó a Abraham a Egipto y fue
allá donde la hizo pasar por su hermana porque él temía que los egipcios lo
matarían si supieran que ella era su esposa. Años más tarde, Abraham hizo la
misma cosa en Gerar (Génesis 20:1-18). La intervención de Dios protegió a Sara;
Abraham fue reprendido por los gobernantes paganos.
Aún sin hijo a la edad de 75 años, Sara indujo a Abraham a tomar a
su sierva Agar como concubina.
Un hijo nacido de esta mujer sería considerado como el hijo y
heredero de Abraham y Sara. Cuando Agar concibió, ella trató a su ama con tal
insolencia que Sara la echó de la casa. Agar, sin embargo, regresó por la orden
de Dios, se sometió a su ama, y dio a luz a Ismael. Después, cuando Sara tenía
cerca de 90 años, Dios le prometió un hijo; su nombre fue cambiado; y un año
más tarde nació Isaac, el hijo de la promesa (Génesis 17:15-27; 21:1-3).
Unos pocos años más tarde, en una gran fiesta celebrando el
destete de Isaac, Sara observó a Ismael burlándose de Isaac, y exigió la
expulsión de Agar y de Ismael (cap. 21). Abraham con renuencia accedió, después
que Dios le ordenó que lo hiciese. Sara murió en Quiriat-arba (Hebrón) a la
edad de 127 años y fue sepultada en la cueva de Macpela, que Abraham compró
como sepulcro familiar (Génesis 23:1, 2).
Esposa de → ABRAHAM y madre de Isaac. Según Gn 20.12, era también hermanastra de
Abraham. Acompañó a este desde Ur de los caldeos hasta la tierra prometida.
Cuando se refugiaron en Egipto a causa del hambre en Canaán, Abraham temió que
la belleza de Sara pusiera en peligro su propia vida y dijo que era su hermana.
Precisamente por esto, llevaron a Sara al harén real. Dios libró milagrosamente
a la que sería la madre del pueblo escogido, tanto en esa ocasión como en otra
parecida en Gerar (Gn 12 y 21).
Sara escuchó la conversación de tres
visitantes celestiales que reiteraron a Abraham la promesa de un hijo. Al
reírse ella de tal posibilidad para una pareja de más de 90 años de edad,
Jehová la reprendió y anunció que daría a luz el año siguiente (Gn 18). Sara
murió a los 127 años y la sepultaron en la cueva de → MACPELA (Gn 23). El Nuevo Testamento pone a Sara como ejemplo de fe (Ro 4.19;
Heb 11.11) y de sumisión (1 P 3.6) como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras
habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. En la alegoría de Gal 4.21–31 Sara, la mujer
libre, representa el nuevo PACTO de libertad, en contraste con la antigua
esclavitud.
Sin duda Dios en su plan ha utilizado la
piedad de las mujeres con un propósito de que su nombre sea glorificado por la
eternidad, siempre que cumplan con sus roles femeninos que les dio desde el
principio.